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Con Natalia Oreiro entre sus protagonistas, la nueva producción de Daniel Burman cuenta la aventura de un policía que se infiltró en la comunidad judía de Argentina en la década de 1980
Un joven policía federal se infiltró en la comunidad judía local en 1985, cuando Argentina no cumplía aún dos años en democracia. Su misión era recabar información sobre el Plan Andinia, un mito clásico del antisemitismo argentino según el cual el sionismo internacional pretendía anexar la Patagonia a Israel. Iosi, así se llamaba el espía infiltrado, abandonó la operación casi 20 años después y pidió ser testigo protegido. Los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky convirtieron en 2015 las confesiones de Iosi en un largo relato de no ficción sobre la mayor “conspiración criminal en la historia argentina”, atravesada por los atentados terroristas contra la embajada de Israel en 1992 y la mutual judía AMIA, en 1994.
El director Daniel Burman (Buenos Aires, 1983) dio con la historia en una librería de la capital argentina casi por casualidad. No había terminado el libro, que comparte título con la serie, cuando decidió comprar los derechos. El viernes 29, Iosi, el espía arrepentido, que tiene a Natalia Oreiro entre sus protagonistas, se estrenó en Amazon Prime Video.
La serie se filmóen Uruguay en el verano de 2021, cuando todo el mundo había detenido los rodajes.
“Me llaman Iosi. Por Iosef, el nombre hebreo de José. Buena parte de mis días fui judío y participé de encuentros políticos y culturales en instituciones de la colectividad en la Argentina. Pero no es mi verdadera identidad, no: soy agente del Servicio de Inteligencia de la Policía Federal”, comienza el relato de José Alberto Pérez, alías Iosi, en el libro de Lewin y Horacio Lutzky. En la ficción de Burman, Iosi es Gustavo Bassani, un actor de teatro que debuta detrás de una cámara con este proyecto.
El rostro desconocido de Bassani es perfecto para que el espectador pueda concentrarse sin las interferencias de la fama en ese joven rubio que canta, baila, aprende hebreo, se enamora de una judía y enamora a los judíos a los que debe espiar. Iosi irá escalando posiciones en la comunidad, abrirá puertas y conocerá todos los secretos. Ni rastro, claro está, del Plan Andinia, un disparate que solo estaba en la cabeza de una policía que apenas salía de la dictadura militar (1976-1983) y arrastraba todos los males del terrorismo de Estado.
“Tenés que ser judío en cuerpo y en alma”, dice a Iosi una superiora, interpretada por Natalia Oreiro, el único vínculo entre el espía y ese mundo donde había sido alguna vez José Alberto Pérez. “Pero no es una historia sobre la comunidad judía; no es una serie sobre los atentados”, se apura a aclarar Daniel Burman en una entrevista realizada en Buenos Aires por videconferencia. “Los atentados atraviesan la historia, pero no quisimos dilucidar o generar una verdad o una justicia que no existe. La serie es la historia jamás contada de una redención, la de un hombre que tiene una misión que es dar con su identidad. Cuando encuentra a una familia, encuentra algo parecido a su identidad; ese es el camino de Iosi”, aclara.
Mercedes Morán, Alejandro Awada, Carla Quevedo y Minerva Casero completan el elenco de este thriller basado en hechos reales, con guion de Sebastián Borenztein. El director de la orquesta, Burman, es una figura identificada con la renovación del cine argentino. Se consagró con El abrazo partido (2004), una historia de padre e hijo ambientada en el barrio de Once, el de su infancia, el mismo donde la comunidad judía de Buenos Aires forjó su identidad porteña.
Con Iosi, el espía arrepentido, Burman vuelve a ese lugar, representado esta vez “como un ambiente de época, un clima, ese que añoramos de aquellas épocas”, dice. Iosi busca un destino en esas calles de diapositiva antigua, abandona al espía y encuentra al hombre.
La máscara de Iosi cae tras los atentados terroristas de 1992 y 1994. El espía sospecha que la información que ha pasado a la policía sirvió para organizar los ataques con coche bomba que destruyeron la embajada de Israel y la AMIA, con un saldo conjunto de 107 muertos. Porque la serie es también la historia de una democracia en ciernes, que debe crecer con los demonios aún encerrados en el sótano.
“El periodo posdictadura me apasiona y debemos revalorizarlo”, dice Burman. “Hay que administrar lo que hace solo cinco minutos estaba administrado por dictadores. Hace poco estábamos en Pesaj [la Pascua judía], donde se habla de un pueblo que sale de la esclavitud y tiene que vagar 40 años por el desierto. Esas personas no podían construir una nación libre con esa cabeza, por eso antes deben vagar en la nada. Dentro de poco, los argentinos cumplimos 40 años de democracia, y tal vez es el tiempo que estuvimos vagando en el desierto. La serie de alguna manera habla de ese periodo y de la incipiente democracia, y muestra que vivíamos en peligro”, explica.
El verdadero Iosi, redimido, está ahora en algún sitio desconocido, oculto tras un nombre falso. El director no intentó ponerse en contacto con él, ni lo intentará. “Estoy tomando parte de su vida para la vida de un personaje, por eso lo mantengo encapsulado. Es una cuestión de respeto y distancia”, dice. La historia real, sin embargo, está ahí, en los pliegues de la ficción de Burman. Y pone la piel de gallina.