Tres ideas sobre cuáles serán los nuevos trabajos que trae la IA

La IA transforma el empleo y abre el juego a nuevos perfiles híbridos, donde la creatividad y el juicio marcan la diferencia.

 Inteligencia Artificial
Representación de la inteligencia artificial.
Foto: Archivo.

La inteligencia artificial (IA) está transformando el mercado laboral. En eso estamos (casi) todos de acuerdo. Pero ahí empiezan las diferencias entre apocalípticos e integrados. Unos advierten sobre los muchos que se quedarán sin empleo, otros dicen que dependerá de cómo usemos la IA, podemos convertirla en generadora de empleo. El tema es si las personas que pierden el trabajo por la IA son las mismas que encuentran nuevos rumbos gracias a ella. Compleja discusión, para otro texto.

Hoy la idea es hacer un pantallazo de esos empleos que la IA podría traernos. El informe del Foro Económico Mundial para 2030, la IA y otras tecnologías emergentes desplazarán nueve millones de puestos de trabajo, pero también generarán once millones de nuevos empleos. La clave está en identificar qué tareas requieren todavía intervención, criterio o responsabilidad humana.

Uno de los primeros ámbitos identificados es el de la confianza. En un artículo publicado por The New York Times, Robert Seamans, profesor en la Universidad de Nueva York, prevé que las grandes firmas contables incorporarán servicios de auditoría de IA. Este rol, que llama auditor de IA, será responsable de revisar el funcionamiento interno de los sistemas automatizados y explicar su lógica. Seamans también anticipa una figura complementaria: el traductor de IA, una persona capaz de comunicar el funcionamiento técnico a los equipos directivos que toman decisiones.

Ambos perfiles forman parte de una categoría más amplia centrada en la rendición de cuentas. Como señala Erik Brynjolfsson, del Stanford Digital Economy Lab, en el mismo artículo, en toda cadena de decisiones debe haber un humano que pueda asumir la responsabilidad final. Esto se traduce en nuevos puestos como el garante legal, encargado de firmar documentos o decisiones generadas por IA, o el verificador de consistencia, que evalúa que los sistemas mantengan coherencia ante múltiples variables.

También aparecen figuras como el oficial de escalamiento, que interviene cuando un cliente o usuario necesita atención humana después de interactuar con una IA. Esto será frecuente en áreas como el servicio al cliente o la educación, donde se requiere empatía o juicio contextual.

Otro eje identificado es la integración. Las organizaciones necesitarán personas que puedan adaptar la tecnología a sus procesos internos. Los integradores de IA se encargarán de conectar herramientas automáticas con flujos de trabajo existentes. Estos perfiles ya están en crecimiento. Según LinkedIn, los puestos de “jefe de IA” se han triplicado en los últimos cinco años y los ingenieros de IA son hoy el rol de mayor crecimiento en Estados Unidos.

Conforme los modelos se vuelvan más complejos y personalizados, surgirán nuevos roles como el entrenador de IA, responsable de alimentar los sistemas con datos relevantes, o el evaluador de modelos, encargado de comparar el desempeño entre distintos sistemas.

A medida que estas herramientas se integran en todos los sectores, desde la educación hasta la medicina, se demandarán especialistas capaces de definir cuándo conviene usar IA, cuándo se requiere supervisión humana o cuándo es mejor una combinación. El ejemplo de las fábricas que adoptaron robótica ilustra este punto: aquellas que incorporaron tecnología crecieron más que sus competidoras, pero solo cuando contaban con integradores locales capaces de rediseñar los procesos productivos.

La tercera categoría es la del gusto o criterio. En un entorno donde todos acceden a las mismas herramientas generativas, lo que diferencia a los productos o servicios es la capacidad de tomar decisiones creativas. Se prevé un crecimiento de funciones como diseñador de personalidad de IA, encargado de definir el tono de interacción de un sistema automatizado, o diseñador de producto, con autoridad sobre las decisiones que configuran un servicio de principio a fin.

Este fenómeno no se limita a sectores creativos. Incluso en áreas como recursos humanos o infraestructura urbana, podrían surgir perfiles como diseñadores organizacionales o diseñadores civiles, cuyo foco estará en las decisiones de experiencia más que en la ejecución técnica.

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