Las 10 lecciones que los padres deberían enseñar a sus hijos antes de los 16: después cuesta mucho más

La educadora española Adelaida Abruñedo propone diez aprendizajes clave para acompañar a los hijos hacia la autonomía y el pensamiento crítico antes de llegar a la adultez.

Padres e hijo enojados
Padres e hijo enojados
Freepik

Redacción El País
Cada generación de padres enfrenta nuevos desafíos. Entre redes sociales, sobreinformación y estilos de crianza en transformación, no siempre es fácil saber qué herramientas son realmente valiosas para los hijos. En su libro 49 cosas que debes enseñar a tus hijos antes de los 16 años, la educadora española Adelaida Abruñedo —experta en inteligencia emocional y disciplina positiva— comparte una guía práctica con aprendizajes que considera esenciales antes de esa edad.

Abruñedo fija los 16 años como una etapa límite: “ya no son niños, pero tampoco adultos independientes”, explica. Por eso, propone sembrar desde temprano hábitos y actitudes que luego resultan difíciles de incorporar.

1. Aprender a poner límites

Saber decir “no” es un signo de autoestima y de respeto por uno mismo. La autora compara los límites con las marcas de tránsito: orientan, protegen y evitan desvíos peligrosos. Enseñar a colocarlos con firmeza y sin culpa es una lección de libertad, no de represión.

2. Reírse de la vida

El humor fortalece los vínculos familiares y es un indicador de buena salud emocional. Abruñedo recuerda que la risa es también una forma de resiliencia: ayuda a afrontar la frustración, el miedo y la tristeza. Cuando un niño deja de reír, dice, los adultos deben prestar atención.

3. Saber cuándo aceptar un “no” y cuándo insistir

Aprender a gestionar el rechazo es parte del crecimiento. A los 16, los adolescentes deberían comprender que algunas puertas se cierran, pero otras se abren con perseverancia. Aceptar un “no” sin derrumbarse, o luchar por un “sí” con criterio, marca la diferencia entre la frustración y la madurez.

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Foto: Commons.

4. Diferenciar una orden de una petición

No todo lo que se pide debe obedecerse. Abruñedo insiste en enseñar a distinguir entre la autoridad legítima y la presión de grupo. Este aprendizaje previene situaciones de riesgo: desde probar una sustancia hasta participar en una travesura peligrosa. Saber decir “no” en el momento justo puede evitar grandes problemas.

5. Bajarle el volumen al miedo

El miedo no debe ser un enemigo, sino un maestro. Enseñar a los hijos a enfrentarlo —sin negarlo ni sobredimensionarlo— los prepara para asumir desafíos, animarse a lo nuevo y tolerar el error. La autora lo plantea como un paso necesario hacia la independencia emocional.

6. Agradecer también cuando se ayuda

Los buenos modales van más allá del “por favor” y el “gracias”. Abruñedo sugiere enseñar a los hijos a valorar la oportunidad de colaborar con otros. Agradecer cuando alguien les permite ayudar refuerza la empatía y la cooperación, virtudes muy necesarias en tiempos de individualismo.

7. Desarrollar pensamiento crítico

En una era dominada por la información —y la desinformación—, esta es una de las competencias más urgentes. Los adolescentes deben aprender a cuestionar lo que leen, escuchan o ven en redes. “No todo lo que circula es cierto, y distinguirlo requiere práctica diaria”, advierte la autora. La educación crítica no se transmite con una charla: se construye con el ejemplo cotidiano.

Familia
Turismo en familia.
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8. Redefinir el éxito

El éxito no siempre se mide en notas, títulos o logros visibles. A los 16, conviene recordar que el verdadero valor está en el esfuerzo, la constancia y los principios que guían el camino. “El proceso de aprendizaje y los valores humanos pesan tanto como los resultados”, señala Abruñedo.

9. Trabajar por los sueños

La autora invita a los padres a fomentar la perseverancia. Soñar es fácil; sostener el sueño, no tanto. Por eso propone acompañar a los hijos para que no renuncien a lo que desean ante el primer obstáculo, y entiendan que toda meta requiere compromiso a largo plazo.

10. Tomar decisiones propias

El último aprendizaje es tal vez el más desafiante: permitir que los hijos decidan. Abruñedo plantea que solo se aprende a elegir ejerciendo esa libertad. Dejarles espacio para equivocarse, asumir consecuencias y rectificar, los ayuda a ganar autonomía y confianza.

La propuesta de Abruñedo combina sentido común con herramientas de inteligencia emocional y comunicación respetuosa. En definitiva, se trata de preparar a los hijos para que piensen, sientan y actúen con criterio propio. Después de los 16, dice la autora, el mundo les pedirá hacerlo igual… pero ya sin la red de contención familiar tan cerca.

En base a El Tiempo/GDA

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