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Rotura inminente

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Barrera de hielo de Larsen. Foto: NASA

Un iceberg de 5.000 km2 está por desprenderse de la Antártida.

La recuperación de la gran barrera de hielo de Larsen, situada al este de la península antártica, probablemente tomará varios milenios, reconoce el glaciólogo Ricardo Jaña.

La plataforma glaciar, que originalmente alcanzaba unos 75 mil kilómetros cuadrados (el tamaño de Panamá), se ha ido fragmentando sucesivamente desde 1995 debido al aumento de la temperatura del mar y la atmósfera.

La ruptura más reciente fue la zona conocida como Larsen B, que en 2002 y durante poco más de dos meses se convirtió en miles de icebergs que fluyeron a la deriva.

Ahora podría ocurrir lo mismo con el área denominada Larsen C, situada inmediatamente al sur, y de la que un primer fragmento de 5.000 kilómetros cuadrados está por desprenderse.

"Podría tomar meses o podría ocurrir mañana", reconoce la glacióloga Anna Hogg, investigadora del Instituto para el Clima y las Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Leeds (Reino Unido).

La científica ha estado atenta a las imágenes del satélite Sentinel-1, de la Agencia Espacial Europea, que monitorea la propagación de la ya famosa grieta, la que está separando aceleradamente una parte del hielo flotante de la zona que todavía permanece estable.

La fractura —que ha llegado a avanzar hasta 20 kilómetros en un mes— tiene una profundidad de 200 a 300 metros y en la parte más ancha alcanza hasta 500 metros.

Para el 31 de mayo, la grieta —que se mantenía paralela a la línea costera— había dado un giro hacia la derecha, aproximándose al mar, hasta alcanzar una separación de solo 12 kilómetros. Pero desde entonces la situación parece mantenerse sin cambios, asegura la experta británica.

Para el glaciólogo Jaña, esto puede deberse a que está pasando por una zona de hielo más frío y duro que las que ha roto antes. Pero el proceso podría acelerarse de nuevo. "El comportamiento del hielo no es predecible", reconoce.

Los desprendimientos de icebergs, aclara Hogg, pueden producirse tanto en verano como en invierno. En esta última estación, la información satelital es particularmente clave porque el instrumental puede "ver" a través de las nubes y tomar imágenes aun cuando sea de noche, que es justamente lo que ocurre ahora durante el invierno polar.

Efecto dominó.

Una vez que ocurra el desprendimiento, el gran témpano no necesariamente quedará inmediatamente a la deriva; dependerá de las corrientes y los vientos que haya entonces.

Lo habitual es que fluya hacia el norte y en el camino se vaya desintegrando, estima Jaña. La parte visible del témpano apenas equivale a una novena parte de su superficie total.

En el área donde está hoy la barrera glaciar habitualmente no hay presencia de vida marina terrestre, ya que el hielo presenta una pared de unos 250 metros contra el mar.

Esto no cambiará mucho cuando el iceberg se desprenda. La pared que quedará será más o menos igual de alta, pero podría dejar expuesta un área del mar de Weddell hoy cubierta por hielos.

Eso sí, al avanzar el agua de mar hacia el interior de la barrera podría producirse un efecto dominó que debilite el resto de su superficie, que todavía se extiende por unos 50 mil kilómetros cuadrados, estiman los científicos.

Esta barrera de hielo recibe su nombre del navegante noruego Carl Anton Larsen, quien la bordeó en su embarcación "Jason" en 1893.

Antes de esta serie de fracturas la barrera se mantuvo estable durante 12.000 años, básicamente todo el período Holoceno desde la última edad de hielo, según investigadores de la Universidad de Queen.

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Barrera de hielo de Larsen. Foto: NASA

ECOLOGÍAEL MERCURIO/GDA

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