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Aureliano "Nano" Folle: "A los 64, no estoy para andar correteando entre las balas"

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Nano Folle

ENTREVISTA

El periodista repasa su carrera, cuenta acerca de sus inicios en la crónica policial, dice lo aprendido y habla de su presente en "Subrayado"

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No quería hacerse cargo de la crónica policial de Subrayado pero una charla con Mario Delgado Aparaín en la puerta de Canal 10 lo hizo cambiar de parecer. Le dijo: “hay un néctar sobre la condición humana en la crónica policial que hay que poder explicar”. Eso hizo que Aureliano “Nano” Folle aceptase el trabajo.

Era 2001, y Folle pensaba que las notas policiales eran algo de segundo orden. “Me parecía que el cronista policial era prácticamente un tipo iletrado que tenía las manos con sangre”, dijo.

Y en poco tiempo, Folle se convirtió en uno de los nombres más reconocidos, no solo de la crónica roja, también de la televisión uruguaya. Su melena despeinada, su voz grave y sus lentes de sol completaban la imagen de un periodista que contaba, en un estilo muy suyo, una historia policial que acababa de suceder.

Nano Folle
Nano Folle: Foto: Archivo

“La crónica policial es como una cocina”, ejemplificó Folle a El País. “Podés hacer todo muy lindo, pero si no le ponés un poco de alma a la cuestión, te queda insípido”.

Eso fue lo que hizo, encontrar la historia detrás de los hechos y contarla con alma. “No es fácil salir en vivo, tener que adjetivar, dar el nombre de alguien, guiarte por elementos primarios y en alguna medida componer una situación que implica la libertad, el honor o la vida de alguien que está entre nosotros”, dijo.

Su rol en Subrayado ha ido cambiando. Ahora se sienta en la mesa junto a Blanca Rodríguez o conduce Subrayado Especial. Ya no está en la calle atrás de la noticia, ni entre los disparos.

Nano Folle
Nano Folle. Foto: Archivo

“No es la misma función, pero es lo que tocó”, dijo Folle. “Desde el punto de vista de la crónica policial es mejor estar sobre la historia que presentarla. Son momentos que cambian. Estuve un montón de años haciendo eso y está bueno que venga otra gente y que tenga la oportunidad”.

Cuando comenzó a cubrir las noticias policiales, Folle tenía 40 años y una trayectoria en radio y prensa escrita. “Era un tipo joven. Ahora con 64 ya no estoy para andar correteando atrás de las balas”, dijo.

Sabe que se ahorraría tiempo para hacer su trabajo si estuviera en la calle, porque la gente lo conoce y lo llaman para pasarle información. Pero la cobertura policial hoy tiene otro rostro, el de Diego Píriz. “Está bueno dejarle el lugar a otro”, dijo. “Y que no sea empujando, sino sintiendo que pueden llegar”.

Aureliano Folle. Foto: Difusión
Aureliano Folle. Foto: Difusión

Hay reglas que Folle aprendió de primera. Había presentado la noticia de un accidente entre un auto y una moto y al otro día le dijeron que había un señor y su abogado que lo estaban esperando: a la madre del señor, viendo la crónica, le había dado un infarto. “Me dijeron que iban a hablar con el abogado del canal y les dije que no que iba yo”, le contó a El País. “Ahí aprendí la primera lección: hay que dar la cara. Le expliqué lo que había sido la situación, que la información me la habían dado, y como soy como Minguito y tenía los papeles en el bolsillo, se los mostré. Ahí me di cuenta que en cada palabra e imagen que das en la crónica policial, estás literalmente manoseando la libertad, el honor, la vida y la muerte de una persona”, dijo Folle.

Así empezó a buscar la forma para pararse frente a la cámara y hablar. Pero la crónica policial se cobra un precio. “Siento que vas perdiendo un poco de alma. Tiene que haber un efecto de comprensión, sino, me parece, no estamos haciendo bien las cosas. Es delicadísimo el tema. Y si ni cualquiera puede ser policía, ni ser ladrón, tampoco cualquiera puede ser cronista policial”, dijo.

Nano Folle. Foto: Francisco Flores
Nano Folle. Foto: Francisco Flores

—¿Cuál es el lugar que tiene que tener un periodista policial durante un hecho violento?

—No tiene que estar en medio del tiroteo. No se puede estar a lo cowboy, aunque somos un poco eso. Pero tampoco te podés quedar a dos cuadras, que es donde te va a mandar el juez, fiscal o oficial de turno, porque no ves nada de lo que está pasando, y eso tampoco se puede. Así que en esa disyuntiva de estar en medio de la balacera, o a unas cuadras, para mí hay que optar por el camino del medio.

Nano Folle
Nano Folle recibió el Iris a Mejor Documental. Foto: Archivo

Esa búsqueda por el “néctar sobre la condición humana” del que hablaba Delgado Aparahín, lo hizo estar al frente de dos programas: Víctimas y victimarios e Historias de cárcel, ambos en Canal 10. También escribió el libro La otra mirada, editado por Planeta en 2014.

“En esos ciclos se buscó ahondar en el asunto de la condición humana”, dijo. “Y muchas veces, cuando te adentrás, entendés que en el apuro de la crónica diaria, se pasan muchas cosas y a veces nos olvidamos de la persona”.

"Nano" Folle fue el primer premiado de la noche. Foto: Darwin Borrelli
Nano Folle en los premios Iris. Foto: Archivo

También ejemplificó que sus años cubriendo policiales se sintieron como una carrera universitaria. “Cuando llegás a la crónica policial sentís que te agarraron a trompadas en un boliche y que te pegan todos. No sabés ni quién te pega. Es desesperante”, contó.

Por eso, dice que hoy se para en la calle de otra manera. “Aprendí a conocer al ser humano detrás de las etiquetas, y a respetarlo. Es una de las cosas principales que me dejó la crónica policial. Entiendo los eventos cuando suceden, y ya no tengo piñatas en la discoteca sin saber quién me pega”, agregó.

Folle fue parte de la explosión de las noticias policiales en la televisión, hace dos décadas, y también fue crítico con el exceso y el tono con que se presentaban en la pantalla.

“Se abría un informativo con 20 minutos de crónica policial”, afirmó. “Estábamos diciendo, en definitiva, al mundo que eso era lo más importante que había sucedido. Había dos o tres rapiñas en la mañana, a veces eran cinco rapiñas impactantes en la tarde, en un Abitab o una barraca con tiros y heridos. Y la televisión encontró en eso un movimiento de la pantalla espectacular. Y capaz que cometimos el error, todos, de no darnos cuenta que era un exceso. Hoy se aprendió”.

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