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Sismos en territorio uruguayo: alta vulnerabilidad

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Foto: Observatorio Geofísico de Uruguay

GEOLOGÍA

Más de 100 personas reportaron movimientos en La Paz; en la Base Artigas en la Antártida se registraron más de 1.500 desde el 27 de agosto

Algunos escucharon un estruendo. Otros sintieron que el piso se movía bajo sus pies. Eran las 1:30 de la mañana del sábado 29 de agosto. Más de 100 personas reportaron uno de los dos incidentes o los dos al mismo tiempo al Observatorio Geofísico de Uruguay desde la ciudad canaria de La Paz. Fue la misma situación que se registró el 23 de marzo de 2016 cuando vibraron techos y paredes, se rompieron vidrios y se rajaron planchadas en la zona entre Punta de Lobos y Punta del Tigre, en la costa oeste de Montevideo; o igual a la del 24 de noviembre de 2016 cuando un sismo hizo temblar a varios barrios de Montevideo y zonas de Canelones.

La diferencia es que, esta vez, no se puede estudiar lo ocurrido porque el equipo ubicado en la capital, el más cercano al epicentro, está descompuesto y solo se pudo constatar que sí hubo un evento que coincide con la hora señalada por vecinos por los datos obtenidos en la estación instalada en Parque Anchorena. “No sabemos el nivel de magnitud; no sabemos nada”, lamentó la geóloga Leda Sánchez.

Este sismo, fenómeno entendido como una serie de vibraciones de la superficie terrestre generadas por un movimiento brusco y repentino de las capas internas (corteza y manta), es uno de los aproximadamente 20 que se registran cada año en un país que, para muchos, no hay terremotos y, por lo tanto, no hay ningún peligro.

“La probabilidad de que ocurra un evento de magnitud importante es baja pero la vulnerabilidad es alta y, en la ecuación de riesgo, eso es un desastre”, comentó a El País. Uruguay, aunque no esté en una zona de convergencia de placas, es vulnerable, en particular, por los daños materiales que provocaría un sismo en edificios, casas antiguas, estructuras industriales y granjas eólicas.

Sismo en La Paz. Foto: Leda Sánchez
Sismo en La Paz. Foto: Leda Sánchez

Es más, si se repitiera el sismo del 5 de junio de 1888, cuya magnitud fue estimada en 5,5 en la escala Richter –considerado moderado– y su epicentro se ubicó a 14 kilómetros al suroeste de Colonia, Sánchez considera que las consecuencias serían “muy serias”.

Más de 1.500 eventos sísmicos.

Con todo, desde el pasado 27 de agosto se han registrado más de 1.500 eventos sísmicos en territorio uruguayo, aunque estos se hayan producido en la Base Científica Antártica Artigas donde, por el momento, viven nueve personas que conforman la dotación de invierno.

El coronel Emilio Obelar, jefe de la base, dijo a El País: “Continúan los movimientos. Ayer (por el domingo) sentimos dos o tres, siendo el más fuerte de 4,7. Estamos bien; solo estamos muy alertas. Por ahora no son superiores a 5 en la escala Richter”. El más grave, hasta ahora, fue de 5,1. El epicentro de estos eventos se encuentra entre 18 y 22 kilómetros de la base.

Ciclos: una especulación.

A pesar de los avances, no se tiene un historial de registros instrumentales con los que se pueda estudiar qué sucedió antes y así inferir qué podría ocurrir en el futuro. Tampoco se tiene hecho un estudio que muestre “ciclos”. El primer registro de actividad sísmica en Uruguay fue el 9 de agosto de 1848. Podría ser que la recurrencia sea de 200 años, o más, o menos; pero no hay registros escritos anteriores ni estudios suficientes.

Los datos se conocen porque el Observatorio Geofísico de Uruguay tiene instalado allí un sismógrafo que, por el momento, funciona de forma correcta. Este fue colocado en marzo de 2020, antes de que se decretara la emergencia sanitaria por la pandemia por el COVID-19. No obstante, pronto dejó de transmitir información por problemas satelitales y se perdió la conectividad. “La recuperamos el 7 u 8 de agosto. Justo”, contó Sánchez.

Esto permite que el personal de la Base Científica conozca la gravedad del problema. De acuerdo con la geóloga, la intensidad ha decrecido, pero todavía se siguen produciendo réplicas. Esta información es necesaria para trazar un plan de evacuación del personal si llegara a ser necesario.
Obelar señaló: “Si llegara a aumentar la intensidad y, dependiendo del clima, se evacuaría desde el aeropuerto hacia Punta Arenas (Chile). Todo depende de la intensidad y de que el personal no tenga consecuencias en su bienestar. Pero, por ahora, siguen los movimientos; entre cinco o seis por día ahora”.

El equipo ha llegado a registrar más de 350 eventos en una jornada.
Aunque Sánchez teme por la seguridad de los compatriotas, esta es una oportunidad única para el Observatorio Geofísico de Uruguay.

Base Artigas. Foto: archivo El País.
Base Artigas. Foto: archivo El País.

“Estamos acostumbrados a tener dos o tres eventos por mes, pero acá estamos hablando de cientos por día. Es un desafío porque no tenemos automatizados (los sistemas) ni tenemos el personal ni los recursos suficientes”, comentó Sánchez.

La situación, además, le da visibilidad a una realidad que es desatendida por la población. Esta ocurrencia de terremotos en la Antártida le valió a Sánchez una reunión con el presidente Luis Lacalle Pou y un compromiso para fortalecer la red de monitoreo.

Por ejemplo, además de la estación de Montevideo, está fuera de funcionamiento la de Paso de los Toros, posiblemente por acción de un rayo. “Estamos en un país con variabilidades climáticas, caen muchos rayos y nos queman los equipos”, lamentó. La propia geóloga ha invertido en la compra de aparatos; otros los ha financiado Pedeciba.

Hoy el Observatorio Geofísico de Uruguay cuenta con una red de sensores sísmicos, seis acelerómetros y tres sismómetros de banda ancha en estaciones del Instituto Geográfico Militar, comisarías del interior, estaciones permanentes GPS y de la Red Geodésica Nacional Activa. El observatorio participa de un convenio de colaboración con China y Brasil que permitirá la conexión de otros acelerómetros.

Los eventos como los de La Paz o la Antártida reafirman las palabras de Sánchez: “La probabilidad de ocurrencia de sismos es baja, pero no es cero. Hay sismos históricos que fueron importantes y que seguramente pueden volver a ocurrir. No sabemos cuándo; puede ser mañana o dentro de 200 años. Es necesario investigar”.

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