¿Cuál es la herencia de las bombas atómicas que se encuentra en el suelo uruguayo?

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CIENCIA

El elemento radioactivo Cesio-137 está en todo el territorio; investigadores lo estudian en Colonia

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No es ni Montevideo ni Uruguay; lo que, en realidad, es un pañuelo es el mundo. ¿Si no cómo se explica que en Uruguay se encuentren restos radiactivos de las pruebas nucleares que se realizaron entre las décadas de 1950 y 1960? Por ejemplo, el ensayo de la bomba de hidrógeno Castle Bravo ocurrió en 1954 en las Islas Marshall a unos 14.500 kilómetros de Uruguay. Sí, todavía perduran las secuelas de la Guerra Fría y están dispersadas por todo el territorio.

Así lo explicó Joan Manuel González, estudiante de maestría del Centro de Investigaciones Nucleares de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República e investigador de Pedeciba Geociencias: “El origen de la radiación son los ensayos de las explosiones nucleares. Estos radioisótopos se generaron a partir de la fisión nuclear; al liberarse llegaron a la atmósfera y a través de los vientos llegan a todo el planeta y se depositan en los suelos con las lluvias”.

Uno de los radioisótopos en cuestión es el Cesio-137, el que no se encuentra en la naturaleza, sino que es “fabricado” en la fisión nuclear para sus diferentes usos. Uno de ellos, actualmente, es la irradiación de tumores ginecológicos.

González busca el rastro del Cesio-137 resultante de la Guerra Fría en el país, mide su concentración en el suelo agrícola y lo utiliza como trazador de procesos de erosión. Vale la aclaración: el investigador descarta que sea perjudicial para la salud humana y para la salud animal (el riesgo de exposición depende de la cantidad), pero sí afecta la calidad y productividad del suelo. La erosión de los suelos es entendida como un problema grave a nivel mundial.

¿Y algo que llovió hace tantas décadas todavía sigue teniendo efectos? Sí, porque una característica del Cesio-137 es su largo periodo de desintegración, es decir, el tiempo que tarda en reducir su actividad; esta es estimada en unos 30 años. Y no solo ha sido liberado en las pruebas nucleares, sino también en diversos accidentes como el de la planta de Chernóbil (cuya radiación también llegó a Uruguay). El Cesio-137 viaja tanto que se lo ha encontrado hasta en la Antártida.

“El Cesio-137 que cayó entre los años 50 y 70, cuando fue el pico del depósito (en el suelo uruguayo), quedó ahí y viene desintegrándose”, apuntó González.

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Actividad en La Estanzuela. Foto: J. M. González

Fuentes de radiación natural: rayos y rocas.

La radiación que recibimos “por todas las fuentes naturales es muchísimo más que la radiación por Cesio-137”, indicó el investigador Joan Manuel González. La radiactividad natural es la radiactividad que se presenta en la naturaleza debido a las cadenas de elementos radiactivos naturales y de origen no antropogénico. Está presente constantemente en el medio ambiente. Esta puede aumentar por ejemplo por la erupción de un volcán. El gas radón procede del uranio que se encuentra de forma natural en la tierra. Otra radiación natural es la cósmica. Esta varía en función de la latitud (es mayor en los polos que en el ecuador) y de altitud (es mayor en las cordilleras elevadas que a nivel del mar). “No representan ningún peligro. El aire que respiramos también tiene una pequeña cantidad de radioisótopos que han estado a lo largo de la evolución”, dijo González.

¿Qué se mide?

El Laboratorio de Radioquímica y Radioambiente de Facultad de Ciencias mide mediante espectrometría gamma de alta resolución este isótopo y lo utiliza como trazador de erosión. El objetivo del trabajo de González y de colegas, financiado por el fondo María Viñas, es diseñar un método más eficiente para calcular la erosión del suelo.

Esto es importante porque, como indicó el investigador a El País, el suelo “es un recurso”, del que se debe hacer “una gestión responsable y sustentable”.

La erosión es la pérdida o destrucción de las capas del terreno por la acción única o combinada de los vientos, agua en movimiento o por la acción directa de las lluvias. “Por la erosión el suelo pierde su productividad y su calidad”, afirmó González.

De acuerdo con diversos estudios, la degradación de los suelos está avanzando rápidamente en toda América Latina, lo que provoca alteraciones en el nivel de fertilidad del suelo y consecuentemente en su capacidad de sostener una agricultura productiva.

La investigación actualmente no se realiza en cualquier lugar, sino que se lleva a cabo en “el experimento agrícola de largo plazo más antiguo de Latinoamérica”. Este está ubicado en la Estación Experimental La Estanzuela del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en el departamento de Colonia. La actividad ahí comenzó en 1963.

Allí se eligen sitios de referencias que vendrían a ser aquellos donde no hubo perturbaciones desde que se depositó el Cesio- 137. “Tiene que ser un lugar alto, plano, donde no haya habido mucha erosión natural ni ningún proceso antrópico”, aclaró González durante la entrevista.

Luego se hacen mediciones aquí y en otros lugares para comparar.
Si en un punto el contenido de Cesio-137 es menor que en el sitio de referencia esto significa que se ha perdido suelo debido a la erosión, mientras que si el contenido de Cesio-137 es mayor que en el sitio de referencia esto indica que el suelo se ha depositado en este lugar. Con esta información se identifican áreas de alta erosión y transferencia de sedimentos.

El método posibilita mejores medidas enfocadas a la conservación del suelo, incrementando la capacidad para controlar y mitigar las pérdidas de suelo causadas por la erosión y así reducir su impacto ambiental.

“La ventaja de este experimento es que tenemos varios tipos de usos de suelos y podemos comparar la erosión en los diferentes sistemas de rotación”, comentó González a El País.

Y agregó: “El Cesio-137 lo tenemos en todo el país. Lo que es diferente en cada región es el tipo de suelo y puede haber variaciones en la erosión. Sería conveniente seguir investigando en otros tipos de suelo”.

El equipo también mide el Plomo 210 que, a diferencia del Cesio-137, es un radioisótopo natural. Este proviene de la desintegración del uranio contenido en las rocas. “Tenemos una acumulación constante de Plomo-210”, aseguró González.

Este elemento radioactivo es utilizado, además, para la datación de muestras de sedimento en relación a eventos específicos como, por ejemplo, el inicio de la forestación en un predio.

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Prueba atómica en Islas Marshall. Wikipedia

De pruebas nucleares hasta Chernóbil.

Las formas de Cesio radioactivas son producidas por la fisión del uranio en las barras de combustibles durante la operación normal de plantas nucleares o cuando se detonan armas nucleares. Los dos isótopos radiactivos más importantes del Cesio son el 134 y el 137. Una vez liberados, los compuestos de Cesio pueden movilizarse largas distancias en el aire antes de ser depositados nuevamente en el suelo por la lluvia o la gravedad. Se adhiere firmemente a la mayoría de los suelos y no se moviliza mucho bajo la superficie del suelo. Las pruebas de armas nucleares se terminaron hace muchos años y solamente han ocurrido dos accidentes importantes de reactores nucleares importantes en los cuales se liberaron cantidades significativas de Cesio al ambiente. Uno de estos ocurrió en Windscale, Inglaterra, en 1957 y el otro en Chernobyl, Ucrania, en 1986. El Cesio solamente contribuyó una pequeña fracción de la radioactividad total.

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