Uruguay es un país con mucho potencial en cuanto al cuidado de la sostenibilidad medioambiental debido a sus políticas en la materia. Por ello, Volvo apostó por el país mediante su oferta de vehículos híbridos y eléctricos, siendo el cuarto mercado en el mundo donde la firma sueca implementó de forma integral su estrategia de electrificación, y desde 2021 dejó de vender motores 100% a nafta.

“Hoy en día Uruguay es uno de los cuatro países en los que el 100% de los autos que comercializa Volvo son eléctricos o híbridos enchufables, eso nos destaca y nos impulsa frente a la casa matriz”, explica Martín Oyarzún, gerente general de la firma.

“La confluencia del sector público, el sector privado y todo lo que impulse esta mirada sostenible, es importante”, aseguró Oyarzún. Matizó que, en ese camino, hay mucho por hacer para concientizar más y más a los uruguayos sobre los avances que ha realizado el país. “Visto desde otros países, Uruguay es la envidia de la región por lo que se ha hecho en materia de sostenibilidad y temas energéticos. Volvo Suecia considera al país una estrella por todos los factores que han impulsado la movilidad eléctrica, entre ellos: la matriz de generación eléctrica y la importancia de los renovables dentro de ella, los esfuerzos fiscales, descuentos en patentes, financiamiento con entidades con tasas especiales para vehículos sustentables, la inversión que se ha hecho en la infraestructura de carga pública y sin duda las distancias y características geográficas del país, todos factores que promueven la movilidad sustentable”, dijo.

Este cambio disruptivo, entiende la firma, no solo sigue el rumbo al que avanza el resto del mundo, si no que marcan el paso y la promueven proactivamente. Por eso, la empresa sueca se comprometió a convertirse en un fabricante de automóviles totalmente eléctricos para el año 2030, y en una empresa climáticamente neutra para 2040.

En este sendero de la conciencia ambiental, Volvo ha establecido y participado de muchas alianzas con instituciones públicas y privadas, gracias a las que ha desplegado una red propia de carga eléctrica. En ese marco, en Uruguay firmaron acuerdos con hoteles, clubes y otros actores para la instalación de -hasta el momento- 47 cargadores para vehículos híbridos y eléctricos, los cuales sirven tanto para vehículos de la marca como para unidades de otras firmas. De ese modo, reforzaron su compromiso local con la sustentabilidad y su espíritu pionero, buscando hacer un aporte general a la comunidad.

La apuesta demostró que su rumbo es el correcto y que Volvo no está sola en sus convicciones: el 2022 fue su mejor año de ventas en Uruguay, con más de un centenar de vehículos comercializados. Y, en función de las experiencias previas y de las recientes proyecciones, la firma estima que este año tendrá nuevamente un crecimiento de 100%. La señal es clara: los consumidores acompañan cuando una compañía hace una apuesta real por una causa urgente.

Tarcísio Triviño, director general de Importadores de Volvo Cars LatAm Hub, también se refirió al desempeño local de la marca: “Estamos muy orgullosos del desempeño de Volvo en Uruguay. El Grupo Gildemeister ha hecho un excelente trabajo. Ahora que la electrificación está cada vez más solidificada en el país, tenemos la intención de crecer aún más con las ventas y mejorar nuestros números cada año”, señaló.

Implementar soluciones que reduzcan la huella de CO2 es, para Volvo, prioridad indiscutible dentro su estrategia de sostenibilidad global. La estrategia que emplea la firma sueca consiste en ofrecer soluciones innovadoras y competitivas, especialmente en áreas donde se puede lograr un mayor impacto. De manera constante, Volvo reduce los residuos y las emisiones, optimiza el uso del agua y mejora su manejo de disolventes, aceites y productos químicos. El objetivo es reemplazar la energía fósil con fuentes sostenibles como la energía eólica y solar, la biomasa y los biocombustibles.

Además, Volvo también está comprometida con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, que describen la agenda común mundial para 2030. De este modo, algo aparentemente tan pequeño como un vehículo, se convierte en un ejemplo significativo del cambio de conciencia que requiere el planeta.