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El terror es ciego y con muchos dientes

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Foto: 20th Century Fox

Se estrenó la sexta película del canon Alien: "Alien Covenant". Acá, la crítica de la película y una infografía interactiva para ver cómo se llegó hasta acá.

¡Qué bicho más resistente! Película tras película se ha tratado de eliminar definitivamente a esta amenaza, pero no hay forma: siempre está volviendo, como Troilo.

Además, ha recaído sobre el género femenino la desagradable y muy peligrosa tarea de enfrentar al xenomorfo más famoso del cine. Primero le tocó a Ellen Ripley (Sigourney Weaver) en cuatro oportunidades. Luego fue Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) y ahora es el turno de Daniels (Katherine Waterston).

Una parte de la explicación por la cual Alien es una de las escasas franquicias cinematográficas en la que el protagonismo es femenino —Resident Evil también es así— es que la historia es, entre otras cosas, una alegoría sobre la maternidad. Eso fue insinuado ya en Alien: el octavo pasajero, la película de 1979 dirigida por Ridley Scott (como esta), y explicitado brutalmente en Aliens, la de 1986 de James Cameron. Ahí, Ripley le espeta a la reina alienígena: “¡Aléjate de ella, perra!”. Tanto la humana como la bestia defendían a sus respectivas crías.

Esta película se ambienta temporalmente varios años después de lo narrado en Prometeo (2012), donde Scott volvió a tomar las riendas de la dirección. A su vez, tanto Prometeo como Alien Covenant son historias que en el universo narrativo de la marca son anteriores a las contadas en las películas de 1979, 1986, 1992 (Alien 3) y 1997 (Alien: Resurrección).

Todo eso es interesante para los más fanáticos, pero se puede prescindir de esa información y aún así disfrutar (bueno, disfrutar cinematográficamente) de tanto Prometeo como Covenant, tituladas así por los nombres de las naves que llevan a las tripulaciones hasta sus aciagos y sangrientos destinos.

La Covenant de esta película lleva un montón de humanos congelados, y también muchos embriones. La idea es que una vez arribados a un nuevo planeta, se iniciará una colonización.

Ahí hay otro componente esencial de estas historias, uno que tiene que ver con el capitalismo y el imperialismo. En esta franquicia, el impulso de colonizar y expandirse —de ir en busca de nuevas fronteras tal como aquellos colonos que partían hacia el oeste en los westerns— es presentado formalmente como una iniciativa civilizatoria. Exactamente lo mismo que decían de sí mismas España, Inglaterra, Francia y otras por entonces potencias que subyugaron a poblaciones enteras en América, África y Asia.

Pero como también queda claro en la mayoría de las películas de este universo cinematográfico, atrás de todo ese discurso asoma La Compañía, que no tiene ningún problema en sacrificar a quien sea para hacerse del bicho sin ojos y tratar de convertirlo en armamento biológico.

El esquema narrativo de Alien Covenant se nutre bastante de Aliens, la de 1986.Ahí,la nave Sulaco llevaba un contingente militar para aniquilar a los xenomorfos. Acá también se trata de un emprendimiento colectivo. Y aunque no sea una misión militar, el desembarco de la tripulación en un planeta desconocido se le parece bastante. No llevarán uniformes, pero sí llevan armas y responden a un capitán.

Lo que sigue puede ser bastante fácil de adivinar, pero Scott no es un cineasta del montón. Aunque algunas de sus películas no ameritan mucha atención, hay en su dirección un rasgo de talento que lo separa de la mayoría. Y hay otro rasgo de pasión que llega incluso a desacreditar su edad (en noviembre cumple 80 años).

Si en Prometeo había dado un primer pantallazo de algunas reflexiones sobre asuntos como la inmortalidad y el creciente ensamblaje entre lo humano y la maquinaria, acá va aún más lejos en ese sentido y se acerca —al menos un poco— a niveles de reflexión “kubrickianos”. Y cierra todo eso con una secuencia de acción final que, a su vez, lo emparenta con el mejor James Cameron. Seguí así Ridley.

Foto: 20th Century Fox
Foto: 20th Century Fox

CINEFABIÁN MURO

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