Pablo Ferrero, La Nación/GDA.
El descanso tiene múltiples variables: la cantidad, las etapas, el horario, la calidad y la frecuencia son algunos de los factores más importantes. Por suerte, el manejo de estas variables es totalmente gratuito y solo requiere que prioricemos la calidad de nuestro sueño por sobre las demás actividades.
No se puede dormir mal y vivir bien. Hay indicios para saber si una persona no tuvo un buen descanso: sentirse cansado al día siguiente sin otra razón aparente (esto significa que no sea a causa de un gran esfuerzo físico o laboral atípico) y dificultad para levantarse, siempre y cuando se estén respetando los horarios normales para despertarse; no hay que tener en cuenta los casos que se modifican las costumbres diarias.
Otros indicadores son los cambios de humor: una persona que no acostumbra a tenerlos y comienza a sufrir estas alteraciones, puede estar frente a un problema de sueño. También si le cuesta mantenerse dormido, si tiene un sueño fragmentado o si desea dormir más y no puede.
Ante cualquiera de esos indicios debe consultar a un especialista. No dormir bien puede generar cefaleas, disminución de la libido y pérdida de la concentración; también acentúa los problemas de memoria.
¿Qué tipos de trastornos del sueño existen?
No todos son iguales. Según la Academia Americana de Medicina del Sueño, hay más de 100 trastornos del sueño; sin embargo los clasifican en cuatro grandes grupos:
- Insomnio: son los problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido. Se destacan tres diferentes tipos de acuerdo al momento de aparición. Estos pueden ser de inicio, de mantenimiento y de finalización.
- Hipersomnia: son los problemas para permanecer despierto durante el día o durante la vigilia.
- Trastornos del ritmo: son los problemas para mantener y respetar un horario de sueño.
- Parasomnias: son interrupciones del sueño por diferentes causas, como hablar, caminar o comer.
El insomnio, en la actualidad, es responsable de la mayoría de los trastornos del sueño, pero también es el más subestimado. Pasa inadvertido en la mayoría de los casos. Uno suele acostumbrarse y no prestarle mayor importancia o, peor aun, tratarlo con el primer medicamento que algún familiar o amigo le recomendó.
El uso de estos medicamentos sin la supervisión de un profesional suele ser “pan para hoy y hambre para mañana”. Una vez instaurado su uso, sacarlos será una tarea más que difícil. Se recomienda evitar medicamentos que no sean recetados por un especialista de sueño.