Poner cáscaras de mandarina en los bordes de puertas y ventanas tiene múltiples beneficios. Se trata de una técnica natural que no solo ayuda a mantener alejados a los insectos, sino que también deja un aroma agradable en los espacios, sin la necesidad de recurrir a productos químicos.
La piel de esta fruta contiene aceites esenciales con propiedades que actúan como repelente natural. Es por estos compuestos que resulta posible alejar mosquitos, hormigas y otros insectos que suelen aparecer en los hogares.
Por otra parte y para quien le guste, las cáscaras de mandarina pueden utilizarse a modo de desodorante de ambiente, ya que el característico cítrico genera una sensación de frescura en las habitaciones.
Cómo colocar las cáscaras
El procedimiento es muy simple: se colocan cáscaras frescas en pequeños recipientes o platitos cerca de las aberturas, lo que permite que el aire disperse su fragancia. Incluso luego de secas, todavía liberan su aroma por varios días.
No solo se trata de una opción ecológica, económica y accesible, sino que permite reutilizar algo que usualmente se desecha.
En Uruguay, la época de mayor abundancia y mejor calidad de mandarinas se comprende entre junio y julio. Durante esos meses es fácil encontrarla fresca, sabrosa y a buen precio en mercados y verdulerías. Por eso, esta técnica puede empezar a implementarse ahora cuando la fruta es más accesible.
Beneficios de comer mandarina
La mandarina es una fruta que aporta numerosos beneficios para la salud. Uno de sus principales aportes es su alto contenido de vitamina C, que la convierte en una gran aliada para reforzar el sistema inmunológico. Consumirla de manera regular ayuda a prevenir resfríos, gripes e infecciones.
Otro de los beneficios es su capacidad para mejorar la salud de la piel. Esto se debe a que es rica en antioxidantes como los flavonoides y vitamina C, por lo que estimula la producción de colágeno y eso favorece una piel más firme, luminosa y saludable.
En cuanto a la salud cardiovascular, la mandarina colabora al reducir los niveles de colesterol malo (LDL) y favorecer una mejor circulación, gracias a sus nutrientes y antioxidantes, contribuyendo así al cuidado del corazón.
Por último, esta fruta aporta ácido fólico, un nutriente esencial para la formación de glóbulos rojos y especialmente importante durante el embarazo, ya que participa en el desarrollo del sistema nervioso del bebé.
La Nación/GDA
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