GUILLERMO ZAPIOLA
Estuvo en Montevideo para presentar en el VI Festival de Invierno su cortometraje Un limón verde el cineasta argentino Fernando Daneri, quien tuvo un momento libre durante esa visita relámpago para llegarse hasta la redacción de El País y dialogar con uno de sus redactores.
Un limón verde es el tercer cortometraje realizado por Daneri, contando su trabajo de fin de curso en la escuela de cine porteña donde estudió en los años ochenta y que era un documental sobre la peregrinación a la Virgen de Luján. Se trata de una versión "muy libre", en palabras del realizador, del cuento La gallina degollada de Horacio Quiroga, aquella estremecedora historia de unos hermanos mentalmente discapacitados que asesinan a su hermana "normal" imitando el ritual del degüello del ave que han visto perpetrar en su casa.
Daneri confiesa que tardó en llegar al cine, luego de vagabundear e interesarse por otras áreas del universo del arte. Estudió durante dos años en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y se dedicó a la pintura antes de decidir que la imagen quieta tenía sus límites, y que le interesaban más las imágenes en movimiento. A partir de ahí comenzó la carrera de cine en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda.
Al terminar se dedicó a otras cosas. Entendió, por ejemplo, que si quería hacer cine de ficción tenía que aprender a trabajar con los actores, y que eso le faltaba. De ahí que se puso a estudiar teatro (cuatro años con Lorenzo Quinteros, incluyendo un semestre dedicado expresamente a la dirección de intérpretes). A partir de ahí volvió a su vocación cinematográfica.
IDENTIFICACION. Cuando se le hace la pregunta obvia (¿por qué Quiroga?; ¿por qué La gallina degollada?), Daneri confiesa una vieja relación con el autor y con el cuento. Lo leyó, como muchos, durante la secundaria, y dejó en él un recuerdo perdurable. Aclara empero que el film no es una adaptación sino una "versión" del relato original, y hasta se atreve a emplear la expresión "lectura ideológica". Quiroga es un punto de partida, la incitación para hacer algo diferente. Se preguntó menos qué pensó el autor, que la posibilidad de emplearlo para desarrollar un discurso propio.
"Por un lado hice un mayor hincapié en la violencia y la sexualidad, dos elementos que están en Quiroga pero de una manera más indirecta y elusiva", señala Daneri. Y por otro, le importó trabajar con una estética propiamente cinematográfica: poco diálogo, un respaldo fundamental en la imagen y el sonido.
Daneri confiesa que lo aburren el naturalismo y sucursales, lo que define como "el pseudoneorrealismo" que a su juicio aqueja a buena parte del actual cine argentino. Niega incluso la existencia de algo llamado "nuevo cine argentino", y señala más bien que lo que hay son realizadores sueltos, que a veces simplemente ignoran la historia del cine y creen que es muy novedoso lo que en realidad ya ha sido hecho veinte veces antes. De ahí su empeño en trabajar de manera particular con los actores ("los intérpretes no profesionales solamente pueden hacer de sí mismos") y de experimentar con las formas, forzando las fronteras del realismo.
PREFERENCIAS. Daneri se declara "un buen espectador de cine", interesado en muchos géneros y muchos estilos diferentes, aunque reconoce una preferencia por los "raros": David Lynch (Terciopelo azul, Twin Peaks, Mullholland Drive) dentro de la industria, algunas cosas fantásticas orientales (por ejemplo Oodishon de Takashi Miike, o las historias de fantasmas japonesas que han sido luego copiadas por Hollywood), o Leonardo Favio, especialmente "el más loco", el de Nazareno Cruz y el lobo, por ejemplo. Incluso admite una debilidad por el último Favio, Perón, sinfonía de un sentimiento, pese a toda su ingenuidad y su cursilería que define como "muy peronistas" (o tal vez a causa de ellas).
Su sueño sería poder hacer, "digamos, un corto por año", aún sabiendo que el formato tiene sus problemas para la comercialización. "Tendría que haber un circuito para los cortos", señala. También proclama, con cierto orgullo, que tiene "un montón de ideas" para el futuro, aunque su costado sensato le advierte que tiene de ocuparse de ellas de a una por vez.