Durante la segunda guerra mundial, el político y alquimista Humberto Pittamiglio le ofreció al Papa Pío XII refugio en su castillo. El pontífice nunca llegó a Uruguay, pero en reconocimiento al gesto la Iglesia Católica le regaló una caja de habanos Montecristo. La anécdota inspiró a los dueños del museo-restaurante que el 7 de julio abrirá sus puertas en el Castillo Pittamiglio de Punta Carretas y que, a raíz de la historia, llamarán Montecristo.

La iniciativa –que combina gastronomía y cultura en un edificio declarado Patrimonio Histórico– apunta a explotar al máximo toda la mística y arquitectura del castillo, así como a sorprender con innovadoras propuestas. Para lograrlo se invirtieron 200.000 dólares.

A pesar de que miles de uruguayos pasan diariamente frente a la construcción y observan la Victoria de Samotracia que destaca en su fachada, muy pocos son los que conocen la particular historia del lugar y de su creador. Para Guillermo Celiá, responsable del nuevo complejo gastronómico, éste es uno de los puntos de mayor interés y por eso su intención es explotarlo al máximo. "Cada rincón del castillo tiene una causa, un por qué; las puertas que no llevan a ningún lado, las escaleras que terminan en el aire, los recovecos, las flechas en el piso. Todos los lugares se comunican. Es la búsqueda del alquimista".

MISTICA Y VINOS. Aunque muchos piensen lo contrario, la entrada principal al castillo no está sobre la Rambla, sino sobre la calle Francisco Vidal. Desde allí –donde se pueden apreciar detalles arquitectónicos como la gárgola de oro en las alturas del edificio y pequeños diamantes que adornan las torres– se ingresará al museo restaurante.

Fusionar la tecnología y la estética moderna con la esencia histórica del lugar fue una de las premisas en el trabajo de reciclaje. "Respetamos mucho los mármoles, los vitreaux, las figuras", apuntan las diseñadoras Susana Carámbula y María Laura Battaglino, encargadas de la decoración del lugar.

La recorrida inicial regala varias sorpresas. Un techo de vidrio cubrirá gran parte del espacio. Habrá un sushi bar, donde se utilizarán leeds, un sistema de iluminación más moderno que la fibra óptica, que cuenta con la característica de que permanece siempre encendido y crea un ambiente particular.

Atravesando esa sección se llega al octógono, un espacio significativo en el edificio ya que el ocho es un número importante para la alquimia. Allí está el punto más energético y habrá una haz de luz que apunta a ese lugar exacto. Para Celiá, "cuando recorrés todo el castillo y terminás acá, tenés como una reverberación de tu energía". En el marco del nuevo proyecto, esta habitación atenderá a grupos grandes de gente. Las mesas tendrán una forma especial para que todos se puedan ver las caras.

Otra novedad será el jardín de invierno. En este lugar funcionará parte del restorán y salón de té. Allí hay bustos de Napoleón, Pericles y el llamado "Hombre que no mira a ningún lado", aunque según cuenta Battaglino "donde sea que te pares parece que siempre te mira". Desde este jardín se accede a los baños, y para llegar a ellos se pasa por las dos cavas de vino que tendrá el Montecristo. "La más pequeña es exclusiva, para entrar tenés que ser cliente preferencial y tendrás todos los vinos de reserva de cosecha", asegura Celiá.

La cava mayor ocupa la habitación donde se encontraba el laboratorio de Pittamiglio, exactamente debajo del octógono. "Nadie entraba allí en su época. Es el lugar de búsqueda y reflexión. La idea es que la gente pueda conocer el laboratorio y a la vez la cava. Cada una de las paredes será para una bodega nacional diferente. En el medio se podrán realizar degustaciones".

Por el jardín de invierno también se llega a un pequeño living, comunicado con el resto del castillo, pensado para reuniones de trabajo, por lo que contará con un proyector, DVD y demás equipamiento.

COCINA. La gastronomía será variada, de calidad y accesible, aseguran los responsables del Montecristo. El sushi y la cocina de autor convivirán con platos típicos como parrilla y chivitos. Marcelo Bornio, chef del restaurante, afirma que es importante mantener las bases de la cocina tradicional. "Uno no puede jactarse cuando no sabe hacer una buena salsa o un omelette". El experto sostiene que es fundamental el aporte de la cocina mediterránea (francesa, española e italiana) agregando el actual furor por lo asiático.

Los postres, pastas y panes serán artesanales. "Esta es la oportunidad de mi vida, lo que siempre soñé hacer en gastronomía. Desde la tostadita hasta el postre, es todo elaboración nuestra. Pan saborizado, grisines", explicó Bornio.

Tanto despliegue no se traducirá, sin embargo, en precios desmedidos, dice Celiá. "El menú ejecutivo y servicio de buffet de tenedor libre no va a sobrepasar los 150 pesos. El té completo no superará los 130 pesos".

El concepto de museo- restaurante no es muy frecuente, pero si se trata de abrir un espacio en el Castillo Pittamiglio, la idea suena sensata. "Nuestra intención es que la gente pueda aprender y disfrutar de un museo casi sin darse cuenta. Por qué están los vitreaux, qué quieren decir, ese tipo de cosas. Todo significa algo y todo es parte del museo", recuerda el responsable del proyecto, Guillermo Celiá.

De las 101 personas que trabajarán en el Montecristo, gran parte estarán capacitadas para responder a todas las preguntas de los clientes acerca de Pittamiglio y su castillo. "Se apuntará al turismo fuertemente. No podemos tener un lugar como este y que no se conozca. Además de español, se va a hablar inglés, italiano, francés y portugués. La información va a estar digitalizada en monitores de plasma en las paredes, en todos los idiomas, para que el turista pueda saber qué significado tienen los diferentes símbolos y objetos: todo culmina en un círculo que es la Victoria de Samotracia, el resumen de la búsqueda", dice el gestor.

Este dinámico museo será complementado con otra agenda cultural. La intención es conformar un calendario de exposiciones de arte, charlas, lanzamientos de libros y tardes literarias. La primera fecha es del escultor Giorgio Carlevaro, con una muestra que durará tres días. Luego comenzará la rotación con otros artistas.

- Tristano muere, de Antonio Tabucchi. Tristano, un italiano que ha combatido por la libertad de su país, agoniza atenazado por la gangrena y las jaquecas. En medio de la morfina que le suministran, repasa su pasado y cerca de 60 años de historia de Italia, con sus tragedias y simulacros. Editorial Anagrama, 192 páginas.

- La fuga de Punta Carretas, de Eleuterio Fernández Huidobro. El ex guerrillero tupamaro y actual senador de la República relata la fuga masiva de presos políticos más grande de la historia, de la cual fue protagonista en 1971. Nueva edición de un libro imperdible. Ediciones de la Banda Oriental. 240 páginas.

- Seguro de depósitos. ¿Una solución para Uruguay?, de Ana Subía, Santiago Gallinal y Rodrigo Muñoz. En enero de 2003 se creó el Seguro de Depósitos, con el objetivo de que los ahorristas recuperaran la confianza en el sistema financiero tras la crisis de 2002. Los autores de este texto abren la discusión acerca del alcance de este mecanismo, su eficacia y sus consecuencias. Fundación Bank Boston. 208 páginas.

- Tiempos de dictadura 1973/1985. Hechos, voces, documentos. La represión día a día, de Virginia Martínez. La autora, profesora de historia egresada del IPA, repasa el oscurantismo de los años de gobierno militar, luego del Golpe de Estado. En forma cronológica, "el libro reconstruye el día a día bajo la dictadura. Junto a los principales hechos y protagonistas de ese período, también están presentes en el trabajo los pequeños y grandes actos de los hombres y mujeres que hicieron historia de esa década", se señala en la contratapa de la publicación. La escritora, por su parte, aclara en el prólogo que no se trata de un libro de historia, sino de una ayuda para la memoria. Ediciones de la Banda Oriental, 289 pags.