COMUNIDAD OTAKU
Tres jóvenes de la comunidad otaku en Uruguay cuentan su experiencia como fanáticos del anime.
Después del desayuno, durante la media hora de descanso en el trabajo y por la noche: en total, Fabricio Suárez dedica unas cinco horas diarias a su interés por la cultura japonesa. Él, al igual que muchos hombres y mujeres alrededor del mundo, forma parte de la comunidad otaku, integrada por aficionados al manga, anime y otros productos vinculados.
De cero a cien.
Fabricio disfruta de ver dibujos animados japoneses desde niño. Poco a poco, comenzó a interesarse por el contexto en el que se producían y eso fue lo que lo llevó a “obsesionarse” con la cultura japonesa. “Con el tiempo vas aprendiendo a querer todo: la música, la vestimenta, la historia”, aseguró.
Siempre trató de relacionarse con personas que tuvieran gustos similares al suyo, y la forma más directa de hacerlo era a través de grupos de Facebook. En 2012, cuando tenía 16 años, decidió crear su propio grupo y empezar a organizar eventos y salidas para la comunidad.
Actualmente, tiene 26 años, y sigue enamorado del mundo otaku: “Tengo un brazo tatuado con símbolos del anime Digimon y soy líder del grupo Otakus Montevideo Uruguay en Facebook”.
David Ledesma se acercó a esta cultura por primera vez cuando tenía 14 o 15 años, a través de amigos del liceo. Con ellos empezó a mirar series y películas y a jugar videojuegos vinculados. Pronto, al igual que Fabricio, se sumó a los grupos de Facebook.
Al día de hoy, con 24 años, sigue mirando animes, entre seis y siete capítulos por día. Y también está en comunidades que se formaron más recientemente en WhatsApp.
El caso de Jessica Punschke es similar a los anteriores. Miraba dibujitos japoneses desde chica, pero recién a los 14 años empezó a conocer de qué se trataba y a vincularse con gente del ambiente. “Cuanto más aprendía, más me gustaba”, afirmó.
Ahora tiene 28 años y mucho de lo que hace surgió de su gusto por la cultura japonesa: “Desde costura, porque quería hacer mis trajes, hasta dibujo, diseño gráfico y escritura, porque me gustaría publicar mis propias novelas ilustradas”. Su madre la acompaña en esta afición y suelen mirar animes juntas durante la cena.
Admiradores.
En Japón, el término ‘otaku’ se utiliza para designar a una persona que tiene un interés obsesivo sobre cualquier tema. “Allí está mal visto decir que sos eso, porque significa que estás prácticamente todo el día obsesionado con lo mismo”, explicó Fabricio. En el resto del mundo, sin embargo, se usa para agrupar a los aficionados por la cultura japonesa, especialmente por el anime y el manga.
‘Manga’ es otra palabra cuyo significado difiere dentro y fuera de Japón. Allí aplica para cualquier historieta, pero en el resto del mundo se usa para referir únicamente a las de origen japonés.
El manga favorito de Fabricio es Bleach y el anime, Digimon. “Es el eterno rival de Pokémon”, señaló. Le gusta tanto esa serie que eligió apodarse ‘Rey Shout’, por Shoutmon, el rey de los Digimon. Además, en su casa guarda una colección de figuras japonesas y de mangas de Naruto: Shipp?den.
Por su parte, el anime preferido de David es Kuroko No Basket, una serie de deportes. “Ya lo terminé de ver, pero cada dos o tres meses empiezo de vuelta”, contó. Y agregó: “Cuando busco algún anime me pasa que la mayoría ya los vi, menos One Piece que estoy mirando dos capítulos por día”.
Tiene cartas de Yu-Gi-Oh! y cuadros de Resident Evil. Si bien no lleva tatuajes de ninguna serie, sí usa remeras de las animaciones que le gustan. “Una vez, había ido a hacer un mandado a Ciudad Vieja con la remera de Call of Duty y me crucé con un grupo de personas que me dijeron: ‘Ese juego está increíble’”, recordó.
En cuanto a Jessica, sus animes favoritos son No.6 y Trigun. Colecciona de todo: figuras, libros, anillos, remeras, tazas y cuadernos, entre otras cosas. También se sumergió en el mundo del donghua, que es la animación de origen chino, como la serie Mo Dao Zu Shi y la película L.O.R.D.
Comunidad.
“En general, las personas que integran la comunidad otaku son reservadas y pasan mucho tiempo en sus casas, mirando animes o jugando videojuegos”, sostuvo Fabricio. En su caso es así: “Tengo cinco conocidos que considero amigos y al resto los conozco por Internet o videojuegos”.
Para David, la cantidad de gente que hay en la comunidad otaku en Uruguay es “impresionante”. “Me ha pasado de ir a eventos donde tenés que pagar la entrada en la puerta y que sean dos cuadras de gente haciendo fila”, mencionó. Hay de todo: grandes y chicos, mujeres y hombres, gente que hace cosplay (representar a un personaje, en este caso de anime o manga), y gente que no.
Si bien se realizan eventos, la mayor interacción se da en las redes sociales, como WhatsApp, Facebook y Discord. “Todos los días estamos muy pendientes de qué animaciones salieron y de la música, y también hablamos sobre cosplays”, comentó Fabricio.
“La comunidad es unida y agradable”, señaló Jessica. Ella es fiel realizadora de cosplays, y una de las primeras veces que lo hizo fue en un evento al que asistió sola. “Había unos que estaban haciendo cosplay del mismo anime que yo, y una del grupo me llamó por el nombre de mi personaje para que fuera a sacarme fotos con ellos, que ni me conocían”, relató.
En otra ocasión, hizo un cosplay de un personaje poco conocido, porque la serie acababa de salir, y al principio muy pocos la reconocían. Sin embargo, de pronto se encontró con una muchacha que le gritaba: ‘¡Soy tu fan! ¡Soy tu fan!’ Incluso le preguntó si podía abrazarla, a lo que Jessica dijo que sí y le propuso tomarse una foto juntas. “Hubo varios que me dijeron que empezaron a ver el anime por mi representación y eso me hizo sentir muy contenta porque estaba difundiendo mi serie favorita”, mencionó.
El lugar de la cultura japonesa en Uruguay.
Fabricio cuenta que la comunidad otaku “se acepta mucho” en la sociedad uruguaya “porque viene desde hace años”. David observa algo similar: “Hay gente que cuando ve a alguien haciendo cosplay incluso va y le pide una foto”.
La creciente acogida de la afición por la cultura japonesa puede verse incluso a nivel comercial, en tanto actualmente está en cartelera la película de anime One Piece Film: Red. “Es un avance enorme y lo vamos a estar apoyando muchísimo porque queremos la inclusión de estos gustos en la sociedad”, sostuvo Fabricio.
A pesar de lo anterior, Jessica siente que mucha gente por fuera de la comunidad piensa que las series de anime son “infantiles” pero, en realidad, “no conocen la profundidad de las historias ni las enseñanzas que dejan”. Para ella, eso es lo más lindo de este tipo de animaciones: “El malo no es malo porque sí y el bueno no es bueno porque sí, sino que son personajes complejos y más humanos”.