El escondido rincón de José Ignacio donde se gestó La Huella, un festival de cine y hoy es un taller de moda

Paula Martini se crio entre botones y agujas en los talleres de costura de sus abuelas. Aprendió a tejer y coser antes que a leer y escribir. Su marca Bajo el alma celebra 25 años.

Paula Martini en su tienda-taller en Jose Ignacio
Paula Martini en su tienda-taller en Jose Ignacio
Foto: Santiago Sedlacek

Hay frente a la plaza de José Ignacio una casa cargada de relatos y anécdotas que tienen mucho que ver con la historia cultural y gastronómica del que otrora fue un pueblito de pescadores y creció hasta afianzarse como el polo turístico de élite más importante de Uruguay.

En este rincón llamado Bajo el alma hace 25 años que funciona la tienda taller de la artista argentina Paula Martini, pero es también la casa que ella y su marido, el empresario gastronómico Martín Pittaluga, eligieron para vivir cuando tres décadas atrás se mudaron a Uruguay.

Allí cranearon y fundaron juntos su primer proyecto: un restaurante que abría en temporada, y la tienda de ropa, ambos con el nombre Bajo el alma. Cuando en 2001 Pittaluga abrió La Huella -el emblemático local gastronómico en la arena de José Ignacio- y poco después aquel primer restaurante no estuvo más en su hogar, Paula se adueñó del espacio y llenó de ropa, tejidos, pinceles y tinturas todos los recovecos de la casa.

“En el 2006 me quedé sin el restaurante y solo con el taller, que siempre lo tuve pero era chiquitito, un cuartito. Después me fui apropiando de la cocina, del patio, del lavadero. Me sirvió que abriera La Huella y me quedó una entrada muy ridícula porque lo que era el ingreso de proveedores del restaurante es el acceso principal a mi espacio”, relata Paula a El País, mientras prepara las tinturas que usará para teñir a mano las prendas de su marca.

Bajo el alma es el germen de La Huella y de otras tantas ideas. Es que su casa siempre fue un espacio de puertas abiertas a abrazar proyectos culturales.

“El Festival de Cine de José Ignacio que hace Fiona Pittaluga nació en esta casa. Hubo festivales de música clásica, muestras de arte. Pasaron muchas cosas, yo soy una más”, comenta. Y justifica: “No uso el nombre Bajo el alma como una marca porque sería apropiarme de algo que es mucho más grande. Es nuestra casa, abarca a la familia”.

El origen

Alguno de los diseños de Paula Martini confeccionados 100% de forma artesanal.
Alguno de los diseños de Paula Martini confeccionados 100% de forma artesanal.
Foto: Santiago Sedlacek.

La infancia de Paula Martini transcurrió entre dos talleres de costura en Buenos Aires: el de su abuela y el de su bisabuela. Aprendió a coser, pintar y bordar antes que a leer y escribir. Pasaba días enteros entre botones, agujas y retazos de tela.

“Mi abuela me decía, 'la gente inteligente nunca se aburre'. Me gustaba encontrarle la vuelta y pasar el día allí, estaba sola, sin amigos, tenía que revolvérmelas y creo que muchas de las capacidades que desarrollamos salen del aburrimiento y del estar solos teniendo que inventarnos nuestros propios proyectos para encontrarnos”, opina.

Era la época de la muñeca Holly Hobbie y recuerda que intentaba emular el patchwork en almohadones y muñecos con los retazos de tela que encontraba.

En esa necesidad de escapar del aburrimiento, Paula aprendió a ocupar su tiempo en crear cosas con las manos, y sin querer, encontró su vocación: el arte, el diseño y la moda.

Se graduó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Argentina, estudió diseño de indumentaria en Parsons School of Design (Nueva York) y se instaló un verano en Londres para hacer cursos textiles en la icónica Central Saint Martins.

Aprendió de los mejores, pero está convencida de que la mayor enseñanza la adquirió cuando se mudó a José Ignacio y tuvo que darse maña para crear con lo que tenía a disposición.

Le costó arrancar y encontrar materia prima. Quería hilar una lana acorde a sus diseños y los primeros años se iba a Montevideo, se metía en los depósitos de la fábrica Filaner, se trepaba a las estanterías y buscaba restos entre las cajas. Esa fue su escuela.

“Comprando restos de lana de diseñadores del exterior empecé a captar cuáles me funcionaban para los diferentes tejidos, y fui entendiendo que si mezclaba la lana merino uruguaya con un poco de alpaca el pelo se hacía más lacio y tenía una caída diferente; que si le ponías un poco de seda a la lana merino había más lustre. No podía mandar a hilar mi propia lana, entonces tenía que hacer una investigación con las sobras de los demás y fue espectacular”, relata.

Bajo el alma ha sido un apostar constante. Cada año la artista decía, ‘me la juego y hago 100 prendas más’. “No crecí rápido. Sigo siendo una marca minúscula que no conoce nadie en Uruguay, salvo los que se arriman a este rincón remoto en la plaza deJosé Ignacio”, cierra Paula, convencida de querer seguir arriesgándose a crear piezas únicas y cargadas de historia.

Cada prenda una historia

La metodología de trabajo de Bajo el alma hace que cada prenda sea una historia en sí misma y que tengan mucho de Paula Martini. Es que ella las diseña, las confecciona y tiñe a mano las telas pigmento por pigmento. Su técnica surgió de la escasez (arrancó con muy poquito stock, solo podía comprar telas blancas y tenía que ingeniárselas para colorearlas) pero hoy asegura que no la cambiaría por nada en el mundo.

Paula Martini trabajando a mano en sus diseños.
Paula Martini trabajando a mano en sus diseños.
Foto: Pompi Gutnisky

“Cada prenda tiene muchísimo de mí. No es una prenda anónima. Detrás del tejido a mano, por ejemplo, hay una persona que punto por punto fue armando los diseños que le pedí, entendió lo que yo quería y lo tradujo a una pieza de tres dimensiones. Eso me parece especial y único. No es lo mismo coser un dobladillo que la preciosidad que queda impregnada en cada prenda por las manos amorosas de quien trabaja a escala chica” remarca.

El tiempo impregnado en cada atuendo, entonces, tiene un valor extra que se puede percibir: “Todo lo que está tejido, teñido o bordado tiene cargado en sí todo ese tiempo que se le dedica. El tiempo en la prenda lo sentís, hay quien lo valora y quien no”, opina.

Paula o cree en la inspiración pero sí que considera que el entorno impacta en los tiempos que se le dedica a cada proceso.

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