Pirotecnia: la escala de decibeles y la propuesta de etiquetado

Etiquedado de fuegos artificiales

IMPACTO SONOR

Hay productos en plaza con un etiquetado especial según el impacto sonoro; será obligatorio a partir de febrero de 2022

Artigas, Canelones, Flores, Lavalleja, Río Negro y Salto son los departamentos que ya prohibieron el uso y la venta de fuegos artificiales; no obstante, todavía no hay una legislación a nivel nacional aunque próximamente habrá cambios. A partir de febrero de 2022, toda la pirotecnia importada no podrá superar los 120 decibeles y se expandirá un etiquetado especial que ya puede verse en algunos productos. Los decibeles miden la intensidad de un sonido, mientras que los hercios miden la frecuencia de un sonido.

La Cámara Uruguaya de Fuegos Artificiales (CUFA) ha establecido un etiquetado con hexágonos de color verde, amarillo y rojo para advertir sobre el impacto sonoro y que es una iniciativa pionera en el mundo. Por ejemplo, el verde se corresponde a menos de 80 decibeles; el amarillo significa ruido intermedio y se utiliza hasta los 110 decibeles y el rojo es para un estruendo con un impacto de entre 110 y 120 decibeles.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos no se expongan a ruidos que superen los 140 decibles; mientras que el límite para los niños es de 120 decibeles.

Etiquetado de fuegos artificiales
Etiquetado de fuegos artificiales

“Las bombas brasileras no se traen más. Esas eran de 130 decibeles. La diferencia entre 120 y 130 no parece mucho pero, en realidad, 130 son ocho veces más que 120”, explicó Gustavo Prato, presidente de CUFA. En la escala, una bomba brasilera y un martillo neumático están en el mismo nivel pero aclaró que los valores deben ser medidos a una distancia horizontal de 100 metros. La medición es responsabilidad del Servicio de Material y Armamento del Ministerio de Defensa.

Los sonidos que superan los 70 decibeles son considerados molestos; por encima de los 90 decibeles se los clasifica como dañinos.

Casi 6.000 mesas por zafra.

La zafra de ventas por Navidad y Fin de Año es cubierta actualmente por unos 6.000 puestos callejeros. Hace una década, la cifra era muy superior: 15 mil. El descenso se debe a la falta de efectivo en la calle.

Si bien su uso se asocia mayormente con quemaduras y lesiones en los ojos, la exposición a sonidos de alta intensidad puede provocar daño auditivo. La OMS recomienda que los adultos no se expongan a ruidos que superen los 140 decibles; mientras que el límite para los niños es de 120 decibeles.

Además del etiquetado que apunta a que el consumidor esté advertido sobre la potencia del producto, también están previstas algunas alteraciones en la composición química para reducir el impacto sonoro y la posibilidad de accidentes. Por ejemplo, los petados que reemplazan a las bombas brasileras tendrán a partir de 2022 una carga máxima de 0,8 gramos (hoy es de 3,5 gramos). También se pretende bajar de 150 gramos a 60 gramos el contenido de las cañitas voladoras, lo que reducirá aproximadamente a la mitad su trayectoria ascendente y eliminará la chance de desvío. Tanto los petardos como las cañas voladoras quedarían por debajo de los 110 decibeles.

“Es difícil lograr productos sin impacto sonoro porque esta región es un mercado pequeño para China. Creemos que esto va a ayudar a que globalmente se controle un poco más y para que el ciudadano pueda elegir sabiendo que (el ruido) es bajo, medio o alto”, apuntó Prato.

Personas y animales afectados por el ruido.

Hay personas que son especialmente sensibles a los estruendos de la pirotecnia. Un niño con Trastorno del Espectro Autista presenta hipersensibilidad auditiva. Los adultos mayores y en especial aquellos que padecen algún tipo de demencia también pueden alterarse con los ruidos demasiado fuertes y presentar crisis nerviosas. También están los animales. Los efectos de la pirotecnia en estos casos son diversos, de diferente intensidad y gravedad, porque los animales poseen un aparato auditivo mucho más desarrollado que el de los seres humanos. En el caso de los domésticos, pueden presentar agitación, palpitaciones, temblores, náuseas, falta de aire y mucha sed. El temor que sienten con los ruidos puede hacer que quieran escaparse del hogar.

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