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Infantilismo de izquierda

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Cuando hay que meter mano para conseguir recursos presupuestales, hay un “Banco” que nunca falla: son las Fuerzas Armadas. Sacar de allí es políticamente correcto. También es de enorme demagogia y una irresponsabilidad.

Cuando hay que meter mano para conseguir recursos presupuestales, hay un “Banco” que nunca falla: son las Fuerzas Armadas. Sacar de allí es políticamente correcto. También es de enorme demagogia y una irresponsabilidad.

Obvio que la educación, la salud o los planes de vivienda son prioridades, pero los países son cosas complejas que requieren también de otras instituciones, a las que recurrimos generalmente en situaciones de emergencia y les pedimos que disciplinadamente respondan de inmediato cuando la sociedad las requiere, pero que a la hora de responderles como servidores públicos decimos que no son prioritarios. Salvo cuando las papas queman.

Si hay que cerrar fronteras terrestres para evitar un desastre sanitario, ahí va el Ejército, si hay que cuidar cárceles para evitar fugas, allí van los soldados, si hay que rescatar inundados y evacuarlos en cuestión de horas y atenderlos también, o hacer un puente de apuro, o arreglar una escuela de campaña, o trasladar a un enfermo urgente, o rescatar a náufragos, o darle una mano a una policlínica o a un merendero, o hacer casas del Plan Juntos.

Y eso solo en las tareas subsidiarias, obviamente que las principales que hacen a la soberanía (recordemos el tema de las papeleras con Argentina), cuidar nuestro mar y sus riquezas, o impedir o minimizar desastres ambientales, combatir al narcotráfico y cuidar nuestro espacio aéreo. En fin, para eso y además hasta para levantar la basura cuando hace paro Adeom se recurre a las FFAA.

El soldado es el funcionario público más pobre que hay. La mitad vive en asentamientos y espera la Misión de Paz para poder hacerse un baño o agregar una piecita. Su sueldo en mano es de $ 12.000, peso más peso menos. Mientras el proyecto de ley presupuestal es generoso en aumentos de $ 25.000 para los directores políticos del Mides (solo el aumento equivale al sueldo de dos soldados) o se proyectan millones de dólares anuales en compensaciones para los asesores de los ministros, es decir el aparato político del FA, para los militares el aumento es de poco más de mil pesos de promedio. Mientras a los cargos de confianza política se les pagará con recursos de rentas generales, a los soldados se les pagará con lo obtenido por no llenar vacantes de esa cartera. Es decir gasto cero.

El Frente Amplio sigue maltratando a estos uruguayos que no eran ni nacidos cuando el golpe de Estado, pero los tratan como si lo hubieran dado. Ya empezaron a nutrirse las listas de espera de los cuarteles con personas pidiendo entrar, expulsados de la construcción y otras industrias en problemas. En algunas unidades del norte ya hay “aspirantes” que van a trabajar simplemente para tener un plato de comida. Eso pasa hoy, octubre de 2015, no en el 2002.

Si se concreta la reducción de vacantes se cerrará alguna unidad del interior como en Santa Clara con su impacto social obvio en la zona. Debería decirse además quién se hará cargo por las tareas que se les exige y que los uruguayos no solemos reconocer por tanta carga ideológica y prejuicios.

Hay sectores de la izquierda que coinciden con algunas ideas de desmantelamiento de las FFAA. No son nuevas y parecen estar escondidas atrás de estos planteos. Otros no tan elaborados ven la posibilidad de una rebatiña de recursos que recibirá aplausos seguros en los comités de base. Eso es simplemente “infantilismo de izquierda”.

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Javier García

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