¿Quién no anhela tener un rato todos los días para distenderse de la vorágine semanal? Hallar ese hueco a veces no es una tarea sencilla, sin embargo, cuando se está cara a cara con aquel ansiado momento, es posible que aflore el miedo, el no saber qué hacer, el encontrarse con uno mismo. Lograr un equilibrio y amigarse con esos espacios cuando sea necesario, son las claves para aprovecharlo al máximo y que de sus frutos.
El tiempo libre es un espacio sin obligaciones laborales, domésticas, ni actividades específicas.
Un estudio realizado por la Universidad de Pennsylvania y la de California a 35.000 individuos, reveló que, tener tiempo libre ayuda al bienestar emocional, pero hasta cierto punto ya que, en exceso es perjudicial. Indica que lo ideal es tener entre dos y tres horas libres por día, ni más ni menos, en tanto que excederse de las cinco, puede generar consecuencias negativas ligadas a la desmotivación y a la falta de productividad.
¿Pero qué pasa una vez que se terminan todas esas actividades y de golpe se está mano a mano con la recreación? Frente a esta situación, la cabeza se llena de dudas y cuestionamientos. Algunos le huyen por temor a sentirse vacíos o por no tener en claro qué hacer, qué les gusta. Otros para no enfrentarse a sí mismos o por no querer hacerle frente a temas pendientes a resolver, prefieren pasar el rato trabajando y no disfrutan de esos espacios de distensión.
¿Por qué cuesta aprovechar ese tiempo sin sentir culpa? Para algunos entendidos, esto tiene que ver con la idea de que las sociedades modernas imparten un mandato social donde le exigen a los individuos ser productivos. En otras palabras, a que ocupen el tiempo trabajando y estudiando.
Cuando se está inmerso en la rutina, casi no hay posibilidades de cambio, de replanteo; rige el piloto automático y la inercia. En este caso, tomarse un descanso y hacer una pausa, fomenta que se enciendan otros circuitos neuronales del cerebro y que se empiecen a generar nuevos pensamientos, lo que permitirá tomar decisiones diferentes. Es el momento donde se abren las posibilidades y se puede gestar un cambio que traiga otros resultados. Pero hay que tomarse ese tiempo para descubrir qué. También sucede que en el correr de la vorágine la gente se exige a sí misma para tener mejores resultados.
Parar y encontrarnos con nosotros mismos requiere un ejercicio para afrontar el miedo y la incertidumbre de no saber con qué nos vamos a encontrar del otro lado, ya que muchas veces no se tiene del todo claro qué es lo que uno quiere hacer. Por eso, apretar el freno de manos no suele ser fácil, pero los resultados que se generan tras los momentos de esparcimiento, en su más amplio sentido, hacen que valgan la pena.
Claves para transformar el tiempo libre en un aliado
Los especialistas dan sugerencias para maximizar a pleno los momentos de ocio y esparcimiento y así, incorporarlos sanamente a las rutinas de todos los días.
—Tomarse al menos entre dos y tres horas al día. Más de cinco no se recomienda ya que, estudios revelaron que afecta a la productividad y al bienestar emocional.
—Buscar un objetivo: pensar qué se necesita, qué se quiere hacer, cuáles son los gustos e intereses de cada uno. ¿Se necesita descansar? ¿Se necesita hacer ejercicio? ¿Alguna actividad relacionada con el arte? La lista y las opciones son infinitas y hay para todos.
—Elegir una actividad o deporte que se pueda sostener en el tiempo, es decir que sea factible de realizar y compatible con la dinámica diaria.
—Permitirse esos espacios, incorporarlos como parte de la rutina hasta que se transformen en un hábito.
Beneficios del ocio
—Permite fluir la creatividad y en consecuencia, surgen ideas nuevas, se generan cambios y transformaciones en la persona.
—Mejora el rendimiento laboral ya que, distenderse permite resetear la mente y evitar saturarse.
—Aumenta la capacidad cognitiva, educativa y de atención.
—Ayuda a conectarse con uno mismo, a conocerse, a descubrirse.
—Se mira al mundo, a las preocupaciones o a los problemas desde otra perspectiva y en muchos casos, aparecen soluciones.
Si bien el ocio puede ser visto como algo disruptivo, incluso como un espacio que cuesta disfrutar, amigarse con él permitirá tener una vida más saludable, una mente más aliviada.
(La Nación - GDA)