Buenos Aires. Comienzos de agosto de 2023. 32 jóvenes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay estaban en una casa inmensa y, durante dos jornadas, por cuatro horas cada día, resolvieron problemas de matemáticas. Cada una de las pruebas tenía tres problemas que abordaron álgebra, combinatoria, geometría, teoría de números.
Estuvieron allí los mejores de cada país. Se realizaron las Olimpíadas de Matemáticas del Cono Sur y por Uruguay participan cuatro jóvenes: Renato de Paula -estudiante del Colegio Alemán de Montevideo-, Juan Martín González -del liceo Número 2 de Carmelo, Colonia-, Francisco Rodríguez -del Liceo Logosófico de Montevideo- y Rafael Trápani -estudiante de la UTU, también de Montevideo-.
Para estar allí, los cuatro jóvenes tuvieron que llegar a la final nacional de las Olimpíadas del año pasado y, además, pasar dos selectivos (dos pruebas que definían quiénes irían).
“La competencia en sí consiste en la resolución en forma individual, por cada participante, de dos pruebas que se realizan en días consecutivos, cada una de las cuales consta de tres problemas. A partir de los puntajes que cada uno obtiene se adjudican los premios”, dice Nelson Chocca, docente y jefe de la delegación de Uruguay.
De la competencia en Buenos Aires, la delegación uruguaya se trajo tres menciones de honor y una medalla de bronce. Sin embargo, no solo se trató de medallas y de problemas matemáticos.
“Una olimpíada de matemática es un encuentro de jóvenes, docentes y matemáticos que busca favorecer el intercambio de conocimientos y experiencias que enriquezcan a los participantes. En este ámbito, los estudiantes construyen amistades basadas en un interés común (la resolución de problemas) y en las cuales se fortalecen valores fundamentales como el honor olímpico, la solidaridad, el respeto, el compañerismo, el manejo de frustraciones”, agrega el docente.
“Son instancias muy enriquecedoras tanto en aprendizaje como en experiencia. Las olimpiadas en general ayudan al desarrollo del pensamiento lógico, que luego los estudiantes aplican en todos los ámbitos de su vida. Es muy disfrutable hacer amigos por el mundo, conocer otras culturas y vivir la sensación de representar a un país. Sin duda alguna, me atrevo a decir que vivir una experiencia como está, es ganar o ganar”, cuenta por su parte Vladimir Silva, docente y estudiante de Ingeniería en Sistemas, tutor de la delegación.
El camino hacia la competencia
Desde 1992, la Com-Partida de Matemática del Uruguay -una red de docentes- organiza, entre otras actividades, la Olimpíada Nacional de Matemáticas en la que participan niños y jóvenes que cursan desde cuarto año de escuela hasta el último año del bachillerato.
“En esta actividad participan miles de estudiantes de instituciones públicas y privadas de todo el país, lo cual es posible gracias al trabajo que realizamos honorariamente más de 250 docentes”, cuenta Nelson.
Para estas Olimpiadas del Cono Sur, después de que fue conocida la delegación que viajaría a representar a Uruguay, desde esa red de docentes se organizaron una serie de ocho seminarios para prepararlos. Los tres jóvenes que viven en Montevideo pudieron asistir y prepararse allí para la competencia.
En el caso de Juan Martín González, sin embargo, el camino fue diferente. Él se preparó con la ayuda del club de Matemáticas de Carmelo y de su profesora, Sylvia Borbonet.
Después, cuando llegó el momento, se encontró con el resto de la delegación en Colonia y partieron hacia Buenos Aires, donde vivieron juntos -y convivieron con los estudiantes de los otros países- durante cinco días.
Para los jóvenes, más allá de las matemáticas, la experiencia estuvo ahí: en la convivencia, en el intercambio, en el encuentro.
“Yo empecé a participar de las Olimpíadas desde primero, cuando un profesor me recomendó el entrenamiento que mi colegio proporcionaba. Desde entonces he seguido asistiendo a estas instancias, gracias al apoyo de tutores que organizan el entrenamiento, como Natalia Colino, mi tutora. Gracias a estas pruebas pude conocer a gente de toda América que comparten mis intereses, por lo cual estoy muy agradecido”, cuenta Renato.
Francisco, por su parte, dice algo similar: “En la escuela se planteaban las primeras instancias de la Olimpiada Nacional y me gustó la idea de realizar problemas matemáticos, por lo que decidí seguir participando, gracias a la olimpiada pude conocer personas increíbles y aprender temas muy interesantes”.
En el caso de Juan Martín, la primera vez que participó en unas olimpiadas tenía nueve años. Hoy tiene 15 y dice que, como amante de las matemáticas, “siempre es bueno ponerse a prueba a uno mismo e intentar superarse cada día y este tipo de competencias me dan la oportunidad de hacerlo (...) Cabe recalcar que si bien la prueba era el foco principal del viaje, los momentos que compartí con los chicos de los otros países intercambiando risas y culturas son inolvidables. Una de las cuantas razones por las que decidí tomar parte de la prueba es porque el año pasado ya había viajado a Argentina para participar en otra olimpiada (la Olimpíada de Matemática Rioplatense) y fue una de las mejores experiencias que he vivido en mi vida”, dice.