Fue el tío de William Wallace en Corazón valiente (1995) o el rey Agamenón en Troya (2004), pero el papel de Logan Roy, el implacable patriarca de la serie Succession es el que, a sus 76 años, hizo célebre al actor escocés Brian Cox.
“Es curioso porque siempre me he visto como un comediante, pero he acabado haciendo esto otro”, dice a Efe durante su visita a Madrid para promocionar la cuarta y última temporada de la serie sobre los Roy, la familia de un magnate de los medios de comunicación creada por Jesse Armstrong para HBO Max.
El ciclo final se estrenó el domingo 26 de marzo, y lanzará capítulos todos los domingos hasta mayo.
Ganadora de 13 premios Emmy y cinco Globos de Oro, el final de Succession es uno de los estrenos más esperados de la temporada. De eso, la nota.
—Debutó como actor de cine en España, como Trotski en Nicolas y Alejandra (1971). ¿Qué le diría hoy a aquel joven que empezaba su carrera en el cine?
—Le diría: “Te va a ir bien, ten paciencia y no pierdas de vista lo que quieres”. He tenido una suerte enorme, la variedad de mi trabajo es increíble, yo mismo me sorprendo. De joven todo el mundo me decía que el éxito me llegaría cuando fuera más mayor y maduro, pero no imaginaba tener que esperar hasta los 60 y pico.
—¿Considera a Logan Roy como su mayor éxito?
—Es el papel que me ha despojado del anonimato. Antes, en el pasillo, un tipo me abordó diciendo que me parecía a Logan Roy. Le dije: “Soy Logan Roy” y contestó: “Dios mío, eres muy atractivo”. La verdad es que nunca en mi vida me habían dicho que soy atractivo.
—Se debe de sentir poderoso en su piel.
—Sí, antes no pensaba que fuera bueno pero ahora sí, la gente se siente intimidada y está bien, porque mantienen una distancia respetuosa.
—¿Cual cree que ha sido la clave del éxito de la serie?
—Está en la tradición de series como Dallas, Dinastía o Los Soprano, y al mismo tiempo habla de nuestra época, sobre gente como Elon Musk, Richard Branson, Rupert Murdoch o el horrible Donald Trump. Es una sátira social y también tiene algo de lucha de gladiadores, al ser humano le encanta eso, ver a la gente sufrir.
—Casi siempre ha interpretado a personajes de carácter fuerte o villanos. ¿Considera que eso da más estatus como actor?
—Se suele decir que "el diablo tiene los mejores tonos" —una frase hecha— y algo de eso es verdad, (...) pero no estoy de acuerdo con lo que la gente piensa de Logan. Es un incomprendido, un tipo solitario y marginado que solo quiere encontrar a un sucesor entre sus hijos, pero cada uno de ellos falla miserablemente.
—Usted se formó en el teatro clásico y ha protagonizado muchas producciones del Royal National Theater y la Royal Shakespeare Company. ¿Ha sido útil esa experiencia a la hora de afrontar este personaje?
—Sin duda, cuando tienes experiencia en clásicos sabes reconocer las grandes obras, y creo que Jesse Armstrong y su equipo lo han conseguido.
—También ha hecho comedias disparatadas como Super Troopers (2001), aunque sea menos conocida esa faceta suya.
—Mis héroes de niño eran Jerry Lewis y Dean Martin, juntos eran brillantes; Spencer Tracy también me encanta, con Katherine Hepburn tiene grandes momentos. Siempre me he visto como comediante, pero he acabado haciendo esto otro. Super Troopers me encanta, quiero hacer más películas como esa.
—¿Qué proyectos tiene ahora?
—Vuelvo al teatro y se supone que voy a dirigir mi primera película este año en Escocia. Es una historia sobre una destilería familiar, dos hermanos que llevan tiempo sin verse; yo hago el mayor y dirijo, y estamos buscando al actor principal. En setiembre u octubre haré de Bach en una producción para el Royal Theater de Bath, y en enero del año que viene Largo viaje hacia la noche de Eugene O’Neill, una obra que siempre he querido hacer. Estoy nervioso con la vuelta al teatro porque ahora me cuesta aprender el texto. Pero dicen que cuando tienes miedo al león lo que tienes que hacer es abrir su boca y meter la cabeza dentro.
Magdalena Tsanis, EFE