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Aire liberal

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HUGO BUREL

Finalmente, el pasado martes, por 16 votos en 17 presentes, el Consejo Directivo Central de la Universidad de la República concedió el título Doctor Honoris Causa al escritor peruano y Premio Nobel, Mario Vargas Llosa. El único voto en contra fue el del representante de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU), quien al comenzar la discusión sobre el otorgamiento del título criticó con dureza las posiciones adoptadas por el escritor peruano. Además de expresar la salvedad de que Vargas Llosa no es solamente un "escritor y novelista brillante" sino también un "empresario y político", su voto contrario se fundamentó también -entre otras diferencias- en la condición neoliberal del candidato. Como contrapartida de esa discrepancia, el informe redactado por la comisión encargada de fundamentar la distinción a Vargas Llosa refiere que "maestro de la lengua y de la imaginación su obra ficcional nos ha hecho mejores, nos ha mostrado caminos y nos ha hecho pensar. Algo similar ocurre con su obra crítica y ensayística. ¿Qué más se le puede pedir a un universitario?". En todo este largo y discutido proceso se puso en juego el prestigio de nuestra principal casa de estudios, que no podía empalidecerse por cuestiones parciales y sectarias. Pero, más allá del Honoris Causa finalmente otorgado, subyace un tema que a mi juicio es más relevante. Hay que quitarle el prefijo "neo" a "neoliberal" y entender que el fondo de la cuestión es qué tan abominable, peligroso y molesto es, para mentes dogmáticas, un liberal a secas.

El término "neoliberalismo" es un neologismo que refiere a políticas económicas que pretenden reducir al mínimo la intervención estatal en materia económica y social, defendiendo la libertad de mercado como mejor garantía del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país. Sus detractores utilizan este término en forma peyorativa, claro está, y trasladan su significado económico al campo de la política. Sin ir a una crítica de fondo sobre los resultados de las políticas neoliberales, neoliberalismo no designa una teoría política o económica en particular, sino que más bien alude a una generalización de escuelas y teorías económicas, por lo que resulta algo complejo compararlo con el liberalismo económico ortodoxo. No obstante el término se ha satanizado y, a la luz de las últimas crisis del capitalismo, a veces con razón.

Algo muy distinto significa el liberalismo como sistema filosófico y político, que promueve las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo, apelando a los principios republicanos que se fundamentan el estado de derecho, la democracia representativa y la división de poderes. Sobre esas bases se construyó la República. El liberalismo clásico engloba las ideas políticas surgidas durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto del Estado y su intervención en asuntos civiles, con la finalidad de que el individuo pueda desarrollar sus capacidades individuales y su libertad en el ámbito político y religioso. Su base fundamental se encuentra en la doctrina de la ley natural, cuyo más claro exponente es John Locke. Esa visión ha sido sostenida además por pensadores como Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Hume, Kant, Madison, Alexis de Tocqueville, José Martí, José Ortega y Gasset, Benedetto Croce, Karl Popper, Raymond Aron y John Rawls, por citar los más notorios. Y a ellos se les ha sumado Vargas Llosa, que antes de ser liberal fue lo opuesto y luego se arrepintió, pecado imperdonable para muchos.

Para el rector Rodrigo Arocena, el debate sobre el otorgamiento del Honoris Causa a Vargas Llosa, se zanjó con una frase atribuida a Wilson Ferreira Aldunate: "La libertad es primero que todo, libertad para quien no piensa como uno". Lo mismo que decía Voltaire al sostener: "Puede que no esté de acuerdo con lo que dices, pero voy a defender con mi vida tu derecho a expresarlo." La cita invocada por el rector es de puro cuño liberal y se centra en la libertad de pensamiento. Entre tanto slogan intolerante que nos aturde, suena como un bálsamo.

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