¿Cómo sabe un tomate antiguo? ¿Cómo será si se lo combina con miel? ¿Y cómo es un tomate tigre o un tomate corazón de buey? Esas preguntas y otras a propósito de las variadas formas y sabores que puede adquirir el tomate serán respondidas en la tercera edición de la Cata Nacional de Tomates que se celebra este 3 y 4 de febrero en Paysandú.
“Este evento ya está instalado en el departamento como uno de turismo interno, de producción y de desarrollo”, afirmó Fermín Fariña, secretario general de la comuna.
La Cata Nacional de Tomates, organizada por la intendencia y el Bureau Paysandú, reunirá este fin de semana a más de 30 expositores de todo el país que acercarán al público cerca de 100 variedades de tomates. El viernes 3 se podrá degustarlos en varios locales gastronómicos en el circuito conocido como “Tomate a la mesa”; mientras que el sábado 4 la actividad se trasladará a la Asociación Rural Exposición Feria de Paysandú.
Este año se suma una propuesta atractiva para toda la familia gracias al programa “Tomate el tren”: el sábado se podrá llegar al predio en este medio de transporte. Habrá salidas cada hora desde la estación de la ciudad (Cerrito s/n) desde las 17 a las 22 horas.
Por la Cata Nacional de Tomates no solo se consolida la ciudad como un escenario de eventos y congresos, sino que se incentiva y visibiliza el trabajo de productores agroecológicos de todo el país, en particular de quienes se dedican a la producción de variedades antiguas de tomates, escasamente conocidas y comercializadas.
Respecto a estas, Cayetano Milesi, responsable del proyecto agroecológico Reverdecer en la localidad de Sauce, departamento de Canelones, dijo que es una “experiencia divina” ver cómo reaccionan las personas mayores cuando prueban tomates que los retrotraen a los sabores de su infancia. “Las abuelas nos cuentan que esos tomates los plantaban sus abuelos. Cuando los prueban sus caras son increíbles”, dijo.
En esta edición, Milesi llevará entre 12 y 14 variedades de tomates que pueden ser totalmente desconocidas por el público. Por ejemplo, llevará tomate persimon, cebra verde, americano verde, cherry negro, tomate blanco, tomate tigre, corazón de buey, corazón de liebre y más que exceden la clásica idea de que este fruto es solamente rojo cuando está maduro.
La actividad, que los últimos dos años fue un verdadero éxito, incluirá distintos locales que ofrecerán platos diversos en base a esos tomates y elaborados a partir de su imaginación (el año pasado fue furor un chajá de tomates) y habrá distintas catas —una científica junto a la UTEC en la que se analizan los atributos sabor, textura y apariencia y otra “kids” para los más pequeños junto al cocinero Diego Ruete— así como también la elaboración de una pizza gigante, el desafío de postres con preparaciones que incorporarán miel y cocina en vivo.
Más allá de lo gastronómico, el evento tendrá charlas con expertos en donde se abordarán temáticas referidas a la agroecología, talleres del INIA, espectáculos de música en vivo a cargo de artistas nacionales y una feria sustentable con la mejor selección de productos locales.
Fariña apuntó que el elemento innovador de esta edición es la combinación con miel que comparte periodo de cosecha con el tomate.
El productor Alberto Castañero adelantó que este año será “un viaje por los sabores” de variedades que se producen con el apoyo de la Intendencia y de “gente que apuesta a esto” aunque al principio resultaba muy inusual. “Van a encontrarse con sabores que seguramente no han conocido hasta ahora”, destacó.
Por su parte, el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, dijo: “Muchos jóvenes no deben de saber lo que era el verdadero gusto a tomate de antes. La idea es encontrarse con decenas de variedades que se producen de manera orgánica, reencontrarnos con lo que es la producción orgánica y el sabor de las cosas nuestras como eran y como siempre debieron ser; es una invitación a los sentidos”.
Coleccionista de tomates
La historia de Alberto con las semillas comenzó por el año 2007, cuando hizo su primera huerta en su casa. Fue en ese tiempo cuando empezó a juntarlas y a plantar las diferentes variedades. Pero contó que en 2012 el asunto se volvió más serio y, de a poco, se encontró intercambiando con otros productores: “Empecé a ver que a la gente le interesaba, venían a buscar plantines y yo le proponía que los llevaran, pero con el compromiso de que cuando cultivaran me trajeran o un tomate o una semilla para ir salvando variedades”, recordó para El País durante la primera edición.
Muchos no volvieron, pero otros sí y, de a poquito, se fue formando un banco de semillas que crecía y crecía.
Este profesor de informática tiene hoy en día unas 300 variedades de semillas de tomate y otro tanto entre las de zapallos, melones y sandías.
Al preguntarle cuáles son los tomates más raros que ha plantado o probado, Alberto menciona el conocido como “tomate azul”, que tiene el nombre de Sharpei Azul: “Surgió de una creación propia porque se hibridó sin querer; parece un acordeón y es de color azulado”.