ENTREVISTA

Osvaldo Laport: "Hay una asignatura pendiente de poder hacer arte y comer del arte en mi país"

El actor Osvaldo Laport llega a Montevideo para dirigir "El enganche", obra con Arnaldo André y Paula Volpe. Antes, conversó de su historia con El País.

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El actor uruguayo Osvaldo Laport.
Foto: Difusión

Por Belén Fourment
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Hace dos semanas que volvió de Paraná, que un poco fue como estar en casa: dice que ahí, donde rodó la película La emboscada junto a su amigo Roly Serrano, se hablaba más “charrúa” que en su propio Uruguay, y que la yerba que tanto añora se conseguía con la facilidad con la que se compran galletitas en un kiosco en una esquina. Hace dos semanas, Osvaldo Laport estaba casi tan en contacto con su tierra —su raíz— como lo estará en otros 15 días, cuando llegue a Montevideo con obra de teatro y en rol de director. Está al frente de El enganche, la “comedia sensible” que protagonizan el reconocido Arnaldo André y Paula Volpe, y que tendrá función el viernes 19 de mayo a las 21.00 en el Teatro Stella. Quedan entradas en Redtickets.

Ahora, que Paraná es un recuerdo y Uruguay una cuna, un amor y también una deuda pendiente, Laport habla con El País desde su hogar porteño, ahí donde tanto disfruta estar. Su vida, dice, ha sido nómade: las giras de teatro, los rodajes, el trabajo acá y allá. Sin embargo, este es un tiempo de calma.

Laport, que tiene 66 años y con 18 dejó su Juan Lacaze natal para probar suerte de actor en Argentina, quiere elegir. O más bien, quiere que cada proyecto que entre a su vida esté, hoy, en consonancia con esa calma que tanto resalta.

A la pregunta de en qué momento personal está, responde con un silencio largo y pensativo. Después dice: “Disfrutando las vueltas de página de la vida, disfrutando la decisión de mi hija Jazmín de irse a vivir sola, disfrutando el extrañarla, disfrutando de gritar su nombre para hacer reír a mi mujer, aún sabiendo que no está. Disfrutando estas diferentes páginas, y acompañándolas. Siempre digo, la vida tiene un solo objetivo: compartir y acompañar. Y esa es mi filosofía”.

Habla de sus últimas páginas (las más recientes, no las finales) como si el tiempo presente fuera lo único importante. Usa una y otra vez palabras como “transitar”, como “pudor”, como “honestidad”. Contesta las preguntas como quien anda con imprecisión por un campo abierto y ancho, donde todo es parecido, y justo cuando está a punto de perderse encuentra otra vez el camino. Cuando la charla retoma su senda, se ríe corto y apenas aireado, como si no lo pudiera evitar.

Dice esto: “El arte, en todas sus expresiones, tiene un abanico de puertas para golpear y animarse a transitarlas, siempre y cuando se te abra esa puerta”.

O esto: “Actuar, actuamos todos, pero interpretar un texto es para un puñado menor”.

O esto: “Hoy la docencia en el arte está enmarcada en técnicas y coreografías, pero el arte no es eso. El arte es la entrega del alma”.

Para Laport, que empezó a trabajar hace 40 años con un papel secundario en Cara a cara, un éxito estelarizado por Verónica Castro y Pablo Alarcón, este es un tiempo diferente. El galán susurrado e irresistible que moldeó en telenovelas como Más allá del horizonte, Campeones de la vida, Franco Buenaventura, Soy gitano o Amor en custodia, y que lo convirtió en un ícono de la televisión rioplatense, reposa ante inquietudes nuevas.

Ahora, Laport se reparte entre el hombre de teatro que tanto dirige como actúa, con su mote de “actor comercial”, incluso en el circuito independiente; y el artista de cine que tanto había anhelado.

La primera pata es la que lo hace trabajar de vuelta en Montevideo. Llegó a El enganche cuando su amigo, Arnaldo André, lo llamó y le dijo que lo necesitaba: había un texto y quería que él se hiciera cargo. “Entonces me manda el guion y sentí una linda oportunidad no solamente para acompañarlo al loco, sino también de hacer un espectáculo de texto”, dice en charla con El País. “El guion es verdaderamente sensible, reflexivo, inteligente, inclusivo”.

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Arnaldo André y Paula Volpe para la obra "El enganche".
Foto: Difusión

El enganche, escrita por Julio Mauricio en la Argentina de los setenta y estrenada en enero en esta versión, cuenta la historia de un vendedor de inmuebles (André) y una trabajadora sexual (ahora Volpe), que tras coincidir en una parada de ómnibus deciden pasar una noche juntos. Están en crisis económica los dos y terminan en una habitación de hotel, donde se sucederán situaciones que tanto buscan promover la risa como la reflexión, en el marco del final de una dictadura. La crítica del diario La Nación destacó su puesta jugada, despojada.

“Es una comedia no obvia, una comedia de situaciones”, apunta el director. “Y trato, con los colegas que me convocan y en lo que yo he intentado como actor y sigo intentando, de transitar la honestidad, la verdad, lo genuino”.

Laport dice que ha sido siempre así. Él, que se convirtió en meme por la desesperación con la que alguna vez le dijo a Soledad Silveyra, durante una escena de Amor en custodia, “Necesito hacerte el amor”, dice que desde aquel debut televisivo en 1983 y más allá de los éxitos y los fracasos, lo único que ha intentado es ser honesto con el texto. Lo demás es bordado.

Por eso, no le sorprende tanto que hace un par de años, en 2021, cuando la película Bandido que lo tenía como protagonista abrió el festival Bafici, su trabajo causara cierto revuelo en la escena argentina. Parte de la prensa especializada reaccionaba casi que con desconcierto, como si por primera vez hubiera visto que Osvaldo Laport podía actuar con solidez.

“Creo que fue una buena oportunidad para reivindicar la telenovela”, dice luego de una risa larga, al límite de la carcajada. Y después: “Se lo perdieron ellos, no yo. Yo fui creciendo en silencio”.

Creo que 'Bandido' fue una buena oportunidad para reivindicar la telenovela

En ese crecimiento, la televisión fue un pilar fundamental y aunque hoy no sea el mundo que habita, lo abraza y lo celebra. Hoy está volcado al cine: tras Bandido, tiene por delante el estreno del western distópico Hombre muerto, que filmó en La Rioja y que vino con “el cachetazo” que significó la muerte de un hermano durante el rodaje; y El señor de las ballenas, una película que la pandemia desinfló, que ahora revive y que le implicará aprender a bucear.

También fue pilar el teatro, aún cuando tuvo que sufrir, dice, “situaciones de discriminación o bullying, sin que suene pusilánime o melodramático”. Al hombre que hizo durante siete años la exitosa comedia Rotos de amor, cierto sector le reclamó que se pasara al off porteño con Un susurro de alas, la puesta de 2019. ¿Por qué él, tan exitoso, tan conocido, tan popular, iba al ámbito independiente a sacarle el lugar a otros?

Al final, Laport dice que en el arte hay que romper muchas estructuras, y que él es, por eso y sobre todo, un rebelde.

También dice: “Hay una asignatura pendiente, por supuesto, de poder hacer arte en mi país. Y comer también del arte en mi país. Estuvo siempre ahí, siempre, pero el tiempo de uno no es el tiempo de otro, y se va a dar si se tiene que dar. Y si no se da, Uruguay es mi cuna, son mis raíces, es mi identidad, es mi patrimonio de vida, mi nacionalidad, mi camiseta. Es mi amor”.

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