Es lunes al mediodía pero Gastón “Rusito” González todavía siente las consecuencias de una noche intensa: la de la actuación de segunda pasada de Zíngaros en el Teatro de Verano. Allí cerraron la octava fecha de la segunda rueda del Concurso Oficial del Carnaval con una ovación del público.
“Fue una noche soñada”, le dice a El País antes de tomarse unos minutos para una siesta reparadora antes de volver a prepararse para los tablados. Las parodias de los Zíngaros de este año - Tootsie y la vida de Ariel “Pinocho” Sosa, el fundador del conjunto-son así de intensas.
Recuerda que, justo esa, la parodia a Pinocho no estaba en los planes originales cuando la primera reunión preparatoria allá en mayo. Pero el “Rusito” era el que tenía la idea en la cabeza.

Cuando el letrista le dijo que necesitaban una parodia con un personaje popular, cercano a la gente, para contrarrestar Tootsie, González dijo: “me parece que lo tenemos al alcance de la mano. Más popular que ‘Pinocho’ no hay”.
Lo conocía, claro. Incluso aún recuerda muy vívidamente la primera vez que vio a Pinocho en el escenario: en el tablado del Club Malvín y en la parodia de Perfume de mujer junto a Crazy’s, en 2001 por la que Pinocho fue por tercera vez la Figura Máxima del Carnaval.
En un momento, Pinocho bajó a la platea, y entre los niños que se acercó estaba “Rusito”. “Siempre tuvo un imán con la gente y más con los niños. Me acuerdo que corrimos todos para la escalera, seríamos unos 20, y al único al que le tocó la cabeza fue a mí”, recuerda.
Cuando, una década después, González debutó en parodistas con Zíngaros, le contó la anécdota. “Se emocionó y eso me quedó para siempre”, dice ahora.

Para González, Pinocho es el máximo exponente del Carnaval del Uruguay, pero no sabía en qué proceso del duelo se encontraba su hijo Gastón y el resto de su familia. Pinocho falleció en 2021.
Pero en una reunión con familiares y amigos de Pinocho, González se animó y empezó a interpretarlo.
“Se hizo un silencio y cuando termino les digo: ‘con mucho respeto y amor, sería un sueño para mí poder interpretar a tu papá’. Lo pensaron, votaron y Gastón me dijo que lo íbamos a hacer”, recuerda.
Ese fue el inicio de muchas noches que llenaban el Centro de Protección de Choferes, donde ensayaban, en silencio y emoción.
“Lo que hacemos traspasa el concurso, porque estamos haciendo la vida de Ariel en su conjunto con su familia al lado todos los días”, dice González.
“Cuando hacíamos la parodia, en los ensayos, terminábamos y se hacía un silencio de varios minutos. Me iba llorando en el auto a casa. Es que más allá de la carga física, me voy cansado por la carga emotiva de poder interpretar a este gigante del carnaval”, agrega.
Desde entonces, y hasta hoy, “Rusito” mira videos de Pinocho en cada momento libre, para sumarle algo más a su interpretación.
“Cuando hacés la vida de alguien, tenés que ser esa persona, vivirlo, para que se produzca esa vibración de decir: ‘estoy viendo a Pinocho’. Se tiene que poder sentir su presencia. Fue un laburo de muchos meses y con una carga emotiva tremenda. Pero no es un peso, es toda una responsabilidad poder hacerlo”, comenta.
Esta segunda rueda tuvo un componente emotivo extra en la presencia de Gastón Sosa, hijo de Pinocho, sobre el escenario. Se interpretó a sí mismo en los últimos momentos de la parodia, cuando “Pinocho” le pide que continúe, que no baje los brazos, que siga el legado construido.
“Lo habíamos hablado pero siempre respetando a Gastón y su proceso”, comenta.
Muchísimas gracias por este tipo de momentos tan especiales @RusitoGonzalez @zingaros pic.twitter.com/QgRCwYXLuf
— Marcos Ferreira (@m_ferreira83) February 19, 2024
Un día le preguntó si podía hacerlo en el escenario, porque lo que se cuenta es lo que él vivió.
“Él está anotado en el grupo, así que no se bajó ningún componente. Hace todos los tablados con nosotros, tiene todo legal a nivel de concurso, y le dije que me encantaría que lo hiciera. Es un desafío, no solo para él, también para mí como actor el tenerlo arriba, porque ya no es actuar, es un tema del corazón. Probemos me dijo, porque también había que ver si aguantaba. Al final fue más actor que yo, porque terminé emocionado y me quebré; fue una de esas escenas que va a quedar en mí para siempre”, comenta.
—¿Cuánto hay de vos en este personaje?
—Es que al Carnaval lo vivo como él en el sentido de la pasión. Hay cosas que digo que sí las siento pero después es Pinocho. Traté, con respeto y humildad, llevar a Pinocho un rato más al Teatro de Verano, con su gente y su familia.
—Para vos también es volver a Zingaros donde estuviste hace varios años.
—Sí, en la categoría parodistas debuté con Pinocho. En 2009 salí con la murga Todavía no se sabe, y en 2010 con 18 me lleva Pinocho a Zíngaros. Ahora, después de 14 años vuelvo al conjunto. Y es volver con pila de cosas nuevas mías, porque llego más grande, no solo con Carnaval, pasó una vida, tengo dos hijas, llego cambiado. Y que el dueño sea el hijo de Pinocho, éramos dos guachos cuando salí por primera vez, y que él sea el encargado de todo esto, es tremendo. Es muy salado.
—El desgaste físico es imponente y otra vez terminaste todo transpirado.
—Sí, por eso trato de hidratarme. El Carnaval tiene eso de que es el mes permitido: comés harina y todo porque son muchos tablados, y con la adrenalina, lo bajás. Es el momento de aprovechar aunque como sano, mucha fruta, porque hay que aguantar los tablados, el calor, hay que estar bien “puchereado” como decía mi abuela, para poder aguantar.
—También es dejarlo todo, como hacía él.
—Claro, era así. Cuando salí con él en Carnaval, me inculcó el respetar a la gente y dejar siempre todo en la cancha. Ya sea en un tablado como en el Teatro de Verano. Y quise llevar, en esos 30 minutos de parodia, esa energía, esa pasión que generaba.
—¿En los tablados qué te dice la gente?
—Es tremendo lo que se genera. Cuando hacemos la de Pinocho me bajo del escenario y es todo muy emotivo porque lo reciben de la misma manera que pasa en el Teatro de Verano. Es mágico lo que genera Pinocho, y además escribieron muy bien la parodia. Eso que fue muy difícil resumir la vida de una persona en 30 minutos. Es bravo pero tiene todo lo que puede identificar a Pinocho, y en los tablados pasa lo mismo, desde el Velódromo a un Rondamomo, se genera lo mismo en el final que en el teatro, y es un placer. Es lo lindo que tiene el carnaval, esa cercanía con la gente, y que te lo demuestre con cariño, es impagable.
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