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"Street Food: Latinoamérica", la serie que muestra que cada plato esconde una historia

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"Street Food: Latinoamérica". Foto: Netflix.

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El martes, Netflix estrenó la versión latinoamericana de "Street Food", la serie documental que se encarga de mostrar la historia de los platos callejeros más famosos

La versión latinoamericana de Street Food, la serie documental de Netflix que llegó este martes al catálogo de la plataforma, demuestra que detrás de cada puesto de comida callejera hay una historia a la espera de ser contada. Los seis episodios retratan a emprendedoras que se enfrentaron al machismo para crear sus propios negocios y a varias personas que encontraron una salida a la crisis —económica y emocional— gracias a sus puestos callejeros. Pero lo que más resalta en cada entrega de media hora es la pasión que transmite cada entrevistado al momento de conectarse con su cultura gracias a la cocción de la comida típica de su ciudad.

Sobre esta mirada se construyen los seis episodios de Street Food: Latinoamérica, la serie creada por David Gelb, quien ya estuvo a cargo de otras dos series de Netflix: Chef’s Table y la versión asiática de Street Food. A lo largo de esta temporada las cámaras se encargan de retratar varios puestos callejeros de Buenos Aires, Salvador, Oaxaca, Lima, Bogotá y La Paz para develar las historias detrás de clásicos continentales como el choripán, el ceviche, las tlayudas, el acarajé y el ajiaco.

Además de incluir las recetas de más de 30 platos típicos —apenas termina el episodio dedicado a Buenos Aires, uno siente el impulso de cocinar la fugazzetta rellena de “La Mezzeta”—, el espectador puede comprobar que la comida callejera es mucho más que una simple solución para paliar el hambre durante una larga jornada laboral. Cada plato puede cargar con una larga e interesante historia cultural.

El primer episodio, dedicado a Buenos Aires, muestra cómo la inmigración europea —especialmente italiana— de finales del siglo XIX y principios del XX influyó en la arquitectura, el arte y en la gastronomía de la capital argentina. A esa mezcla cultural se le suma la migración interna, que queda reflejada en los puestos de empanadas de la Feria de Mataderos. “Ahí están representadas todas las provincias”, define en un momento la periodista argentina Silvina Reusmann. “Cada provincia tiene su receta para las empanadas. Y todos dicen que las de ellos son las mejores”.

Tras esa introducción, las cámaras presentan el puesto de Fabián Peralta, Lo de Fabi, un tucumano que trabaja hace 21 años en esa feria bonaerense. “Para todos los provincianos, la feria es una forma de volver a nuestras raíces”, dice el hombre cuya especialidad es la empanada de carne cortada al cuchillo. ¿Su tip? “Lo fundamental es el comino”.

La lucha por mantener costumbres vivas en tiempos de food trucks y de hamburguesas de autor queda clara en el segundo episodio, filmado en Salvador, Brasil. Además de retratar hermosos paisajes coloridos —que parecen trasladarse a cada plato—, se incluye la palabra del antropólogo Vilson Caetano De Sousa Jr., quien se encarga de conectar a la comida local con la colonización portuguesa y la herencia de la cultura africana (“Salvador es un pedazo del continente africano en Brasil”).

La región brasileña que más esclavos africanos recibió en toda la historia de América mantiene su conexión con el continente gracias al aceite de palma, que es la base de los platos más conocidos del lugar: el acarajé, el abará, la feijoada y la moqueca. Sobre esta última receta —un estofado de pescado hecho con aceite de palma y leche de coco— nace la historia más emotiva. Doña Suzana es una bahiana de amplia sonrisa que durante años se dedicó a lavar ropa hasta que se animó a pedir un préstamo para cumplir su sueño de dedicarse a la cocina. Compró utensilios e ingredientes para alimentar a 50 trabajadores de una obra pública, pero apenas terminaron su trabajo se fueron sin pagarle.

Ella relata que transitó años de dolor hasta que un grupo de grafiteros le cambió la vida. Los jóvenes estaban buscando un lugar para comer y una vecina les recomendó la moqueca de Suzana. Pero apenas llegaron a la casa de la mujer, ella se negó a cocinarles. Tras su insistencia, Suzana retomó su plato estrella y los jóvenes quedaron tan encantados que la ayudaron a convertirse en una estrella de la ciudad. En cuestión de meses, al restaurante de su casa (llamado Ré-restaurante en honor a su tartamudez) empezaron a llegar comensales de todo Brasil y de países como Estados Unidos e India. 

En cada episodio abundan historias como la de Suzana, que hacen de Street Food una de las series sobre comida más interesantes del catálogo de Netflix. Es una gran excusa para recordar que detrás de cada plato siempre hay una historia que está ahí, esperando a ser contada.

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