Cuando la ciencia no es solo ciencia: ¿por qué hay investigadores uruguayos estudiando pingüinos en la Antártida?

Cada verano, científicos y científicas uruguayas viajan a la Base Científica Antártica Artigas y dedican sus horas y sus días a investigar a los pingüinos de la península antártica. ¿Por qué lo hacen y por qué importa que lo hagan?

Compartir esta noticia
Álvaro Soutullo y Claudia Parodi en isla Ardley.jpg
Álvaro Soutullo y Claudia Parodi en isla Ardley
Foto: gentileza Claudia Parodi

Si se pudiera simplificar, reducir a un par de líneas el comportamiento de los pingüinos antárticos—en particular de los que habitan las regiones de la Península Antártica, es decir, los Papúa, los Adelia y los Barbijo— tal vez podría decirse esto: que durante los inviernos están en el mar alimentándose, esencialmente de krill, que se organizan para pescar en grupos, que son animales con una memoria extraordinaria, que cuando se acerca el verano regresan a las zonas terrestres en donde establecen sus colonias, que si son jóvenes buscan una pareja y si ya tuvieron una, la mantienen por el resto de su vida, que el macho hace el nido y la hembra pone el huevo, que después, por el desgaste físico que le implica ese proceso, ella regresa al mar para alimentarse durante 10 o 15 días y el macho se queda ayunando mientras cuida los huevos, que cuando nacen los pollos también se turnan -uno se va al mar a comer y a traer comida para la cría y el otro los cuida y así hasta que los pollos crecen- que entonces llega otra vez el invierno y todos regresan al mar, que al próximo verano repiten todo otra vez de la misma manera.

Lo sé, no porque haya leído sobre pingüinos, sino porque entre noviembre y diciembre de 2024, durante 40 días, viví en la Base Científica Antártica Artigas, la base uruguaya en la Antártida, y conviví con un grupo de científicas y científicos que se dedican a estudiar distintos temas del continente. Entre ellos, los pingüinos.

Me llevó mucho tiempo entender por qué había investigadores uruguayos estudiando pingüinos antárticos, por qué, todos los días, en el tiempo en el que la marea estaba baja y permitía el pasaje hacia una isla que se llama Ardley donde hay una colonia de Papúas y una de Adelia en época de reproducción, un equipo de científicos -Maryam, Claudia, Natalia y Melina, argentina- liderados por Álvaro Soutullo, doctor en Biología, caminaba 16 kilómetros con la nieve hasta las rodillas solo para encontrarse con esos animales y estudiarlos.

Muchos días, conversaciones y entrevistas después comprendí algunas cosas. Sobre todo, que en la Antártida la ciencia nunca es solo ciencia, y que lo que sucede allí, al final, sí tiene que ver conmigo, con nosotros, con el resto del mundo.

***

Maryam Raslan y Claudia Parodi en Ardley.jpg
Maryam Raslan y Claudia Parodi en Ardley
Foto: gentileza Claudia Parodi

Tal vez, lo primero que haya que entender, antes de preguntarse por los pingüinos, es cómo funciona un continente de 14 millones de kilómetros cuadrados cubierto de hielo.

La Antártida es una tierra sin dueño. Se gestiona a través del Tratado Antártico, un acuerdo firmado en 1959 -en el contexto de la Guerra Fría- por los países que reclamaban soberanía sobre el continente para evitar cualquier tipo de conflicto bélico en un lugar que constituye la mayor reserva de recursos naturales y minerales del planeta. El acuerdo establece que el continente es un sitio destinado a la paz y a la científica.

En la actualidad los países miembros del Tratado Antártico son 58. De ellos, solo 29 tienen voz y voto. Son, en definitiva, los países que se han dedicado a realizar investigación científica de relevancia en el continente. Uruguay es uno de ellos. De alguna manera, la ciencia es el fin y también es el medio.

“Nada en la Antártida tiene sentido si no se lo mira desde la óptica de la política exterior y de cómo ser parte del sistema del Tratado Antártico nos permite estar sentados en la mesa de negociación sobre cómo se maneja el continente. Y para entender por qué es importante esto hay que pensar en por qué Donald Trump dijo que tiene interés en comprar Groenlandia”, explica Álvaro Soutullo, que, además de ser investigador fue director de Coordinación Científica del Instituto Antártico Uruguayo (IAU) entre 2016 y 2020.

“Las razones detrás del planteo de Trump son las mismas razones por las cuales la Antártida es un lugar de interés, sobre todo para las grandes potencias: entre otras cosas porque acumula una enorme reserva de recursos en un mundo demandante de recursos, y porque es un continente que no tiene barreras físicas para el movimiento de buques, mercaderías o lo que sea, y asegurar la posibilidad de mantener esas vías de comunicación es importante para el sostenimiento de los intereses geopolíticos de esos países”.

Empezar a investigar pingüinos por parte de Uruguay fue una forma de contribuir al asunto antártico global, una manera de aportar al estudio de la ecología de predadores marinos, y, sobre todo, de permanecer en un lugar del que pocas personas, aquí, comprenden su relevancia.

Pingüinos adelia.jpg
Pingüinos adelia
Foto: Claudia Parodi

Ana Laura Machado, bióloga que trabajaba en el IAU cuando yo entré en 2016, quería trabajar con pingüinos y vimos que era un área desde la que podíamos aportar al tema global. Así empezamos a vincularnos con quienes ya lo hacían, como los españoles o los franceses y como a ellos les servía que nosotros aportáramos a sus investigaciones, nos fueron formando. En la Antártida Uruguay tiene relaciones bilaterales con países como China, Estados Unidos, Chile, Argentina. Eso, si se lo sabe utilizar, sirve para negociar con esos países iniciativas en otras dimensiones que no son antárticas, pero que resultan relevantes para Uruguay”, dice Soutullo.

Para la gestión de un continente sobre el que se sabe poco la información científica es la mejor -y la única, por ahora- herramienta para hacerlo: conocer cómo o dónde se alimentan o de qué manera se reproducen los pingüinos sirve, por ejemplo, para controlar y regular la pesca o para saber cómo los cambios globales -la contaminación, la presencia del ser humano, el calentamiento global- están afectando a los ecosistemas marinos del Océano Austral.

Soutullo lo resume así: “Estudiar a los pingüinos es como sacarle una muestra de sangre al océano. Así como una muestra de sangre del cuerpo humano nos permite ver cómo está respondiendo a los factores que lo perturban, los pingüinos nos dicen lo mismo. Conceptualmente nos permiten identificar dónde hay un problema, y conocerlo nos sirve para tratar de entender cuáles son las medidas que podríamos tomar para minimizar los efectos negativos de ese problema”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Antártida

Te puede interesar