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Desde Colonia del Sacramento hasta Ciudad de México, el camino de Andrés Giardello ha sido tan impredecible como apasionado. El actor uruguayo tiene 45 años, vivió 17 en Argentina y forma parte del elenco de Chespirito: sin querer queriendo, la serie biográfica sobre Roberto Gómez Bolaños, el mítico creador de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, que ya está disponible en la plataforma Max. Giardello interpreta a Jamaica, uno de los antagonistas de la historia.
Aunque su rostro puede resultar nuevo para el gran público, su recorrido en la actuación tiene más de dos décadas y comenzó casi por casualidad. “Cuando era muy chico, un amigo me invitó a hacer una obra de teatro. Tendría 15 años, y ahí empezó todo”, comenta desde México a El País. “Empecé con teatro, luego me metí en lo que era el teatro más comercial, hice un poco de tele”, cuenta. Y aunque en 2008 ya había tenido una participación en una telenovela mexicana, recién se radicó en México en 2015, motivado más por curiosidad que por una propuesta concreta. “No vine por trabajo. Siempre fui medio de culo inquieto, de andar buscando siempre un lugar nuevo”, dice.
Sus primeros pasos en televisión fueron en Argentina, en pequeñas participaciones en producciones de Telefe y Pol-Ka, como Sres. Papis o Guapas. El primer momento de mayor visibilidad le llegó con Francisco, el Jesuita, la serie sobre el papa Francisco, grabada en Buenos Aires. “Ahí tuve una participación que me empezó a abrir más puertas”, dice.
Dio el salto a Buenos Aires cuando cumplió 18 y fue natural para alguien criado en Colonia. “Como buen uruguayo, los de Colonia estamos más pegados a Buenos Aires que a Montevideo, más en esa época, en los 90, que uno ponía el foco en Buenos Aires para lo artístico. Además, veíamos la televisión argentina, teníamos los juguetes argentinos y los útiles de la escuela también eran argentinos”, cuenta entre risas.
Hoy, Giardello es parte de una producción internacional sobre una figura icónica de Latinoamérica. Su personaje, Jamaica, es uno de los que aporta conflicto en una historia donde no todo fue risas y aplausos. Y él sigue abriéndose camino, sin querer queriendo.
—¿Cómo termina un uruguayo trabajando en una serie sobre Roberto Gómez Bolaños, probablemente el mexicano más importante que haya tenido la televisión?
—Fue todo por casting. En 2021 se empezó a hacer el casting para esta serie, yo casteé para varios personajes, para Quico y el Profesor Jirafales, pero después desapareció el proyecto y no pasó nada. Pasaron un par de años y me vuelven a contactar en 2023, ya con otra directora de casting, Isabel Cortázar, para retomar ese proyecto. Y ya no era para esos personajes. Menos mal, porque los que lo hacen están increíbles. Y Chespirito es un proyecto para el que todos los actores que estamos acá queríamos castear. Por suerte quedé.
—Tenés la “ventaja” de que tu personaje no es real, sino que es una construcción de varias piedras en el camino de Gómez Bolaños. ¿Cómo fue crear a Jamaica?
—Sí, creo que mis compañeros la tuvieron un poquito más difícil porque interpretan a personajes históricos. A mí me pasó en 2018 cuando hice una serie sobre José José, El príncipe de la canción, y me tocó hacer a Mauricio Garcés, una de las estrellas de México. Fue complejo. Por eso los entiendo, y ahora interpretar a Jamaica me daba cierta libertad, porque es una creación de guion para poder poner diferentes, como decías, piedras en el camino que tuvo Roberto Gómez Bolaños. Tanto situaciones como personas, todas están nucleadas en este personaje, que me parece un acierto de guion. Por eso tuve bastante libertad para poder crearlo y hacer un antagónico, pero que no sea un villano.
—Decís que ya habías hecho una serie basada en hechos reales. ¿Cómo es meterse en una historia que ya conoce la gente?
—Fue muy interesante, porque cuando hicimos la serie de José José, él vivía y estaba atrás de los guiones, iba chequeando todo y decía: “listo, este capítulo está cerrado”. En el medio de las grabaciones tuvimos el temblor de 2017, que fue muy fuerte, y se paralizaron todas las grabaciones. Yo interpretaba a Mauricio Garcés, que si bien es un personaje históricamente importante en la serie, participaba en cinco capítulos. Y cuando volvemos a grabar, José José había visto los capítulos y me dijeron que iban a reescribir varios capítulos ya cerrados porque le había gustado mi interpretación. Ahí me alargaron a 27 capítulos en total. Ese fue mi primer mimo artístico y fue un rol desafiante, porque hay muy poca información personal y dio pocas entrevistas.
—¿Cómo es hacerse un nombre en un mercado tan competitivo y grande como México?
—Es difícil porque somos muchos actores. Por suerte, México realmente es una industria del audiovisual. Se produce muchísimo. Ahora estamos pasando por una crisis que viene desde el paro de guionistas y actores en Estados Unidos. Ahí empezó una crisis de la que todavía no hemos terminado de salir. Mi pareja, por ejemplo, también es actriz, es argentina, y trabaja medio acá y medio en Los Ángeles, y fue muy heavy. Fue un frenate total de la industria. Afectó regionalmente a las producciones y es algo que más o menos que pasa cada cierto tiempo, que es cuando esta gente negocia sus contratos, y la industria quiere pagar cada vez menos. Así que es algo que se va a repetir, seguramente, en breve. Pero si hay muchas producciones, Netflix y Max han anunciado grandes inversiones en México, como también en Argentina. Todas las plataformas están volviendo a producir.
—¿Con qué se compara esa industria?
—México es el Hollywood de Latinoamérica. Acá se produce muchísimo para Latinoamérica. De hecho, todas las producciones argentinas de Netflix se craneaban en México. Recién ahora abrió una oficina de Netflix en Buenos Aires.
—¿Y cómo es el tema de las ideas en México? Porque Chespirito es algo original, pero en este momento el audiovisual se está repitiendo. Dentro de poco hacen Rápidos y Furiosos 84, o la película 123 de Marvel...
—Es un poco relativo porque sí se produce muchísimo, sí hay muchas ideas, pero hay muchas ideas que se repiten. La otra semana tuve cuatro castings y eran todos para hacer el mismo tipo de personaje. ¿Cuándo voy a tener oportunidad de castear un personaje que no esté dentro del estereotipo de empresario corrupto o político? Por eso uno agradece cuando aparece un proyecto como Chespirito. O como El Eternauta, que vino a darle un cachetazo al mundo para decir: “Acá podemos hacer esto”. Y es importante porque se está viendo en Estados Unidos que con lo que les sale hacer un capítulo de una serie importante allá hicieron todo El Eternauta, y de eso se toma registro. Uruguay también está teniendo muchas producciones. Hay muchas series mexicanas que se hacen allí. Una muy conocida fue Ámsterdam se grabó en Uruguay, todo en una casa, y los exteriores en México.
—También se filmó en Uruguay la serie de Timbiriche, para México.
—Sí, hice el casting, pero no quedé. Trabajar en Uruguay es una cuenta pendiente. Porque cuando me fui a Buenos Aires, una de las razones fue porque en Uruguay no había producción, había cero industria audiovisual, y ahora es impresionante porque todo lo de Argentina se está yendo a grabar a Uruguay. Creo que son decisiones políticas que se tomaron en Uruguay y que en un momento terminan en esto, con actores de Uruguay teniendo trabajo en Uruguay. Eso me parece fantástico.
—Así que por ahora el pendiente es trabajar en Uruguay.
—Sí, uno siempre tiene esa ilusión de poder trabajar ahí, al lado de mi familia, o poder invitar a mi sobrino a que venga al set. Porque tengo a toda mi familia en Uruguay y me encantaría compartir esto más directamente con ellos, que estando lejos se dificulta un poco. Ya va a estar la oportunidad, ya voy a caer. Por lo pronto este mes voy a ir de vacaciones. Estoy desesperado por conocer a mi quinto sobrino que nació hace poquito. Mientras continúo haciendo castings para proyectos.
—¿Y qué te mantiene en México?
—El deseo de poder desarrollar una carrera que hasta el momento en Uruguay no se podía. En Argentina viví 17 años y amo Buenos Aires, pero es un país complejo. Y México me ha dado una continuidad laboral y me ha dado proyectos importantes. Sabía que Chespirito era un proyecto que iba a estar bueno, pero no había dimensionado el peso que iba a tener hasta que se estrenó. Tengo amigos de Uruguay que jamás ven un proyecto mío y están todos diciéndome: “Boludo, ¡te vi en Chespirito!”. Y acá tengo a mi pareja de hace ocho años, tengo a mi perro. Y si bien soy inquieto, lo único de lo que sí tengo certeza es que voy a terminar en Uruguay. No sé cómo ni cuándo, pero ahí voy a terminar.