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Empleo, sindicatos y patrones

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Muchos trabajos van a desaparecer, nos guste o no. Sindicatos y patrones deberían preparar a los empleados para enfrentar esta realidad.

Los guardas de ómnibus, las cajeras de los supermercados, los pisteros de las estaciones de nafta, dejarán de existir. Tampoco se escaparán los de cuello blanco: muchos oficinistas desaparecerán. Los sindicatos van a pelear para que esto no suceda. Podrán ganar batallas durante dos, cinco años,… Pero la guerra ya está perdida: esos empleos tienen los días contados.

¿Qué deberían hacer sindicatos y patrones? Procurar que los trabajadores adquieran nuevas y mejores capacidades: esto les permitirá ser empleables en otros sectores de la sociedad. Ejemplo: si usted es dueño de un supermercado o directivo del sindicato respectivo, tendría que procurar que todos los cajeros terminen Educación Secundaria mientras trabajan en el supermercado y hagan, al mismo tiempo, una especialización en programación y sistemas. Si usted, directivo de sindicato o patrón no hace esto, realmente les está haciendo un daño —quizás irreparable— a los trabajadores y a sus familias. Es un buen momento para hacer un examen de conciencia personal: ¿yo que estoy haciendo por mis trabajadores?

Evidencia.

La edición de The Economist de algunas semanas atrás indicaba que entre 1996 y 2015 el porcentaje de personas empleadas en trabajos rutinarios en EE.UU. declinó de 25,5% a 21%, eliminados siete millones de puestos de trabajo. También cita una investigación de Pascual Restrepo, del MIT, que muestra que la crisis financiera de 2007-2008 empeoró el panorama: entre 2007 y 2015 la oferta de trabajo para trabajadores no calificados sufrió una baja de 55% respecto a otros trabajos.

Esa misma edición de la revista señalaba algunos puntos de luz en el horizonte. En el Reino Unido existe un programa llamado UnionLearn que usa a los representantes sindicales tanto para informar a los trabajadores sobre las opciones para capacitarse, como para transmitir a los patrones los pedidos de los trabajadores para capacitación (parecería que los trabajadores tienen más inclinación a hablar con el sindicato —y no con los empresarios— sobre las carencias que enfrentan en materia de capacitación). Termina The Economist señalando que un estudio de la Leeds University Business School muestra que entre 2001 y 2013 los trabajadores sindicalizados tienen 33% más chance de haber recibido capacitación en el trabajo que los que no están sindicalizados.

David Autor, investigador del MIT, hace una interesante exposición en una reciente charla TED, titulada: "Will automation take away all our jobs?". La tecnología, sin duda, elimina puestos en ciertos sectores (también para los de cuello blanco), pero en la economía en su conjunto, el trabajo aumenta. Muchos de los sectores de actividad en los que actualmente trabajamos —salud y medicina, finanzas y seguros, electrónica e informática— eran prácticamente inexistentes un siglo atrás. La tecnología tiene un efecto apalancamiento: aumenta el horizonte alcanzable mediante nuestro trabajo. Desarrollamos nuevos productos, nuevas ideas, nuevos servicios. Así como están desapareciendo cierto tipo de empleos, prosperan los trabajos que demandan creatividad, pericia, habilidades múltiples.

Alternativa.

Nuestro destino no está determinado por las máquinas. David Autor señala que la revolución tecnológica en el agro del siglo XIX desplazó a millones de jóvenes que ya no eran necesarios para producir comida. Pero la sociedad no se quedó cruzada de brazos: a todos esos niños se los puso a estudiar, al menos hasta los 16 años (lo que se conoce como el "high school movement"). Fue una apuesta arriesgada: destinaron recursos a educarlos bien y prescindieron del aporte del trabajo juvenil en el campo. "Esta fue una de las mejores inversiones de los Estados Unidos en el siglo XX: nos dio mano de obra con nuevas habilidades, flexible y productiva. Imagínense qué sería de esos niños y sus hijos si no hubieran adquirido esas nuevas habilidades: muchos de ellos hoy serían desempleados, imposibles de ser empleables", señala el economista del MIT.

Termina su charla TED con una información que nos mueve a actuar ya: "Hemos visto una reducción de 95% del empleo en el agro en los últimos 100 años, y no se produjo escasez de alimentos. Esto es una impresionante cantidad de progreso. Espero que la humanidad encuentre algo remarcable para hacer con toda esta prosperidad".

Hay caminos.

Si tengo una estación de nafta o soy el representante sindical de los pisteros, la mejor manera de ayudar al trabajador es procurar que aumente sus habilidades para ser empleable en el futuro. Habilidades que abarcan incluso hasta aprender algunas herramientas de finanzas personales (para no endeudarse con la tarjeta de crédito, para no deslumbrarse con los préstamos de efectivo a sola firma, para aumentar sus ahorros desde el primer día que comienzan a trabajar, para invertir en la educación de sus hijos, para tener siempre un plan B si se queda sin trabajo).

Sindicalistas y patrones: el destino de sus trabajadores no está sellado. La suerte de los empleados no la determinan las máquinas. Tampoco la determina el mercado. Depende de ustedes. Y se les va a pedir cuentas.

ALEJANDRO CID

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