El nuevo disco de Tabaré Cardozo tiene tres atractivos principales: los invitados que participan, las canciones bien construidas y la murga rock que lo atraviesa todo.

El cantautor decidió esta vez desarrollar su veta rockera al máximo —dejando a un lado la murga-canción— aún sabiendo que parte de su público podría disgustarse. Su primer acercamiento a este estilo fue en Pobres poderosos, pero es en Malandra que atraviesa el umbral por completo. Aún así su imponente coro murguero es el gran denominador común del flamante repertorio que recurre a la guitarra eléctrica como sonido dominante. Contiene quince canciones y un bonus track.

El comienzo es con Malandra, la que da título al conjunto y se gestó como la segunda parte de La Violencia, el famoso cuplé de Agarrate Catalina devenido en canción. Cardozo esta vez reflexiona sobre las dos caras de una misma moneda: la delincuencia y sus víctimas y la pregunta que apela a la empatía extrema: "¿qué pasaría si yo estuviera en tu lugar?". Comienza a ritmo de cumbia electrónica y se pasea por el reggae y la murga con la participación de León Gieco, un gran aliado de Agarrate Catalina. El discurso humanista, socialista y los planteos existenciales están a la orden del día en el universo inquietante, profundo, desgarrado y al mismo tiempo optimista que propone Cardozo.

En general su lírica es directa y no apela a metaforizar la realidad ni a frases rebuscadas. Pero en esa simplicidad, sin embargo, encierra desde su primer disco un estilo poético limpio y reconocible.

En Tres Cabezas se despacha con un rock "poguero" de estadio, vestido con un arreglo de vientos muy funcional. Mientras que en Brujos y científicos aparece Fernando Cabrera, con esa magia interpretativa que convierte en oro todo lo que amalgama.

No puede más es un samba con guitarra eléctrica, un canto de libertad y el único tema que interpreta solo Tabaré Cardozo. Miss Universo llega cargada de ironía y humor, al tiempo que representa una seria crítica social en pos de la tolerancia, con Choleman y Gonzalo Brown como invitados. Junto con Malandra es de los mejores en la lista y dice: "Derrocar todas las dictaduras, enseñar y cosechar cultura en lugar de armarse hasta los dientes, intentar curar a nuestra gente. Tan difícil no debe ser, ahora que lo pienso, si en la tele lo dijo ayer una Miss Universo".

Todo el año es rocanrol baja acertadamente los decibeles y da un respiro en el momento justo con guitarra acústica y armónica, para después dar paso al rock y el ska que predominan en los siguientes surcos. Vivir podría haber sido perfectamente un cuplé para Carnaval y sin embargo es una canción hermosa, con cierta oscuridad y el acordeón a piano marcándole la cintura.

Ana Prada participa en un tema que no la favorece ni le permite lucimiento. Su voz era ideal para otra pausa acústica. Pero Cardozo la ubicó en La ruta de las golondrinas. Tabaré Rivero y Christian Cary de La Triple Nelson participan en Todos contra todos y Buceo Town, respectivamente, en un momento del disco —que si se escucha en el orden establecido (una costumbre casi perdida)— se espera otra vuelta de tuerca, una sorpresa que escape a la fórmula establecida.

Entonces aparece resplandeciente El último clavel con Alejandro Balbis, acordeón a piano e instrumentos reproducidos con la boca. Alejandro Spuntone dice presente en Voy a salir mientras que el dúo de Emiliano Muñoz y el "Zurdo" Bessio viste a Ruleta Rusa, una murga con atmósfera tanguera desde el discurso: "la realidad es un puñal desafilado que se clavó en tu costado", dice el estribillo que prepara para lo que viene después.

Como extra Cardozo grabó una milonga solo acompañado por Guzmán Mendaro, uno de los guitarristas más requeridos de la escena local, especialmente desde la disolución de Hereford y desde que lo convocó Jaime Roos y conformó un dúo con Spuntone. Tío Claudio retrata a un personaje de forma anecdótica que cree en la existencia de extraterrestres. La carátula es la ilustración de un ojo irritado, presumiblemente de un animal emplumado.

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