La historia del hombre que se enterró vivo durante 61 días en busca de fortuna, pero acabó arruinado

¿Hasta dónde llega el cuerpo humano? En 1968 el irlandés Mick Meaney traspasó los límites extremos en Londres; su hazaña fue recreada para un documental.

Mick Meaney juró convertirse en el mejor "artista funerario" del planeta.
Mick Meaney juró convertirse en el mejor "artista funerario" del planeta.
Foto: O Globo/GDA

¿Cuántos días podrías aguantar sin ver la luz del sol? En 1968, el obrero irlandés Mick Meaney decidió llevar esta pregunta al extremo, enterrándose vivo durante 61 días en Kilburn, Londres, con la esperanza de batir un récord y alcanzar fama y fortuna.

La historia, que en su momento causó sensación internacional, es el tema del nuevo documental Beo Faoin bhFód (Enterrado Vivo), que se estrena el 26 de noviembre en el canal de televisión irlandés TG4, y que rememora esta hazaña temeraria y sus consecuencias.

Meaney juró superar el récord del texano Bill White, conocido como "el cadáver andante". El ataúd, que medía apenas 1,90 m por 0,75 m, fue equipado con espuma, un tubo de aire y un conducto para alimentos antes de ser bajado a una obra en construcción, mientras sus seguidores y los equipos de televisión observaban con ansiedad.

En 1968, sin un centavo pero decidido, Mick Meaney juró convertirse en el mejor "artista funerario" del planeta.

Preparación y rutina

Durante su estancia bajo tierra, una trampilla le servía de baño y una línea telefónica le permitía comunicarse con el exterior; cada llamada era de pago, incluso las de famosos como el boxeador Henry Cooper. Meaney mantenía una rutina de ejercicio, lectura y conversación, demostrando disciplina y resistencia física.

La intensa atención mediática internacional inicial comenzó a disminuir con los grandes acontecimientos de la época, como la guerra de Vietnam y el asesinato de Martin Luther King Jr. El 22 de abril de 1968, después de 61 días, se exhumó el ataúd y Meaney salió entre aplausos, declarando que estaba listo para continuar durante otros cien días.

La promesa incumplida

A pesar de la hazaña, la fortuna nunca se materializó. Los prometedores patrocinios, como el acuerdo con Gillette, desaparecieron, y surgieron rumores de que el organizador del evento, Michael "Butty" Sugrue, se había embolsado las ganancias. Meaney regresó a casa con tan solo una efímera notoriedad.

El récord nunca fue reconocido oficialmente. Un rival lo impugnó, y una exmonja, Emma Smith, acabó batiéndolo ese mismo año, permaneciendo enterrada durante 101 días en Skegness. La fama con la que Meaney había soñado se desvaneció tan rápido como había aparecido.

Decidido a dejar atrás su efímera fama, Meaney trabajó en puestos administrativos en hasta su muerte en 2003.

«Podría haber vivido una vida normal, pero anhelaba algo extraordinario. Batir el récord mundial le hizo sentir: “Soy alguien”», recuerda Mary Meaney, la hija del trabajador.

O Globo/GDA

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