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Hay que llegar a diciembre

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A newsstand owner counts Argentine pesos bills in Buenos Aires on January 24, 2014. Argentina on Friday lifted restrictions in place since 2011 that limited the purchase of foreign currency, a day after the peso suffered its worst single-day dive since the 2002 financial crisis. The government has decided "to authorize the purchase of dollars for holding or savings," said Jorge Capitanich, President Cristina Kirchner's cabinet chief. The restrictions had always been temporary and had served their purpose. AFP PHOTO / LEO LA VALLE ARGENTINA-ECONOMY-CURRENCY
LEO LA VALLE/AFP

En su retirada del gobierno, el kirchnerismo está dejando tierra arrasada. Ya no se trata de ganar votos implementando políticas populistas. Ahora se trata de llegar al 10 de diciembre sin que estalle el mercado de cambios y dejándole todo el campo minado al próximo presidente.

El listado de problemas que deja el kirchnerismo es muy largo, pero podemos señalar como los más urgentes el gasto público récord con una presión impositiva inédita, que está asfixiando al sector privado que trabaja en blanco. A pesar de la expoliación fiscal, el déficit del sector público sigue creciendo.

Además, deja una fenomenal distorsión de precios relativos, entre ellos un retraso del tipo de cambio muy importante y un BCRA que no tendrá reservas libres cuando asuma el próximo gobierno. Todo esto en un contexto de una pobreza que llega al 30% de la población, indigencia y desocupación.

Por el lado de las reservas, si bien los datos cambian diariamente, tomando los números informados por el BCRA al 31 de agosto pasado se verifica una situación extremadamente crítica. Veamos. A los US$ 33.606 millones de reservas que declara tener el BCRA en la fecha mencionada, hay que restarles US$ 7.846 millones de encajes en moneda extranjera dado que son dólares de los depositantes en los bancos, que éstos tienen que inmovilizar en Central.

También hay que restar US$ 11.000 millones del swap con China, ya que es deuda que vence en un año y los US$ 8.000 millones de deuda comercial que tienen las empresas por importaciones realizadas y no pagadas. Técnicamente Argentina está en default comercial porque así como no pagar en fecha un bono es default, también lo es cuando no se pagan las obligaciones comerciales.

Además, hay que quitar de las reservas otros US$ 2.000 millones ya que al cambiarse el domicilio de pago hizo que acreedores del exterior no cobraran los cupones. Es decir, ese dinero, computado en las reservas, en realidad es de los tenedores de bonos que todavía no vinieron a cobrar. El dentista de Texas que tiene Boden 2015 por el canje de 2005 no vino a cobrar sus cupones, por lo tanto esos dólares no son del BCRA. De aquí a fin de año quedarían US$ 4.760 millones de libre disponibilidad para hacer frente al vencimiento del Boden 2015 más algunos pagos a organismos como el Club de París. La cuenta final da que las reservas que le entregarían al próximo gobierno serían negativas. O sea, van a utilizar o ya estarían usando dólares que no le pertenecen al BCRA para vender dólares ahorro. Por ejemplo, pueden estar usando parte de los encajes en dólares para vender dólares ahorro, con lo cual los que depositaron dólares en los bancos podrían tener problemas para cobrar sus depósitos.

Considerando las ventas de dólares ahorro que se están realizando, entre septiembre y diciembre, mes en que CFK tiene que dejar el poder, podrían venderse otros US$ 2.100 millones de dólares ahorro, agravando la situación de reservas que recibiría el próximo gobierno.

Por ello hay que insistir en que el cepo solo es sostenible con una feroz recesión, ya que habría que limitar la venta de divisas para pagar importaciones o, luego de conocido el resultado electoral, dejar de vender dólares ahorro y permitir que el dólar blue escale y destinar unos pocos dólares a pagar importaciones.

Tanto desde el gobierno como desde algunos sectores de la oposición se insiste en que no se puede salir enseguida del cepo porque faltan dólares. En rigor es exactamente al revés. Faltan dólares porque está el cepo. Si agregamos que el gobierno se sentó sobre el tipo de cambio nominal para usarlo como ancla contra la inflación, la caída del tipo de cambio real está afectando ferozmente las exportaciones. Un dato a tener en cuenta es que, incluso hasta los productores de soja están complicados para cerrar sus números. Dada la inflación interna y el tipo de cambio que se mueve lentamente, los costos en dólares crecen todos los meses en tanto que el tipo de cambio del sojero es de $6 por dólar, es decir, un 26% más bajo que en el 1 a 1 de la convertibilidad cuando se trae ese tipo de cambio a valores de agosto de 2015. Esos $6 para el productor de soja surgen de tomar el tipo de cambio oficial y restarle el 35% de retenciones a las exportaciones. Y no es que el precio internacional de la soja sea malo. El precio promedio de la soja en 2001, cuando comenzó la crisis del sector externo, era de US$ 170 la tonelada. A valores actuales, considerando la inflación de Estados Unidos, sería US$ 226 la tonelada. Es decir, hoy con una soja de US$ 320 se está US$ 100 por arriba del precio promedio del 2001 y a pesar de todo hay crisis proveniente del sector externo.

Considerando la devaluación del real en Brasil y la recesión que atraviesa nuestro vecino, la caída de las exportaciones por efecto del menor tipo de cambio real y la crítica situación de las reservas internacionales, luce bastante complicado imaginarse que no habrá un salto cambiario con el próximo gobierno. La intensidad de ese salto de dependerá de quién gane las elecciones y cómo encare inicialmente la política económica.

Si, cualquiera sea el ganador, cree que de este lío se sale retocando este impresentable modelo, entonces estaremos en serios problemas.

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Roberto Cachanosky

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