Aumenta la tensión entre Irán y Brasil

| Ruptura. Dilma Rousseff da vuelta la página a las buenas relaciones impulsadas por Lula

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TEHERÁN | THE NEW YORK TIMES

Pareciera que los esfuerzos de Irán para cultivar el apoyo político de América Latina en un momento de creciente tensión internacional por su programa nuclear, se toparon con un obstáculo: Brasil, un centro económico neurálgico en la región.

Después de que el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad realizó un recorrido por cuatro países latinoamericanos este mes, uno de sus principales asesores intentó darle un golpe público a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cuando dijo que "destruyó años de buenas relaciones" entre ambos países.

"La presidenta brasileña ha estado golpeando todo lo que logró Lula", dijo Ali Akbar Yavanfekr, quien ha trabajado como el principal asesor en medios de Ahmadinejad, en una entrevista publicada el lunes por Folha de Sao Paulo, un importante diario brasileño, en la cual compara a Rousseff con su predecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva.

Lula, que dejó el cargo hace 13 meses, visitó Teherán en 2010, hundiéndose en la diplomacia de Oriente Próximo en un intento por distender la crisis por el programa nuclear iraní. Junto con el gobierno turco, forjó un acuerdo de intercambio de combustible para que Irán transportara uranio poco enriquecido a otros países.

El acuerdo fracasó cuando el gobierno de Barack Obama lo rechazó e Irán dijo que planeaba seguir enriqueciendo uranio. Aun así, las exportaciones de Brasil para Irán aumentaron en los siguientes meses; por un breve lapso en 2011, Irán superó a Rusia como el mayor mercado de las exportaciones de carne de res de Brasil.

No obstante, en los últimos meses, los vínculos comerciales entre ambos países se han deteriorado. Las exportaciones brasileñas a Irán aumentaron a 2.100 millones de dólares en 2010, de 1.200 millones de dólares el año anterior. Sin embargo, ahora, algunas empresas brasileñas se quejan de que se dificulta más obtener las licencias de importación iraníes, lo que frena a un mercado por lo demás dinámico para Brasil.

"Desde octubre, notamos interrupciones abruptas en las adquisiciones de Irán", dijo Francisco Turra, el presidente del organismo gremial Unión Avícola de Brasil. Comentó que funcionarios de la embajada iraní en Brasilia y en la brasileña en Teherán le aseguraron a su organización que las exportaciones brasileñas aún son bienvenidas en Irán. Turra dijo que espera que se den a conocer las nuevas estadísticas sobre las exportaciones para determinar cómo proceder.

El problema. Los puntos de vista de Yavanfekr, un personaje político influyente aunque polarizante en Irán, presentan un dilema para Brasil, a medida que intenta implementar una política exterior pragmática por la cual se mantenga el acceso a mercados importantes, pero se eviten las confrontaciones.

No obstante, el año pasado Rousseff apoyó una medida de Naciones Unidas para investigar acusaciones de abuso de los derechos humanos en Irán, una iniciativa liderada por Washington. La decisión se percibió como un cambio sutil respecto de las relaciones.

Tovar da Silva Nunes, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, declinó comentar sobre las observaciones de Yavanfekr. Pero sí dijo que las relaciones con Irán siguen siendo cálidas, lo que se refleja en una reunión entre el ministro de Relaciones Exteriores Antonio Patriota y su contraparte iraní, Ali Akbar Salehi, en Naciones Unidas en septiembre, acordada a solicitud de Irán. Más aún, Da Silva Nunes dijo que Brasil sigue siendo "escéptico" sobre el uso de sanciones contra ese régimen.

Qué tan estrechamente reflejan las observaciones de Yavanfekr los puntos de vista de la elite política iraní, es materia de debate. Aunque ejerce su influencia en el círculo de asesores más importantes del presidente, por haber fungido como director de la Agencia de Noticias de la República Islámica y del diario oficial de Irán, Yavanfekr también estuvo bajo escrutinio en medio de una rivalidad dentro de la dirigencia de Irán.

Un tribunal en Teherán lo sentenció a un año de cárcel por insultar al ayatolá Ali Jamenei, el líder supremo de Irán, lo cual expuso la fricción entre Ahmadinejad y los conservadores en el gobierno.

En su recorrido por América Latina este mes, Ahmadinejad visitó sólo cuatro países, todos con relaciones tensas con Washington y limitada influencia: Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador. El itinerario no incluyó a los más grandes: Brasil, México, Colombia o Argentina.

¿Cómo bombardear a los iraníes?

THE NEW YORK TIMES

Señor presidente, este es el plan. En algún momento de los siguientes meses, usted ordena al Departamento de la Defensa de Estados Unidos que destruya la capacidad nuclear de Irán. Sí, ya sé, es un año de elecciones, y algunas personas dirán que es una medida cínica y patriotera de su parte, pero un Irán nuclear es un problema que simplemente no espera.

Nuestro ataque, designado Operación Sí se puede, conllevará bombardear la planta en Isfahán para la conversión del óxido de uranio concentrado, las de enriquecimiento de uranio en Natanz y Fordo, el reactor de agua pesada en Arak, y varios sitios para la manufactura de centrifugadores cerca de Natanz y Teherán. Cierto, las instalaciones de Natanz están enterradas bajo 30 pies de concreto reforzado y rodeadas por defensas aéreas, pero nuestra nueva bomba antibúnker, el penetrador masivo de artillería de 30.000 libras, convertirá al lugar en escombros. Fordo es más problemático, construido en la ladera de una montaña, pero podremos sacudir a esos centrifugadores.

¿Bajas civiles? No es gran problema, señor, dada la precisión extraordinaria de nuestros misiles teledirigidos. Es probable que Irán trate de anotarse puntos de solidaridad sacando cadáveres y viudas gimiendo, pero la mayoría de las víctimas serán militares, ingenieros, científicos y técnicos que trabajan en las plantas. En otras palabras, todo justificado.

Los críticos dirán que estos ataques quirúrgicos podrían fácilmente encender una guerra regional hecha y derecha. Le dirán que la Guardia Revolucionaria -el grupo menos predecible- la emprenderá contra Estados Unidos y blancos aliados, ya sea en forma directa o mediante terroristas por poder. Y el régimen podría realmente cerrar la vital ruta petrolera por el estrecho de Ormuz. No hay por qué preocuparse. Hay mucho que podemos hacer para mitigar las amenazas. Primero, podemos asegurarle al régimen iraní que sólo queremos eliminar sus armas nucleares, no derrocar al gobierno. Y, claro, nos creerán, si podemos averiguar cómo transmitir el mensaje a un país con el que no tenemos contactos formales. ¿Quizá publicarlo en Facebook?

Para estar seguros, podríamos sólo dejar que los israelíes se encarguen del bombardeo. Cada día que pasa se ponen más nerviosos. Sin embargo, es probable que no puedan hacer el trabajo concienzudamente sin nosotros, y, de cualquier forma, nos arrastrarían en las repercusiones. Podríamos hacerlo correctamente y tener el crédito. ¿Qué podría salir mal?

La escena anterior se extrajo de un artículo de Matthew Kroenig, publicado en el número más reciente de la revista Foreign Affairs (los detalles son de Kroenig, y mía la actitud mordaz). Kroenig, un académico que pasó un año como investigador en el Departamento de la Defensa del gobierno de Obama, aparentemente aspira al papel de superhalcón al estilo Strangelove que ocupó en décadas anteriores gente como John Bolton y Richard Perle. Sus excolegas en la Defensa estaban bastante consternados por su artículo, el cual combina el alarmista peor caso de la amenaza nuclear iraní con el caso más optimista de la capacidad de Estados Unidos para mejorar las cosas. (¿Recuerda esto a otra guerra preventiva en un país cuyo nombre empieza con I?).

Este escenario representa un extremo en un debate que es el tema de política exterior del que más se ha abusado en este año de campañas presidenciales. El otro extremo, también horrible de contemplar, es la perspectiva de vivir con un Irán nuclear. En ese caso, el temor de la mayoría de los expertos no es que Irán incinere a Israel (Mahmud Ahmadinejad da una buena impresión de un loco malévolo, pero Irán no es suicida).

Los peligros más realistas, bastante atemorizantes, son que un conflicto convencional en ese vecindario propenso a ellos escalara hasta ser un Armagedón, o que Irán extendiera su protección nuclear a apoderados amenazadores como Hizbulá, o que los vecinos árabes se sintieran obligados a unirse a la carrera de armas nucleares.

Por ahora, la política estadounidense está entre ambos extremos de ataque y aquiescencia, en el reino del cálculo incierto y las opciones imperfectas. Si se quiere medir al siguiente presidente en relación a un dilema infernal, ésta es la oportunidad.

En el campo republicano, tenemos un candidato (Rick Santorum) que está tan cerca como es posible de tener a alguien del extremo bombardear más temprano que tarde; y Mitt Romney y Newt Gingrichn en tanto, mantienen una posición más moderada y plantean estudiar con cuidado la situación. El gobierno de Obama, mientras endurece las sanciones económicas contra el país, ya sabe cómo actuar. En el Pentágono, se escucha en ocasiones la siguiente frase: bombardear a Irán es la mejor forma de garantizar exactamente lo que queremos evitar.

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