Lo admiten: Jude Law y Jason Bateman no son aficionados a la gastronomía. Y, sin embargo, el año pasado se encontraron en una serie de salidas degustación juntos, eligiendo entre platos principales - jarrete de cordero en papillote, un sándwich de cangrejo blando de inspiración caribeña. Todo para preparase para su nueva miniserie de ocho episodios, Black Rabbit, que llegó el jueves a Netflix.
Law y Bateman interpretan a dos hermanos enfrentados, y la serie, ambientada en un restaurante ficticio y de moda en el Bajo Manhattan, los une y los enfrenta en un thriller dramático de alto voltaje. No es The Bear, con sus planos heroicos de opuesta en platos. Aquí, los menús pueden ser deliciosos, pero solo funcionan como telón de fondo.
En cierto modo, lo mismo ocurre con las persecuciones y la violencia desprolija. El núcleo emocional trata, en realidad, de los lazos familiares expuestos por la ambición y la codicia.
“Se remonta probablemente a las formas más tempranas de narración”, dijo Law, coproductor ejecutivo junto a Bateman de la serie. “Hermanos en guerra, hermanos que se quieren, opuestos”.
Bateman, que dirigió los dos primeros episodios, añadió: “Estructuralmente, ser hermanos te da un crédito que permite enormes desmanes sin destruir la conexión”. Los matrimonios pueden terminar en divorcio. Con los hermanos, “pueden literalmente golpearse entre sí”, dijo, y aun así, “siempre vamos a ser hermanos. Estás jodidamente atrapado conmigo”.
Su unión puede parecer desconcertante: el elegante Law, de 52 años, es un referente de cierto tipo de drama británico de pómulos afilados; Bateman, de 56, hijo de Hollywood, es un clásico de la comedia reconvertido en peso pesado multimedia. Pero ambos estaban igualmente obsesionados con construir el mundo de Black Rabbit, como se llama el restaurante ficticio.
Aunque la serie es contemporánea, sus creadores, los guionistas y esposos Zach Baylin y Kate Susman, se inspiraron en la atmósfera del Manhattan hipster de principios de los 2000. Las estrellas y los productores estaban comprometidos con la autenticidad, tanto en las locaciones como en los detalles. En la sala de guionistas había incluso exempleados de restaurantes como Babbo.
Baylin y Susman presentaron el proyecto a Bateman y Law, pero los actores también se buscaron mutuamente. Law ya era fan del tono oscuro y a la vez irónico que Bateman había ayudado a crear en Ozark (2017-22), la serie policial de Netflix en la que fue protagonista y que con frecuencia dirigió.
Y Bateman era simplemente fan. “No ha habido nadie que me haya entusiasmado más como nueva persona en mi vida”, se deshizo cuando Law apareció el año pasado como invitado en SmartLess, el exitoso pódcast que Bateman conduce junto a Will Arnett y Sean Hayes.
Hablaron sin parar sobre la carrera de Law: sus papeles revelación en Gattaca y El talentoso señor Ripley; éxitos como Sherlock Holmes; y su legado papal lleno de camp, The Young Pope y su secuela The New Pope, ambas de HBO, que Law protagonizó y produjo.
¿De qué va la serie Black Rabbit?
Law interpreta al hermano menor, Jake Friedken, un aparente vividor que dirige Black Rabbit, un pub tipo club en una casona que está a punto de alcanzar un gran éxito; espera convertirlo en un establecimiento más refinado y con un flujo de dinero menos turbio.
Bateman encarna a Vince, el hermano mayor y sinvergüenza que viene a arruinar las cosas -y a preparar cócteles- cuando regresa a casa, endeudado con un mafioso (el ganador del Oscar Troy Kotsur, de Coda). Su mezcla de carisma y caos varía a lo largo de la serie.
“Juntos, en cierto modo hacen un buen hermano”, dijo Bateman.
Susman y Baylin dijeron que no recordaban discusiones sobre quién haría qué papel, pero Law había frecuentado la vida nocturna neoyorquina de los 2000, lo que hacía lógico que interpretara a Jake. Y ver a Bateman apartarse un poco de su imagen de tipo correcto generó un cosquilleo extra.
“Lo llevó más lejos de lo que jamás hubiéramos soñado”, dijo Susman. (La barba fue idea de Bateman).
Las críticas, tras su estreno en el Festival de Cine de Toronto, fueron mixtas, aunque coincidieron en elogiar la química de los protagonistas. Su relación en pantalla funciona “porque son tan distintos”, dijo Laura Linney, que interpretó a la esposa de Bateman en Ozark y dirigió los episodios 3 y 4 de Black Rabbit.
Sus métodos de trabajo eran muy distintos. Law inventaba largas historias de fondo para los hermanos -sus recuerdos de infancia, lo que alimentaba su amor y su rivalidad- y se las mandaba a Bateman. Pero Bateman no era de profundizar en biografías. “Él simplemente decía: ‘Me suena bien’”, recordó Law entre risas.
Como director del primer bloque de episodios, Bateman manejaba todos los detalles fundamentales; planeaba movimientos de cámara mientras los guiones aún estaban en proceso.
“Jason es la mente más rápida que he visto en un set”, dijo Baylin, guionista nominado al Oscar por Rey Richard. Por su parte, Law no rehuía la intensidad. En una escena emocional, recordó Baylin, el director Justin Kurzel le pidió que tirara los zapatos al tráfico y se marchara descalzo. Law lo hizo sin dudar.
En otra escena, Vince y Jake pelean junto a la autopista Brooklyn-Queens. “Los autos pasaban a 120 kilómetros por hora, y ellos estuvieron allí en ropa interior por seis horas”, provocándose mutuamente, contó Susman.
Visualmente, la serie tiene una iluminación sombría, un aire noir rodado en su mayoría con cámaras en mano, que subraya lo inestable de ese mundo. Los Friedken son chicos de Coney Island que probaron la fama primero como rockeros indie, lo que explica que la banda sonora esté cargada de grupos neoyorquinos como Interpol y los Beastie Boys.
Albert Hammond Jr., guitarrista de The Strokes, compuso las canciones de la banda ficticia de los hermanos, The Black Rabbits, que aparece en los flashbacks.
Ambos son padres: Law tiene siete hijos, desde adultos hasta dos en edad preescolar, con su esposa desde hace seis años, Phillipa Coan, psicóloga. Bateman tiene dos hijas adolescentes con su esposa, Amanda Anka, actriz y productora. Su hija mayor acababa de empezar a estudiar cine en la universidad, contó orgulloso, continuando con la tradición familiar. El padre de Bateman, Kent Bateman, también trabajó como director.
En Black Rabbit, la ambición de los hermanos amenaza con desviarlos. En la vida real, Bateman y Law se impulsaron mutuamente a expandirse.
(Nicholas Kulish, The New York Times)
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