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Gonzalo Brown: el desafío de interpretar a Johnny Sosa, la defensa de la pluralidad y el recuerdo de Abuela Coca

El exmiembro de Abuela Coca y Cantacuentos protagoniza la adaptación teatral de "La balada de Johnny Sosa", y dialogó con El País sobre el desafío de trabajar en la obra que se ve en el Teatro Stella.

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Gonzalo Brown.
Foto: Francisco Flores.

Gonzalo Brown protagoniza la adaptación teatral de La balada de Johnny Sosa, el best-seller de Mario Delgado Aparaín, que llegó al Teatro Stella en marzo. Quedan las últimas cuatro funciones —hoy, mañana, el miércoles 10 y el jueves 11—, y las entradas se venden en RedTickets.

El elenco se completa con Gianinna Urrutia, Diego Artucio y Marcelo Ricci. La escenografía y el vestuario está a cargo de Hugo Millán, la iluminación es de Pablo Caballero, la musicalización de Fernando Ulivi y la fotografía de Alejandro Persichetti.

Con esa excusa, el exmiembro de Abuela Coca y Cantacuentos dialogó con El País sobre el desafío de interpretar al personaje de Delgado Aparaín, la defensa de su identidad artística y el desafío que tomó al interpretar a Johnny Sosa.

—Estuve en el estreno de la obra, y me conmovió ver la emoción con la que Mario Delgado Aparaín aplaudió al elenco tras el final de la función. Para vos, que estás debutando como actor con esta obra, ¿cómo recordás ese momento?

—Fue algo soñado porque es una persona muy importante para la cultura uruguaya. Nosotros estuvimos ensayando la obra un par de meses y Mario no tenía permitido ir, así que la vio el día del estreno. Fue un desafío multiplicado por diez porque varias veces se había intentado adaptarla, pero él no lo aprobó, por eso fue tan importante. Después de la obra nos vimos, me dio un abrazo divino y me dijo, entre llantos y risas: “Sos Johnny, ¡nunca había podido abrazarlo!”. Fue divino. Y como artista y actor, es inolvidable. Lo que estoy viviendo con esta obra y este personaje es algo que nunca me había imaginado. Desde la ruptura de Abuela Coca estoy queriendo desarrollar mi faceta actoral. He hecho televisión, publicidad y obras para niños, pero nunca nada a este nivel. Agradezco este desafío.

—Alfredo Goldstein, el encargado de adaptar La balada de Johnny Sosa en teatro, mencionó que le dijiste que personaje te “estaba llamando”. ¿Qué te interpeló de la figura de Johnny?

—Yo siento que las cosas que le suceden a Johnny tienen un cruce fuerte con mi historia de vida. Supongo, además, que también tiene un cruce fuerte con la historia de muchas personas afrodescendientes. Hay cruces emocionales importantes y, su vez, algo brutal que tiene que ver con la mirada del otro hacia uno porque a todos nos pasa que la sociedad pretende otra cosa de nosotros y nos quiere encasillar o amoldar. Y eso es algo durísimo porque no hay nada más lindo que ser uno mismo y que lo quieran por eso. Johnny es un personaje simple, que no causaba ningún problema, ni daños, y que se desarrollaba a su manera. Es hermoso representar a este personaje que me tocó el alma.

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"La balada de Johnny Sosa".
Foto: Alejandro Persichetti.

—La defensa de la identidad es un elemento clave de la novela de Delgado Aparaín, y siento que esa convicción está presente desde tus inicios con Abuela Coca. ¿Qué tan importante ha sido a lo largo de tu camino?

—Yo creo que es algo que está naturalizado y que tiene que ver con una cierta militancia hacia la vida. Es una militancia del reconocimiento de la pluralidad y del respeto. ¿Por qué digo esto? Porque vengo con una educación que en lo artístico tiene que ver con la educación por el arte, que ahí se mezcla mi profesión artística y pedagógica, donde lo que se busca es tratar de construir una sociedad plural, diversa y variada. Siento que defendiendo mi lugar y mi manera de ser, también defiendo la de los demás en su individualidad buscando el bien, el respeto y la variación común para potenciarnos. El otro día canté “Jardín de gente”, de Spinetta, y tiene mucho que ver con eso: un jardín es más lindo cuando hay diversidad de texturas, perfumes y colores.

—Has sido parte de proyectos sumamente variados durante tu carrera. ¿Cómo definirías tu lenguaje artistico?

—Yo soy un artista global y con cada proyecto me fui potenciando. En Abuela Coca tenía una cuestión más performática y anímica de generar un ida y vuelta consistente con la gente. Cuando se decía en los shows “El ritmo del barrio”, la cosa ardía (se ríe). Después, con Cantacuentos, desarrollamos y potenciamos características personales para llevarlas a un lugar en conjunto que muchas veces se acercaba a lo absurdo porque era un espacio infantil y lúdico. Ahora, con La balada de Johnny Sosa, se desarrollan otras características con mayor profundidad. Como balance, siento que como artista y compositor he logrado encontrar la manera de hacer lo que me gusta y a la vez ser auténtico sin tener que buscar objetivos comerciales o de éxito en el arte.

—Interpretar a Johnny Sosa te implica una transformación no solo desde el lugar actoral: te cortaste las rastas, tuviste que desparender el inglés para cantar en el idioma inventado de Johnny y además tenés que hacer un personaje sin dientes. ¿Cómo es la experiencia?

—Es una adaptación morfológica al personaje. Cuando empecé a trabajar con la obra le dije a Alfredo: “Esto tiene que ser a full, no puede ser algo a medias tintas”. Y eso me benefició un montón para lograr que Johnny Sosa sea más creíble. También fue muy importante el acompañamiento de la dirección y de los compañeros de escena, quienes me apichonaron en el proceso. En el primer ensayo les dije: “Díganme todo lo que me tengan que decir para poder mejorar. Mi ego ya fue limado hace años, no me van a lastimar”. Quería dar mi mayor esfuerzo.

—¿En qué momento sentiste que realmente te habías acercado a Johnny Sosa?

—Cuando fui a la primera reunión le saqué una foto al arranque del libro, que dice “ai nid tubí fri, uit iú ander de tri”, porque me llamó la atención. Cuando llegué a casa estaba solo, me senté en el piano y tuve como una epifanía. Me cayó la melodía de la nada, toqué un Mi mayor y todo empezó a fluir. Yo vivo en Parque del Plata y lo hice en mi estudio, que está fuera de la casa, entre unos árboles, y fue algo tan intenso, tan fuerte, que tuve que salir al frente para caminar un poco porque no podía creer lo que había pasado. Ahí volví, practiqué un poco, hice la grabación, en la que se escucha el canto de los pájaros, y se la mandé a Alfredo. le dije: “Acá está ‘La balada de Johnny Sosa’”, y él se reemocionó. El resto del equipo vivió algo similar. Ninguno podía creer lo que había pasado. Cuando se las mandé les dije: “Esta es la confirmación de que Johnny me llamó, fue Johnny el que hizo esto”.

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