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¿Qué tienen que ver las galletitas con mi privacidad?

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Expolicía creó una empresa en Internet para vender productos que no entregaba.

CICLO: ALGORITMOS

¿De qué hablamos cuando hablamos de cookies? ¿Qué significa esa palabra que a muchos solo los hace pensar en repostería? ¿Qué relación hay entre ellas y nuestra privacidad en internet?

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En enero de 2020 Googleanunció al mundo el fin de las cookies para los usuarios de Chrome, su navegador web y dueño de más del 60% del mercado de navegación mundial.

Esa fue su respuesta a las voces que con los años habían ido aumentado y señalando preocupación por el uso que las grandes plataformas hacen de los datos que todos los días, horas, minutos de nuestras vidas, los usuarios generamos. Sin embargo, este final que se concretó en los primeros días de marzo 2021, está lejos de significar que Google dejará de saber muchas (pero muchas) de las cosas que hacemos.

Pero vamos por partes y empecemos por el principio. ¿Qué es una cookie, además de la palabra en inglés para referirse a una galletita? Una cookie es un archivo que se descarga en el disco duro de una computadora, celular o tableta desde un sitio web cuando el usuario está navegando en él pero que viene de un dominio diferente al sitio que el usuario está visitando. Por ejemplo, cuando ingreso al sitio de una tienda para comprarme una prenda de ropa, mi dispositivo recibe cookies del sitio pero también otras pertenecientes a Facebook, Google o a redes de publicidad.

Desde hace años, las cookies son utilizadas para “recordar” datos sobre ese usuario al que se “marca” con la intención de utilizarlo en el futuro para, por ejemplo, mostrarle publicidad del lugar donde quiso comprar un colchón pero al final decidió pensarlo mejor. Datos como el historial de navegación, sus preferencias personalizadas y un largo etcétera. De un tiempo a esta parte, las cookies han sido la materia prima sobre la que las empresas publicitarias han diseñado y ejecutado sus campañas con el objetivo de aumentar las ventas o derivar tráfico hacia sitios específicos. Esto lo han podido llevar adelante utilizando esas “marcas” para almacenar información que les permita agrupar a los consumidores en segmentos específicos en función de sus comportamientos anteriores, así como de acuerdo a sus grupos demográficos. Las cookies son, para explicarlo bien simple, la principal razón por la que no podés dejar de ver avisos de ese viaje que alguna vez pensaste (y buscaste) que harías.

A partir de ahora, Google utilizará una tecnología conocida como FLoc (Federated Learning of Cohorts, en inglés) con la que dice podrá seguir monitoreando los datos de navegación a través de la web y así seguir pudiendo ubicarlos en segmentos basados en esos hábitos. Google asegura que cuidará la privacidad de los usuarios debido a que a partir de ahora las campañas publicitarias, por ejemplo, deberán estar orientadas a esos segmentos y no a usuarios identificados individualmente (ya que estamos te cuento que si querés, acápodés ir a ver en qué grupos estás identificado por Google).

Sin embargo, lo que Google no te dice explícitamente (aunque varios medios y periodistas norteamericanos sí) es que seguirá almacenando tus datos personales cuando uses aplicaciones que son de su propiedad, como YouTube o su buscador. Esto significa, por ejemplo, que la desaparición de las cookies tan anunciada no aplicará a ninguna de las cientos de millones de búsquedas que los humanos hacemos todos los días en Google.

La desaparición, relativa como ya vimos, de las cookies tiene su parte positiva. Es empezar a hablar sobre la privacidad de nuestros datos y nuestro derecho a saber quién los tiene o si incluso queremos dárselos. Es también una oportunidad para que los medios -que tienen relaciones más cercanas con sus usuarios- puedan ofrecerles experiencias publicitarias alineadas con sus intereses y así aumentar sus ingresos. Sin embargo, el fin de las cookies es también un paso más en el crecimiento del poder que una empresa gigantesca tiene sobre cualquiera que intente soñar con ser su competencia.

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