Redacción El País
Es mayo de 1825. Los rebeldes orientales avanzan por la provincia hasta reducir a las fuerzas brasileñas a un puñado de ciudades. Les dicen “los patrias” y son el fenómeno del momento. Todo el mundo quiere ser como ellos. O bueno, no todo el mundo.
En el capítulo de hoy vamos a hablar de los llamados abrasilerados: desde un portugués que se convirtió en un montevideano de pura cepa hasta el oriental que hizo la carrera de la revolución pasando por gobiernos de todo tipo y color.
Vamos a hablar de un club de amigos privilegiados, de artiguistas que terminaron tomando caipiriña, y de dos cuñados proimperiales que manejaron los hilos del primer gobierno uruguayo de la historia.
Hablaremos de Nicolás Herrera. Lo acusaron de traidor los españoles, los patriotas orientales, los portugueses y en algún momento los brasileños. Fue diputado de Napoleón, lo echaron de Montevideo y Buenos Aires, conspiró con los portugueses y terminó en el primer gobierno uruguayo.
Junto a su cuñado, Lucas Obes, formó parte del club de los “abrasilerados”: orientales que vieron en el imperio vecino un futuro más ordenado que el caos del artiguismo.
En este episodio también hablaremos del Barón de la Laguna, un portugués de alta influencia que es recibido en Montevideo de brazos abiertos.
Los trataron de aristócratas, de traicioneros, de traidores. Pero ¿qué los movía a jugar para el bando portugués?