GUILLERMO ZAPIOLA
La primera sorpresa puede ser constatar que todavía estaba vivo. A los noventa años acaba de fallecer el actor, director y productor Mel Ferrer, quien estuvo casado con Audrey Hepburn pero también hizo otras cosas en la vida.
Ferrer falleció el pasado lunes en un hogar para convalecientes en Santa Bárbara, California, a donde se había mudado recientemente tras padecer problemas de salud durante los últimos seis meses.
Había nacido como Melchor Gastón Ferrer en Elberon, Nueva Jersey, el 25 de agosto de 1917, hijo de un médico cubano y una dama de la alta sociedad. Estudió en Princeton, y en su juventud soñó con ser escritor. De hecho llegó a publicar algún libro para niños, trabajó como editor para una empresa neoyorkina y accedió a Broadway un poco por casualidad. Allí explotaron al principio, sobre todo, sus habilidades como bailarín.
En teatro hizo también, sin embargo, cosas más serias: protagonizó la obra Strange Fruit, sobre el tema de los linchamientos, y dirigió a José Ferrer (de quien no era pariente) en la versión escénica de Cyrano de Bergerac de Rostand, luego llevada al cine (1950) por Michael Gordon.
Debutó como actor en la pantalla grande en Linderos perdidos (1949), un drama sobre racismo dirigido por Alfred Werker, donde encarnaba a un "afroamericano" de piel lo bastante clara como para hacerse pasar por blanco. En los años que siguieron, su seguridad ante cámaras y su aire de galán le aseguraron una carrera persistente en proyectos de cierto nivel, ya sea artístico, ya comercial: se lo vio en el drama Toros bravos (1951) de Robert Rossen; en la aventura de capa y espada de Scaramouche (1952) de George Sidney, donde fue el elegante villano que enfrentaba al héroe Stewart Granger; en el western intelectual de Fritz Lang El refugio (1952), con Marlene Dietrich; en el musical Lili (1953) de Charles Walters, junto a Leslie Caron; en la épica Los caballeros del rey Arturo (1953) de Richard Thorpe, con Robert Taylor como Lancelot; en La guerra y la paz (1956) de King Vidor.
Una parte de su carrera transcurrió en Europa, con algunos resultados curiosos. Actuó bajo las órdenes del gran Jean Renoir en Las extrañas cosas de París (1956) y del no tan grande Roger Vadim en el asunto vampírico de Rosa de sangre (1960). Su carrera actoral inició en los años sesenta un lento declive que se acentuaría después. Para entonces, sin embargo, había emprendido también tareas como productor y director, entre Europa y los Estados Unidos. Entre numerosos film menores, conoció un breve retorno a un nivel de producción de clase A al encarnar al villano abogado que enfrentaba al veterano detective encarnado por John Wayne en La muerte sigue sus pasos (1975).
Su período de mayor notoriedad corresponde empero al de su matrimonio con Audrey Hepburn, con quien se casó en 1954, de quien se divorció en 1968 y a quien dirigió en algún film. Antes había estado casado dos veces con Francis Gunby Richards y una con Barbara C. Tripp, y desde 1971 lo estaba con Elizabeth Soukutine, quien lo sobrevive.
Labores de director y productor
Lo más visible del desempeño profesional de Mel Ferrer fue sin duda su carrera actoral. De ahí que resulte casi una sorpresa (aunque una parte de uno ya la conozca) su simultánea labor como productor y director, que fue más extensa de lo que podía pensarse a primera vista.
Fue asistente de dirección (y desempeñó un brevísimo papel no acreditado) en "El fugitivo" (1947) de John Ford. Para entonces ya había dirigido un largometraje ("La ceniza del odio", 1945, con Ruth Nelson y Dorinda Clifton). Llamó más la atención con "Locura" (1950), un sólido "film noir" protagonizado por los siempre confiables Claudette Colbert y Robert Ryan, y dio también una mano en el menos convincente "Crimen organizado" (1952), oficialmente atribuido a John Cromwell y en el que actuaban Robert Mitchum, Lizabeth Scott y (otra vez) Robert Ryan.
Su matrimonio con Audrey Hepburn derivó, entre otras cosas, en la producción y dirección de la ambiciosa "La flor que no murió" (1959), basada en la novela "Green Mansions" de Guillermo Enrique Hudson, una película que quería ser poética pero se quedaba corta. Para Hep- burn, Ferrer produjo también (pero fue dirigido por Terence Young) el tenso mecanismo de suspenso de "Espera la oscuridad" (1967).
En España, Ferrer hizo por lo menos cosas raras. Dirigió a Marisol en la comedia musical "Cabriola" (1965), que también produjo, y encarnó a El Greco en otro film producido por él aunque dirigido por Luciano Salce ("El Greco", 1966). Y fue también el productor de "El visitante nocturno" (1971), un extraño film de suspenso con Max von Sydow y Liv Ullmann.