Publicidad

Jorge Nasser: "Yo soy un tipo bastante simple"

Compartir esta noticia
"Compuse mucho. Ahora no, porque trato de no repetirme". Foto: M. Bonjour
[[[

Los 30 años que Jorge Nasser se propone festejar el próximo miércoles 15 de julio a las 21:30 en la sala principal del Teatro Solís, abarcan de todo. Van desde su primera experiencia con el candombe beat hasta esta milonga rockera de su presente, y pasan por la cumbia y el folclore.

Muestran a un artista sin prejuicios, con más de una decena de discos editados, una trayectoria sólida y un futuro sin planteos exigentes. Después de tantos años "secuestrado" por la música, confiesa a El País, es hora de dedicarse a vivir, dejando su trabajo, seguramente por primera vez, en un segundo plano. El cantautor debió someterse a una riesgosa operación de columna en 2011, que lo impulsó a cambiar su perspectiva. Acaba de llegar de un viaje a Cataratas del Iguazú, experiencia "intensa" que le recomienda a cualquiera que le guste la naturaleza, y eso lo llenó de energía. "Yo nunca me iba de vacaciones antes, pero ahora me estoy dando un tiempo para vivir", confiesa.

El año pasado se fue con un amigo a hacer la ruta del blues, paseó por Nashville y se acercó, como le ha sucedido profesionalmente, una vez más al rock. "Estos días son una locura", admite en su casa, sacudida por los preparativos de un ensayo que ocurrirá apenas termine la entrevista. Con su banda preparó 42 canciones, pero la idea es hacer 30 —"prometimos 30 años en 30 canciones", dice—, aunque los planes siempre pueden cambiar. La vida de Nasser ha cambiado bastante desde aquellos alocados pero fundamentales tiempos de Níquel, ha dejado sus malos hábitos y ha priorizado su bienestar y su familia. "La única adicción que mantuve es la adicción a la adrenalina. La peor, ¿no? Pero bueno, es lo que hay. La adrenalina es andar corriendo, no saber qué te va a pasar…", comenta, repasando sus últimas tres décadas.

—Si a las letras de Pequeños milagros les cambiás los acordes, son rocanroles. Hay una conjunción equilibrada de lo que has hecho en estos 30 años.

—Sí, es un disco que me encaminó bastante a la síntesis. Hay mucho rock en las letras… Qué suerte, ¿no? Porque yo había dejado el sonido del rock y también me había alejado en la parte letrística, había buscado otros horizontes, y ahora recuperé la mitad de mi carrera artística.

—¿Por qué decidiste alejarte?

—Yo no sólo tocaba rock sino que vivía con los paradigmas del rock: sexo, droga y rocanrol. Más que nada droga, y alcohol. Y eso me estaba llevando a un camino sin salida desde lo humano. A la vez tenía una familia, y tuve que optar. Y opté por vivir. Las milongas me orientaban a una cosa mucho más humana, es el ying y el yang de mi música: por un lado el rock y el blues. ¡La pucha, el blues es súper salvaje! Ahora estuve tocando unos blues y es una música vibrante. Y por otro las milongas, que traen unos ecos de la tierra.

—Estuviste tocando blues. ¿Con qué otras cosas te encontraste?

—Me encontré con parte del primer álbum (Era el mismo, Sondor, 1985). Hay que tomar en cuenta que en ese momento yo nunca había grabado profesionalmente. Me reencontré con esa parte pre Níquel.

—¿Esa parte es rockera?

—No, es más Jaime Roos. Esa música candombe beat y murga, la que sintetizó Jaime Roos en su momento. Me identificaba mucho con eso, pero hice ese disco y me di cuenta que no tenía capacidad para hacer esa música, que lo mío era más gutural o cuadrado. Simple. Yo soy un tipo bastante simple. Me sentía más cómodo en el rock, evidentemente encontré ahí mi camino.

—¿Cuántos discos grabaste en total?

—No llevo la cuenta.

—Con Níquel grabaron mucho.

—Sí, hicimos 10 o 12 discos, no sé. Es horrible, debería saber. Ocho seguro, algunas recopilaciones…

—¿Cuántas canciones registraste?

—Tengo alrededor de 200.

—¿Componés mucho?

—Compuse mucho. Ahora no, porque trato de no repetirme, es una elección. Pero después que termine esto ya estoy sintiendo que hay cosas para escribir, para decir, así que supongo que va a salir alguna cosita. Compongo sí, normal. No soy un tipo híper prolífico. Bueno, no sé, depende cómo se lo vea, porque 200 canciones son unas cuantas. Tiro poco, debe ser eso. Trato de salvar todo lo que escribo.

—Pero si sos exigente y tirás poco, es porque las cosas están bien.

—Sí, porque el filtro ya está adentro. Es hora de revisar una cantidad de cosas; creo que ya en Pequeños milagros hay una intención de liberarse de una exigencia espartana. Escribo; algunas mejor, otras no… lo importante es que sea verdad, que sea natural, que conecte conmigo. Es también lo que busco cuando escucho la canción de otro.

—Te encontraste con ese primer disco, ¿y qué otras cosas pudiste rescatar?

—Una de las cosas que me encontré es que hay cosas que hay que dejar atrás, que hay canciones que no van a estar. Lo cual está bueno, porque la propuesta de hacer este show te obliga a eso, a ver la finitud de las cosas. Es una de las enseñanzas de este show y de la revisión. De alguna forma tiene que ver con la vida también. O sea: te morís.

—¿Has visto diferentes formas de tu personalidad en estos 30 años? ¿Has encontrado que hay algún Nasser que te gusta más que otro?

—Me parece que en todas las etapas ha habido picos buenos. Si pienso en Nasser en el Plaza, el DVD, pienso: está bueno eso. La etapa de Níquel en la época sinfónica, a mitad de los 90, hay un Nasser muy completo. Bien al comienzo, en la época de Gusano Loco, hay un Nasser incipiente pero también con su vigor… El comienzo se parece bastante a ahora, hay una cosa de circularidad que tiene que ver con cómo pienso y siento el arte. Es como una vuelta en el gusano loco.

—Si sos un adicto a la adrenalina imagino que te quedan cosas por hacer, y que eso te debe gustar.

—Sí, hay que matizar ahora con vivir. Durante gran parte de estos 30 años pensé que la obra justificaba los medios. Viví para construir una obra musical, un cancionero, sonidos. Evidentemente, para hacer mucha cosa tuve que dejar de hacer… De hecho, yo dejé de hacer casi todo lo demás que se hace en la vida. Tengo mucha asignatura pendiente en ese plano.

—¿Con qué cosas?

—Mucha de mi adrenalina está orientada a pasear, a estar con mis hijos, a hacer otras cosas en el terreno de la comunicación. Viajar. Y la música también, pero ya ocupando uno de los lugares, y no como ocupaba antes absolutamente todo. Apenas había espacio para dormir y atender las necesidades mínimas de mi familia. Estoy tratando de buscar un equilibrio, y pienso que este show es un encuentro desde ese lugar con todo aquello y lo de ahora. Creo que me va a dejar en un buen modo para seguir viviendo, para seguir escribiendo. Lo que sí, no voy a festejar ni los 35 ni los 40 años en la música. Es ahora, el 15 de julio; es el momento de repasar todo. Después ya no va a haber más repasos, al menos desde el punto de vista formal. Lo que me va a dejar del 15 de julio para adelante es la memoria vacía, todo para llenar. Voy a tener espacio en el disco para ir llenando con lo que se me antoje.

La compañía necesaria en este Solís.

Una decena de músicos participará del show. Estarán Juan Pablo Chapital, Gonzalo De Lizarza, Santiago Cutinella, Alejandro Ferradás y los hermanos Méndez en guitarras; Nico Román y Fafa Barboza en bajo, Javier Villa y Gerónimo De León en batería, Wilson Negreira y Pablo Leites en percusión y Pablo Gómez en teclados. Como invitados estarán el dúo Spuntone-Mendaro y Sandra Mihanovich.

SABER MÁS

Nasser y los momentos de una carrera de tres décadas.

El músico se dio cuenta que en 2015 iba a cumplir 30 años desde la salida de su primer disco cuando le acercaron, en un show en Buenos Aires, un disco para firmar. "A partir de ahí se disparó", cuenta Nasser, partiendo desde su primer disco solista, que fue editado previo a la etapa de Níquel. La banda, una de las más influyentes en el rock uruguayo de la década de 1990, que se gestó en Argentina con el guitarrista Pablo Faragó.

La mitad de la historia musical de Nasser transcurrió en esa formación. Cuando dio un paso al costado decidió refugiarse en las milongas, y ha editado cinco discos como solista. El último, Pequeños milagros, incluye "Cumbia de la balacera". "Los ritmos no tienen la culpa de lo que pasa encima de ellos", dice Nasser sobre esa canción, afirmando sin prejuicios: "Me interesa la cumbia de protesta, me gusta".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Foto: M. Bonjour

música - entrevista a jorge nasserBELÉN FOURMENT

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad