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Túnica, moña y tapabocas: así se diseñó uno especial para el regreso a las escuelas

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niños tapabocas

CIENCIA

Investigadores de las facultades de Arquitectura e Ingeniería estudiaron cómo estornuda un niño para confeccionar el modelo ideal

Guardapolvo blanco, túnica azul y tapabocas. La aspiración de que este último forme parte del uniforme escolar y contribuya al avance de la presencialidad es de la Escuela de Diseño de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y de la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República (Udelar). Integrantes de ambas instituciones desarrollaron un banco de ensayo para fabricar un tapabocas especialmente diseñado para niños de entre 4 a 12 años. Solo resta que sea validado con usuarios que, en este caso, serán alumnos de un 4º año que probarán los aspectos de respirabilidad, filtrado y talles.

“Necesitamos que sea seguro, con un buen balance entre filtración y respirabilidad y que sean cómodos para usar durante toda la jornada”, dijo a El País Lucrecia De León, diseñadora textil, asistente académica y docente de la Escuela Universitaria Centro de Diseño, quien resumió a la propuesta como simple pero con “un jeito”.

Aunque se refería al elástico que es ajustable porque pasa por un ojal, el verdadero jeito incluye una investigación en morfología del producto, en moldería y materiales acordes y a la comprensión del estornudo con ensayos que hasta fueron grabados con cámaras de alta velocidad para estudiar el flujo de las partículas.

Todo el trabajo se explica por un hecho que apuntó De León: en Uruguay no existen especificaciones ni normas que regulen talles, composición, respirabilidad y filtrado de los tapabocas para niños. Ni se tenía información sobre cómo estornuda un pequeño.

La moldería.

El modelo del barbijo para escolaresque pretende ser distribuido por la Administración Nacional de Educación Pública (Anep) deriva del que confeccionó el mismo equipo para todos los funcionarios de la Udelar (se repartieron alrededor de 4.000 unidades) el año pasado, aunque con algunas modificaciones.

Por ejemplo, el tapabocas para adultos es 100% de algodón, tanto en su capa externa como interna, además lleva un filtro; el de niños contiene popelina en la capa interior. “Es más fácil de conseguir”, apuntó De León. El objetivo es que su confección sea económica para que pueda ser llevada a cabo por cualquier taller. Es más, se piensa divulgar los moldes por internet.

“Queremos aportar a la presencialidad en las escuelas públicas porque son las que están más comprometidas porque (las familias) quizás no tengan ni las capacidades ni los recursos para la conectividad y porque es donde se genera la brecha más grande. Los niños necesitan un soporte de la educación mucho más sólido”, agregó la diseñadora.

Ante la inexistencia de una norma nacional, el equipo se valió de una española que especifica medidas para la siguiente escala: talles de 3 a 5 años, de 6 a 9 años, de 10 a 13 años. No obstante, se está a la espera de la prueba en los alumnos para hacer ajustes.

El tapaboca, una vez terminado, tiene volumen, es decir, es una especie de “caja” rectangular para colocar sobre la nariz, boca y mentón pero no queda completamente adherido al rostro por lo que brinda “una sensación de respirabilidad más cómoda”. Al usar el talle adecuado y con los elásticos que se insertan por dos ojales se logra el ajuste óptimo.

El tutorial con una manga de camiseta.

Al inicio de la pandemia por coronavirus, el equipo de la Escuela de Diseño de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo difundió un tutorial sobre cómo confeccionar un tapabocas con una manga de una camiseta vieja. El video de unos pocos minutos de duración y que brinda el paso a paso fue reproducido miles de veces. “Queríamos hacer un tapabocas simple y fácil de desarrollar con materiales que cada uno tuviera en su casa, de alguna manera para democratizarlo y utilizar materiales que fuesen los adecuados”, explicó la docente Lucrecia De León. Si bien el algodón es el mejor textil, no se descartaba otro tipo de tela de otra remera. El resultado es un barbijo de dos capas al que se le puede poner una servilleta en el medio.

Prueba con maniquíes.

 Hasta ahí las pruebas de corte y confección. El otro gran jeito fue el ingenieril. Se implementó un banco de ensayos donde se visualizó la dispersión de un estornudo y la atenuación por distintos modelos de tapabocas.

En un video que compartieron los investigadores en el programa SobreCiencia en TV Ciudad se puede ver como se usaron unos maniquíes articulados de niños (al estilo de los que protagonizan las pruebas de choque) para simular la curva de un estornudo. “Las partículas se esparcen cuando hablás, cuando tosés y cuando estornudás, pero el estornudo es el evento más riesgoso” porque tiene la mayor propagación en el espacio, al tiempo que las partículas se mueven por las corriente de aire que existen dentro de una habitación, explicó Víctor Silveira a El País.

tapabocas niños
Pruebas en la Facultad de Ingeniería

“Queríamos reproducir un estornudo en el laboratorio”, afirmó. Para esto liberaron aire comprimido y se controló el tiempo de apertura de una válvula neumática. Para representar las gotitas de saliva se usó talco y la acción fue grabada por cámaras de alta velocidad. Se estudió el intervalo del evento, la velocidad y el volumen de expulsión. Pero solo se tenía información sobre adultos porque lo que se tuvo que estudiar el estornudo de un niño. Así supieron, por ejemplo, que el intervalo es de medio segundo (lo que equivale a cinco minutos de video).

Las pruebas con talco se practicaron con tapabocas con clip nasal, con filtro y sin ninguna de las dos opciones.

tapabocas niños
Pruebas en Facultad de Ingeniería

“La boca es un parámetro que es difícil de medir porque cuando estornudás podés hacerlo por la nariz o por la boca. ¿Qué medida tomo para saber cuál es el orificio de salida de flujo?”, interrogó Silveira. Y añadió: “Si voy a estornudar con la boca amplia, el flujo va a salir despacio y a un palmo de distancia si tengo el tapabocas puesto. Pero si el agujero es chico, hace más presión y el estornudo sale más lejos”.

Para analizar el flujo de las gotitas de saliva se recurrió a la iluminación LED y planos láser. Por la primera se observó la diseminación en una habitación; y por los segundos se cortaban secciones del individuo para ver por dónde se escapan las partículas con el tapabocas puesto.

El tapabocas de algodón y popelina, con elásticos ajustables y que tapa nariz, boca y mentón logra que el flujo que no es retenido se vaya hacia atrás, siendo este el escenario de mejor filtrado y respirabilidad. Este es el modelo que probarán con los niños apenas se pueda ingresar a una escuela.

Lo que aconseja el MSP.

Desde el Área Programática de Niñez del Ministerio de Salud Pública se recomienda no colocar ni exigir el uso de las mascarillas en menores de 5 años. Por encima de esa edad y hasta los 8 años se recomienda su uso siempre y cuando los niños la toleren. Si el adulto percibe que el niño no puede mantener su máscara puesta y la toca varias veces, es preferible que no la utilice porque no cumple el fin para el que se recomienda. A partir de los 8 años sí se exhorta a que la utilicen. Los niños nunca deben utilizar mascarilla mientras realizan ejercicio físico y tampoco debe exigirse el uso a niños que tengan un trastorno de espectro autista u otros trastornos de conducta, independientemente de la edad. Los adultos deben ser los responsables de la colocación, uso y el retiro de la mascarilla de los niños.

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