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"Siempre tuve la camisa de Peñarol"

| El cantante y compositor habló en exclusiva para El País sobre su regreso a los escenarios

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RETORNO. Calamaro dice que depende de los horarios de Bersuit Vergarabat para poder tocar en Montevideo 200x140
RETORNO. Calamaro dice que depende de los horarios de Bersuit Vergarabat para poder tocar en Montevideo

FABIAN MURO

El regreso. Así de escueto es el título que Andrés Calamaro le puso a su más reciente disco, un registro casi sin adulterar de lo que fue su vuelta a los escenarios luego de un lustro. Su retorno generó una ola de reverencias y saludos de bienvenida a ambos lados del Atlántico, ya que el argentino también es muy popular en España. Hace poco, en ese país, fue distinguido con un Disco de Diamante, que certifica que las ventas totales de sus discos superan el millón de unidades.

El cantante y compositor fue convencido por los músicos de Bersuit Vergarabat a volver a enfrentarse a la audiencia. Ellos lo acompañarían, pero la vuelta le generaba dudas y angustias. "En estos años, podrían perfectamente haberse olvidado de mí y de mis canciones, ¿no?", dirá Calamaro durante la charla telefónica con El País.

El autor de canciones como Flaca, No se puede vivir del amor, Loco, Estadio Azteca y tantas otras que conforman uno de los cancioneros más ilustres del rock argentino podrá haber estado ausente de los escenarios. Pero el impulso creador nunca se detuvo durante sus largas vacaciones de los escenarios: compuso muchas canciones que viven solo en Internet, editó el disco de interpretaciones El cantante y anuncia que está pensando en componer la banda sonora de una película con Javier Limón, además de un álbum de tangos, en el que participan los notables guitarristas Juanjo Domínguez y el español El Niño Josele.

—¿Fue grato volver a tocar en vivo?

—No sé si fue muy grato, al menos al principio. Mi primer concierto en cinco años fue en el festival de Cosquín Rock, con un montón de grupos, sin prueba de sonido. Me acuerdo que estuve tomando mate con los de La Vela Puerca... Pero en el escenario fue como una tortura. Volver en esas condiciones era como elegir el escenario más peligroso posible. Hasta los Rolling Stones ensayan mucho más, ¿no? Fue como mandarse un poco al frente. Bah, del todo. La verdad es que mi vuelta a los escenarios fue bastante violenta, muy de golpe. Pero bueno, así volvió Bob Dylan. Después de tres años de ausencia tocó en el festival de la Isla de Wight, vestido de blanco y con el pelo corto, ¿verdad?

—¿Por qué entonces seguir con los shows en vivo?

—En realidad, hice lo que había que hacer, hay que dejar conforme a la gente. Yo había tocado en Córdoba, pero tenía que hacer un show unitario, tenía que presentarme yo solo en un lugar, no como parte de un festival, porque eso es anécdotico.

—¿Quedó conforme con lo que ocurrió en el Luna Park, ese concierto que dio lugar a la edición de "El regreso"?

—Más o menos. A mí me gusta tocar cada vez mejor, pero tenía poca práctica. Todos hicimos lo mejor posible, pero el primer concierto no fue ideal. Es muy diferente subirse a tocar cuando uno no tiene una banda con la que toca mucho. Además, los trucos y la dinámica para mantener a la gente saltando en un concierto grande es otra cosa ¿no? Yo siempre tuve como una actitud un poco más blusera... no tengo coreografía preparada para que la gente salte... nunca hice un show de rock de estadio. Si repetí el acto en vivo no fue por placentero, sino todo lo contrario.

—¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones para "El regreso"?

—Si te digo cómo fue el proceso de elegir el repertorio te vas a reír, porque teníamos un solo concierto grabado, o sea no teníamos mucho de donde elegir y en el disco están todas las canciones que entraban en la capacidad de un CD. El orden respeta bastante cómo fue que hicimos el concierto. Pero vamos a entendernos. El regreso no es un disco en vivo, sino un disco grabado esa noche en el Luna Park. Teníamos solamente ese concierto y así quedó, un registro muy fiel de lo que fue esa noche.

—Sin embargo, en su instrumento, el piano, se le percibe como seguro, confiado.

—No estoy de acuerdo. Cuando volví a escuchar los conciertos grabados, sentí que en el piano hice lo justo. En la gira que hicimos con la Bersuit por España, me encontré más confiado en el piano, e incluso en la voz, hice diabluras y todo con la voz. Porque en el Luna no tuve resto vocal. Pero luego pensé que ese tipo de cosas seguramente le pasaban a Jimi Hendrix y a Bob Dylan también, así que dejé de preocuparme tanto. Digo, en el Unplugged Dylan no canta mejor que nunca, ni en pedo. Pero ese fue el día del Unplugged y chau. Hice una cura de humildad y acepté el disco como estaba. Estuve varios meses sin escucharlo, porque realmente no tenía pensado grabarlo ni filmarlo. Quería que fuera un concierto bueno, intenso pero íntimo, ¿no? Pero no me hicieron caso (ríe).

—¿Qué opina de todo lo que generó su regreso a los escenarios?

—No sé lo que generó mi regreso y no calculé nada de antemano. Sé que muchas veces concité el interés de los medios por cuestiones que no tienen que ver con mi música y eso a mí no me gusta nada, los chimentos y eso... Pero a nivel de lo que tiene que ver con la crítica —que no es lo mismo que la opinión— y los colegas músicos, percibí el interés y el respeto por parte de gente muy importante, como el Indio Solari, o Pity de Intoxicados, o el clan de músicos en torno a Javier Limón en España. Y eso me sorprendió, ¿no? Porque en cinco años perfectamente se podrían haber olvidado de mí y de mis canciones. Digo, la música está hecha para cantar, no para durar.

—¿Tanto le sorprendió?

—Yo llevo muchos años en la música, como 25, y todos los músicos a veces sentimos que nadie nos da pelota. A veces pensamos que los analistas perdieron la capacidad de admirar a alguien. Yo tuve muchos momentos complicados para grabar discos y hacer las cosas. Encontrarme en esta situación, de tanto prestigio, me gusta y me sorprende. Pienso que en la música popular basta con que a uno lo quieran, no hace falta que lo admiren. Sabiendo eso, me mantengo tranquilo y centrado. No soy un divo ni me creo Maradona.

—¿Puede que el concierto del Luna Park tenga una futura edición en DVD?

—No sé, cuando empezaron los preparativos para los conciertos en el Luna Park, aparecieron cámaras de televisión y la verdad que no me gustó nada. La televisión es algo que me parece negativo para mi carrera y para la vida de cualquiera. La tele no es el lugar apropiado para un músico, ni para ningún artista, ni para ningún periodista hoy en día. Es un monstruo que pica carne, pero bueno... el periodismo tiene que practicarse en algún formato, ¿no? La música va en el aire, pero el periodismo necesita de un soporte. Prefiero pensar en otros proyectos, en otras asignaturas. Ahora, estoy esperando para hacer el último concierto en Argentina, que va a ser dentro de dos semanas en Obras, pero al aire libre. Eso va a ser el 17 de este mes. Luego tendré que supervisar un video de la filmación del último concierto que hice en Madrid, nuevamente junto a la Bersuit. Y después, tendré que mezclar el disco de tangos, el que registra el primer encuentro con Juanjo y El Niño Josele. Eso es algo que nosotros empezamos a hacer después de El cantante (ver nota aparte). En enero del año que viene vuelvo a España, porque me voy a encontrar con Javi Limón, ya que nos pidieron que compusiéramos la música para una película, algo en lo que estamos pensando pero no hemos decidido aún. Finalmente, tendré que dedicarme también a preparar la edición del disco de tangos, que espero que sea para abril o mayo del año que viene. Y por ahí también ando con planes de juntar otras grabaciones en una especie de volumen, una caja de rarezas.

—¿Cuándo va a venir a presentarse en Uruguay?

—No lo sé. Es que no lo he hablado con la Bersuit, porque es con ellos que toco. Y como la música es el arte de combinar los horarios, como dijo alguna vez Lito Nebbia, dependo de la agenda de la Bersuit. Es complicado, pero no imposible. Pero me encantaría volver a Uruguay. Como se sabe, me siento medio uruguayo. Yo empecé tocando con Beto Satragni, con Jimmy Santos y Raúl Cuadro, todos canarios. Y terminé escribiendo textos con Jorge Larrosa, que también es uruguayo y uno de los Poetas de la Zurda. Además, toqué con una cuerda de tambores en el Teatro Cómico de la calle Corrientes. Recuerdo que Beto y Jimmy juntaron todos los tambores de San Telmo para poder hacer eso. Y hace años que grabé una versión de Adagio en mi país, que está en Internet. Y siempre tuve la camiseta de Peñarol, ¿no? No sé si te acordás, pero llevé esa camiseta a la tele varias veces. Me acuerdo que los hinchas de Almirante Brown creían que lo hacía por ellos, pero no, era por Peñarol (ríe). En definitiva, me considero rioplatense.

Cantante y guitarrista en comunión

La relación de Calamaro con el tango siempre fue intensa y el músico se dio el gusto de grabar con Virgilio Expósito una versión de Naranjo en flor, en el disco doble Honestidad brutal. También interpretó Cafetín de Buenos Aires en El Salmón, el monumental quíntuple álbum de más de cien canciones que editó en el año 2000. Y en El cantante, se despachó con dos versiones de los clásicos Volver y Sus ojos se cerraron.

Admirador de Roberto "Polaco" Goyeneche, uno de los más emotivos encuentros musicales para Calamaro fue el que tuvo con el guitarrista Juanjo Domínguez, quien acompañó a Goyeneche en el último tramo de la trayectoria del Polaco. La reunión entre cantante y guitarrista se dio a raíz de que el argentino le mostró grabaciones del Polaco Goyeneche a los músicos españoles cuando estaba grabando El cantante, para que escucharan cómo se toca el tango. Luego, en Buenos Aires, Calamaro y El Niño Josele, máximo exponente de la guitarra flamenca en el presente, visitaron a Domínguez para que éste, como dice Calamaro "diera el visto bueno a las grabaciones". En esas charlas surgió la idea de Domínguez de interpretar con su guitarra las canciones del ex Abuelo de la Nada y Los Rodríguez.

"Es un genio", dice Calamaro de Domínguez. "Cuando él dijo que quería hacer un disco con mis canciones pero tocadas por su guitarra...(piensa)...la verdad que...No sé, sería genial. Es una idea muy interesante y también un gran desafío encontrar el repertorio mío que sea digno de su guitarra. No podrían ser canciones ligeras. Quiero decir, lo interesante de su guitarra es que el material que encara sea lo suficientemente rico como para que él pueda desarrollar su inspiración y su técnica maravillosa. Para mí, ocupar el lugar que dejan vacante esos grandes cantantes, es un honor y una responsabilidad. Sin embargo creo que ten-go que aprovechar para seguir aprendiendo ¿no? De la música argentina y del tango en general".

Según el argentino, ya hay algunas cosas grabadas, con vistas a una edición discográfica a principios del año que viene. "Con Juanjo terminamos tocando y cantando, siendo amigos en lo personal y en lo musical. Todo eso dio como resultado la idea de hacer un disco de tangos, con el toque del Niño Josele. También hay algunos pianos de José Reynoso, que es charrúa también y vive en Barcelona. Ahí ya hay como cuatro tangos. Y algo del registro de ese primer encuentro en la casa de Juanjo. Lo próximo que me gustaría hacer pensando en ese disco es grabar Nada, que es un tango que grabó Luis Salinas en su último álbum. Además es una canción de bastante actualidad, que interesa por su armonía a músicos de jazz y de otros géneros. La cantaba vuestro paisano, Julio Sosa. Es una gran canción y lo próximo que me gustaría hacer con Juanjo".

Las canciones virtuales

En Internet se encuentran varias canciones que Calamaro puso a disposición de sus fanáticos y que con el tiempo fueron adquiriendo dimensiones míticas. Conocidas bajo el rótulo de Deep Camboya o El loco, esas canciones virtuales parecían destinadas a permanecer en el espacio cibernético para siempre. Pero el cantante dice que le gustaría editarlas en disco. "Muchas veces pensé en sacar un disco con las canciones y los experimentos que puse en Internet. Mientras las hacía, me daba cuenta de que tenía otra dinámica musical, más ‘desprolífica’, y también fueron momentos de muchos cambios en el mundo de las discográficas, cambió mucho la realidad. Cuando volví a Buenos Aires, estuve en un estudio con Guido Nissenson, trabajando sobre ellas y despejando muchas dudas: cómo ordenarlas, qué hacer con el sonido y muchas otras cosas, como el repertorio, porque algunas son canciones que valen la pena y otra son grabaciones en sí mismas, experimentales, valientes o chistosas. Pero no es que quiero ocultar esas cosas, al contrario. O sea, es un poco débil haber hecho música y no mostrarla. No es por egoísmo, pero todo lo que tiene que ver con las bajadas de Internet, los derechos de autor y todo eso es complicado".

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