Publicidad

Investigan robo de libros en Biblioteca Nacional

| Patrimonio. Aún se ignora qué libros robaron del acervo

Compartir esta noticia

El robo de libros históricos sigue siendo un dolor de cabeza. La Biblioteca Nacional continúa recibiendo personas con identidades falsas, e Interpol investiga ramificaciones de una organización internacional que parece no haber sido desmantelada.

Lejos de haberse acabado la pesadilla para los acervos culturales de Montevideo, tras el procesamiento en Buenos Aires de algunos cabecillas de la organización internacional que se dedicaba al robo de libros y documentos históricos, siguen apareciendo en la Biblioteca Nacional personas con identificaciones falsas. También salen a la luz documentos incriminatorios cuya procedencia se desconoce y nuevas pistas sobre el hurto de materiales históricos irreemplazables.

La semana pasada se presentó en la Sala de Materiales Especiales de la Biblioteca Nacional un representante de un librero italiano que ha sido vinculado como el "cabecilla" de la organización que se dedicaba al robo de materiales históricos de distintos acervos de América y Europa.

El mismo día, se recibieron varios e-mails de un supuesto abogado de la Biblioteca Na-cional de España, Dr. Helmut Craig, con documentos reservados que incriminarían al ciudadano italiano.

Mediante un llamado telefónico a Madrid, se comprobó que el hombre no tiene vinculación con la biblioteca, de la que se robaron varios mapas incunables del astrónomo Claudio Ptolomeo, cuya devolución en Argentina, el año pasado, permitió poner al descubierto a una organización internacional que venía operando al menos desde 2001.

El martes, oficiales de Interpol estuvieron reunidos con la directora de la Sala de Materiales Especiales de la Biblioteca Nacional, Graciela Gargiulo. Y ayer el director de la institución, Tomás de Mattos, recibió una carta desde Italia de la persona a la que se la señala como "cabecilla" de la organización. En el sobre se adjuntaba un supuesto oficio de la Biblioteca Nacional de Uruguay, en el que se vincula a este ciudadano italiano con los robos en Montevideo, por lo que el librero tendría la intención de demandar al Estado uruguayo.

Fuentes de la Biblioteca Nacional, sin embargo, dijeron a El País, que el oficio, fechado el 14 de junio de 2008, "es falso".

"Tiene un logo de la institución que ya no se utiliza más y el número no corresponde. Esto está lleno de cáscaras de banana", indicaron las fuentes.

Al margen de la acusación, un documento en poder de El País vincula al librero italiano con una sociedad comercial llamada "Loba Loba S.A.", también integrada por el argentino Daniel Guido Pastore, propietario de la librería bonaerense Imago Mundi, que fuera procesado hace varios meses por la venta de libros y documentos históricos robados.

En el supuesto "oficio" de la Biblioteca Nacional (un documento interno), se señala que el librero italiano se presentó en Montevideo con un carné BAV (Biblioteca Apostólica Romana) junto a otras de tres personas, una de las cuales "era Daniel Pastore", quien hacía de "intérprete al español".

Esto habría ocurrido hace un par de años y repetía un hecho ocurrido en 2001, que fue oportunamente denunciado a la Policía por el entonces director de la Biblioteca Nacional, Raúl Vallarino.

OPERATIVA. La investigación demostró que los ladrones utilizaron varios documentos falsos y que proporcionaron direcciones inexistentes para obtener sus acreditaciones.

Una de las cédulas de identidad presentadas por una mujer que acompañaba a uno de los ladrones procesados pertenece a Cecilia S., de 34 años, nacida en Montevideo. La verdadera propietaria de esa cédula de identidad dijo a El País que en los últimos 20 años, "jamás perdió su documento". Lo más sorprendente, es que la acompañante del ladrón también aportó los nombres de sus padres, los cuales coinciden con los de la damnificada.

El hecho de que la verdadera propietaria jamás haya perdido el documento, deja en evidencia que existe una cédula clonada. "Me sorprende que figure el nombre de mi padre, quien falleció hace 14 años. Esos datos tienen que haber salido de una partida de nacimiento", manifestó Cecilia S.

La organización también presentaba recibos de la Societá Democratica Italiana de Argentina para justificar la venta de libros. En un documento de esa asociación civil firmado por su presidente, Alfredo Boffi, fechado en Buenos Aires el 17 de julio de 2008, "se desconocen como propios los recibos emitidos en papel membretado".

La carta, a la que tuvo acceso El País, enviada "al señor director de la División Inteligencia e Investigaciones del Ministerio del Interior de la República Oriental del Uruguay", señala que la Societá Democratica Italiana "no posee biblioteca" desde hace mucho tiempo. Y desconoce todo tipo de vinculación con el librero italiano involucrado en la investigación policial, quien es mencionado con nombre y apellido junto a otros integrantes de la organización delictiva.

"No se sabe qué se llevaron"

El director de la Biblioteca Nacional, Tomás de Mattos, dijo a El País que no es posible conocer todo lo que se robó la organización por la cantidad de volúmenes que se guardan en el edificio. Por otra parte, el solo hecho de hacer "desaparecer" las tarjetas de los ficheros a los que tiene acceso el público hace que sea muy difícil ubicar los libros posteriormente: si nadie los pide, no se advierte su ausencia.

De Mattos confirmó que los ladrones visitaron la biblioteca en 2006, luego de los robos ocurridos en el mismo lugar cinco años antes.

El 13 de octubre de 2001, un funcionario de la Sala de Materiales Especiales encontró que un "investigador" había dejado allí un estuche de lentes. Adentro no había gafas, sino varias navajas de afeitar. Dos años después, el 7 de noviembre de 2003, el entonces director de la biblioteca, Raúl Vallarino, presentó una denuncia ante la Policía por haber constatado la desaparición de libros y álbumes de fotos antiguas.

Se presume que esas navajas podrían pertenecer al uruguayo César Gómez Rivero (61), quien cortó con un elemento similar los mapamundis incunables que robó en España y devolvió luego por intermedio de su abogado en Buenos Aires, donde fue procesado sin prisión.

Su defensor legal, Fernando Soto (uno de los abogados de la sonada causa Cromañón), dijo que las piezas sustraídas por su cliente en España fueron 10 y no 19, como se había señalado. Y devolvió ocho piezas que, con otras halladas en Australia y EE.UU., completarían la decena que Gómez Rivero dijo haber robado de la biblioteca madrileña.

En 2001, un grupo de personas se presentó en Montevideo como "enviados de la Biblioteca del Vaticano". Esto resultó ser falso, y coincidió con robos en bibliotecas de Mendoza y en la Biblioteca Nacional de Argentina, también vinculados a individuos con las mismas "credenciales".

El País

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad