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La sociedad y el espanto: apuntes sobre "La gayina", uno de los grandes éxitos del teatro uruguayo de 2023

Israel Adrián Caetano dirige la puesta de la Comedia Nacional sobre un clásico de Horacio Quiroga, con entradas agotadas durante toda su temporada. Cómo es y qué dice su director.

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Stefanie Neukirch en "La gayina" de la Comedia Nacional.
Foto: Carlos Dossena

El aviso que se oye al principio dice algo así: algo como que hay tiempo de huir hasta dentro de unos segundos, porque después, cuando la obra se ponga en funcionamiento, las puertas quedarán cerradas y no habrá forma de escaparse, y la única alternativa será resistir. Pero esto es ficción, es teatro, es mentira. ¿Es mentira? De repente, esta sala de paredes negras, con butacas en fila sobre sus cuatro lados, cuadrada y a la vez circular, es un espejo de la jaula levantada en el centro de la escena, una cárcel con otra cárcel adentro, un encierro como un trauma perpetuo e infantil.

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Después de hacer la película Pizza, birra, faso (1998) y convertirse en una de las referencias del nuevo cine argentino; después de conquistar la televisión con Tumberos y de arrasar el streaming regional con El Marginal y de hacer historia en Uruguay con la película Togo (primera producción nacional para Netflix), Israel Adrián Caetano saltó al teatro. Si el pilar de su carrera audiovisual es la Argentina que se convirtió en su casa, el comienzo del camino escénico tenía que ser aquí, en Montevideo, su propia tierra, donde todo parece tener un perfil más bajo, una contención familiar.

Todo, en La gayina, tiene que ver con eso: con la familia, con la contención, con el origen. Con qué acción determinamos con cada decisión que tomamos. Con la discapacidad, la salud mental, la inclusión, y también con el amor. Con la necesidad, la esencialidad del amor.

Estrenada el 24 de junio, La gayina es la adaptación teatral de “La gallina degollada”, uno de los cuentos más emblemáticos de Horacio Quiroga. Con licencias narrativas, la puesta del elenco municipal construye la historia de ese matrimonio sufrido que, tras años de criar a hijos “idiotas”, como dice el texto, ve renovada su esperanza ante la llegada de una niña vivaz. Lo hace con una brutalidad sobria, triste, blanca, con el horror a plena luz.

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Obra de teatro "La Gayina".
Foto: Carlos Dossena / Comedia Nacional

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En el programa de mano, Israel Adrián Caetano escribe en una letra manuscrita que parece tambalearse, de una rusticidad infantil: “Quiroga me traumó, como me traumó la escuela. También me iluminó, como las piñas de la maestra. Me enseñó el terror, raro escapar del horror. Y la muerte del otro me dio vida. Escapar de mi fin, sumergirme en la noche pero huir y encontrar el día”.

El viernes 30 de junio, en una posfunción de La gayina que modera el director de la Comedia Nacional, Gabriel Calderón, y que reúne a Selva Tabeira, referente en salud mental; Martín Nieves, coordinador de la Secretaría de Discapacidad de la Intendencia de Montevideo; y Mercedes Viola, fundadora de 4D Lab, empresa dedicada a la inclusión, Caetano habla de discriminación y dice: “Yo tengo una hija con discapacidad visual, con baja visión. Y ella, que es argentina, me lo cuenta: me dice que cuando va caminando por la calle, lo que más le molesta es que la gente no puede evitar mirarla”.

Después piensa en Montevideo y dice: “Esta es una ciudad superhostil. Mi hija vino y se quiso ir de acá”.

A la salida del teatro, un chofer venezolano quiere entender por qué un texto como “La gallina degollada” puede caber en un programa de educación primaria.

Todo, en esta historia —en este texto, en esta puesta, en el encuentro inicial con Quiroga, en cómo la sociedad mira a la discapacidad y proclama la inclusión— tiene que ver con la contradicción. Con el drama del amor y el espanto.

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La gayina, que tiene todas sus funciones agotadas en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís y cerrará, el 30 de julio, un ciclo “sold out” completo, es uno de los grandes éxitos de la Temporada 2023 de la Comedia Nacional, que lleva por título “Nuevos clásicos” y tiene en cartel a Edipo Rey y La zapatera prodigiosa.

Con Stefanie Neukirch como la madre de familia, Berta, y con Leandro Íbero Núñez como su marido Mazzini, la obra incorpora como la voz líder del relato a la empleada María, apenas mencionada en el texto de Quiroga y aquí interpretada por Ana Rey, becaria de la Escuela Municipal de Arte Dramático. Hay otros cambios: un cura omnipresente que introduce la culpa de manera explícita (Pablo Varrailhón), un médio y una partera (Luis Martínez, Elizabeth Vignoli) y tres chicos “idiotas” en lugar de los cuatro de la obra original (Elena Quaglia, Sabrina Segovia, Tomás Leicht). La presencia de Julieta Correa como Bertita es luminosa y brevísima.

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La obra "La gayina" de la Comedia Nacional, 2023.
Foto: Carlos Dossena / Comedia Nacional

Cada tanto, el espectador podrá recordar aquel anuncio del principio y preguntarse, cuando la esfera gigante y fina que cuelga del techo se hace cada vez más brillante y baja y parece ocupar todo el espacio hasta llevarse el aire, cuando los gritos de las escenas de los partos ganan en capas y capas hasta volverse pesadilla, cuando el desenlace fatal es inminente y la responsabilidad de los adultos es tan obvia, si no hubiera estado bien subir las escaleras y dejar la sala y olvidarse de las plumas sueltas, de la sangre, del gallinero.

Pero en la posfunción, Caetano dice esto: “Siempre me dieron más miedo los padres que los niños. Y los padres, en esta obra, son la sociedad”. Entonces el espectador sabe que hay lugares de los que no se puede escapar. Que solo queda hacerse cargo.

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