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Una oportunidad para el Mercosur

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La victoria de Mauricio Macri de este domingo en la segunda vuelta electoral de la República Argentina marca un cambio de época cuya significación no puede soslayarse.

Todo parece indicar que, aún sin grandes novedades, simplemente con la normalización de la vida institucional y económica, nuestros vecinos poden retomar la senda del crecimiento y la reconciliación social luego de la grieta de odio y rencor abierta a dentelladas por el kirchnerismo.

Otra dimensión del análisis del triunfo de Cambiemos es la internacional, su impacto en la región e incluso más allá. No se necesita mucho esfuerzo para superar lo que fue la deplorable política exterior de los Kirchner y sus sucesivos cancilleres. Su acercamiento al eje Venezuela-Irán, su proteccionismo sesentista, su verborragia agresiva y su desprecio por el Uruguay ciertamente pasarán a ser un mal recuerdo con el nuevo gobierno argentino.

Lo que sí cuesta entender, casi hasta volverse directamente incomprensible, es como puede haber dirigentes del Frente Amplio llorando por los rincones lamentándose de la derrota del régimen peronista. Es complejo de interpretar como se puede ser tan poco uruguayo como para defender a un gobierno infinitamente opaco y maquiavélico que destrató y perjudicó comercial y políticamente al Uruguay a largo de más de una década.

¿Se olvidan acaso de los puentes cortados? ¿De las trabas a nuestras exportaciones? ¿De la humillación al presidente Tabaré Vázquez en la ceremonia de asunción de Cristina Fernández? ¿De las denuncias en la OCDE? ¿Del juicio en La Haya? ¿De los perjuicios económicos que nos costaron millones de dólares y miles de puestos de trabajo? ¿De la retórica vacía de "Patria Grande" en una mano y el garrote en la otra? En definitiva ¿qué tan mal uruguayo se puede ser para lamentar la derrota de un gobierno que le hizo tanto daño a nuestro país?

Es cierto que se puede afirmar, no sin cierta ironía, que el kirchnerismo fue el gran promotor del desarrollo agropecuario del país en los últimos años. Es cierto que muchos inversores argentinos, que trajeron sus capitales, sus conocimientos y tecnología aportaron mucho al Uruguay en la última década. Sin embargo, como es evidente, no fue con la intención de favorecernos sino simplemente un efecto colateral de las increíblemente estúpidas políticas internas que aplicaron y que golpearon tan duramente al sector productivo argentino.

Es probable que con el nuevo gobierno la situación allende el Plata se normalice y con eso puede haber efectos negativos de corto plazo, pero los más trascendentes y de largo plazo serán indudablemente positivos. Los uruguayos en primer lugar desean y en segundo les conviene, que a la Argentina le vaya muy bien. Cualquier otra especulación es falsa.

Macri ha salido a marcar la cancha rápido y bien dentro del Mercosur. Sus primeras manifestaciones, poniendo un poco de sentido común en tanto dislate pseudo progresista, es denunciar la situación de Venezuela por no cumplir con la cláusula democrática del Mercosur. La situación es clara y solo no la ve quien no la quiere ver, un régimen que tiene presos políticos, censura a la prensa y limita el accionar de los partidos de oposición es una dictadura. Cualquier pero que se ponga es justificar la barbarie. Por eso son particularmente preocupantes las declaraciones de nuestro Canciller Rodolfo Nin Novoa en defensa de la dictadura chavista. Lo considerábamos hombre de convicciones democráticas más firmes. Puede que la sumisión a Venezuela esté relaciones con el dinero que todavía no han mandado para pagar a los productores lácteos, aunque los golpes de los radicales de su propio partido, parecen haberlo vuelto más moldeable.

El nuevo gobierno argentino también abre nuevas perspectivas para que de una vez por todas, el Mercosur pueda avanzar en negociaciones comerciales con otros bloques o países. La Argentina que obtusamente se cerró (y nos cerró por inacción nuestra) queda atrás y una más pragmática procurará seguramente, los acuerdos que sean beneficiosos para su desarrollo y allí nuestros intereses son coincidentes. El enésimo relanzamiento de las negociaciones con la Unión Europea o un acercamiento con la Alianza del Pacífico ahora suenan menos utópicos .

Para el Uruguay, el Mercosur y toda América Latina, la victoria de Macri es un saludable soplo de aire fresco que, en vísperas de su asunción, augura mejores tiempos y nos hace pensar que también en Uruguay volveremos a ver una alborada liberal y republicana.

Editorial

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