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A María Eugenia Fabra (29 años) y Bruno Mayobre (31) siempre les gustaron las plantas y el contacto con la naturaleza. Eso los llevó a dedicar parte del tiempo que pasaban juntos como pareja a armar su propio jardín, hacer una huerta en casa, probar con una compostera…

“Una cosa fue llevando a la otra y terminamos por descubrir la técnica de la kokedama. Nos encantó y empezamos a investigar y a experimentar”, contó María Eugenia sobre los que les pasó hace poco más de un año.

Kokedama quiere decir “bola de musgo” y es una técnica japonesa que tiene más de 500 años. “Se trata de una planta ornamental que se planta en un sustrato en forma de bola envuelto en musgo atado con un hilo. O sea que es una planta cultivada en una maceta viva”, explicó Bruno a El País.

Para probar comenzaron por hacerla para ellos mismos o para regalar a amigos. La idea los atrapó al punto que terminó por convertirse en un emprendimiento al que hoy le dedican todo el tiempo libre que les dejan sus profesiones de educadora social y arquitecto.

“Hoy vemos las primeras que hicimos y eran malísimas, pero fue parte del proceso de aprendizaje”, se sinceró Bruno. Aprendieron investigando, poniéndose en contacto con personas que ya aplicaban la técnica desde hacía tiempo y leyendo libros.

De esa manera, en marzo de este año le dieron nacimiento a Origen Kokedamas, una iniciativa que viene creciendo y que comunican a través de Instagram y Twitter. Si bien no es un hobby, su principal entrada de dinero siguen siendo sus respectivos trabajos: María Eugenia, que vive en San Carlos, trabaja en el INAU de Maldonado, y Bruno, que es de Montevideo, lo hace en una obra en construcción en Paso de los Toros.

Los jóvenes emprendedores aún no viven juntos, así que a Bruno le toca viajar de Paso de los Toros a Montevideo y de Montevideo a San Carlos, que es donde tienen el centro de operaciones de Origen Kokedamas.

Allí realizan todo el procedimiento. “Partimos de una planta que ya tenemos cultivada en macetas. Para hacer la bola a veces le damos forma al sustrato o, si tenemos la raíz desnuda, hacemos la bola con tierra húmeda y el sustrato con una mezcla de otros elementos. El musgo se forma como si fuera una alfombra, ahí se apoya la bola, se envuelve con el musgo, se le termina de dar forma y se ata con un hilo fino al que le damos muchas vueltas. Una vez que el musgo echa raíces ya queda con contenido”, explicó Bruno.

Cualquier planta puede ser cultivada con esta técnica, pero por lo general se eligen aquellas que comparten las condiciones de cuidado que exige el musgo. “Por ejemplo, el musgo no puede estar a sol directo porque se empieza a poner amarillento y no queda lindo. Estuvimos investigando que hay musgos que pueden estar expuestos al sol, pero no son los que usamos nosotros”, aclaró María Eugenia.

Origen Kokedamas ofrece las siguientes plantas: tradescantia, flor de azúcar, cretona, cretona colgante, incienso, vara de bambú, árbol de jade, singonio, violeta de Los Alpes, anturio rojo, asparagus y cangrejo.

Los tamaños se adaptan a la planta elegida. Tienen desde mini kokedamas, que generalmente realizan con suculentas, que son plantas que necesitan menos agua, hasta los más grandes que han hecho con anturio rojo.

En cuanto a los insumos necesarios para la elaboración, no es un tema sencillo. “Los japoneses, que son muy estructurados, usan un sustrato que se llama akadama, que es como una roca volcánica que se desgrana y tiene propiedades muy buenas para el cultivo de plantas. Pero acá no se consigue y si se consiguiera sería carísimo”, detalló Bruno a El País.

Deben entonces recurrir a alternativas locales que, en contrapartida, se adaptan mejor a las plantas de esta parte del planeta. “Tiene más sentido hacer una adaptación nuestra de la versión japonesa de la kokedama que tratar de imitar exactamente lo que se hace en Japón, más allá de que intentamos aprender lo más posible de ellos”, acotó María Eugenia.

Lo importante para los emprendedores uruguayos es también mantenerse dentro de la filosofía Wabi-sabi, que es un tipo de visión estética basada en “la belleza de la imperfección” que enmarca todas estas técnicas de jardinería japonesa dentro de las que está la kokedama.

“Es una corriente estética y de comprensión del mundo que celebra la belleza de las cosas simples, imperfectas. Ve belleza en las cosas asimétricas, irregulares, en las formas de la naturaleza y en el paso del tiempo. Es una visión fundamental de la cultura japonesa”, destacó Bruno sobre lo que ambos han encarado con muchas ganas de seguir aprendiendo y creciendo.