ENTREVISTA

Con Franco Masini, la cara del último éxito de Netflix: "Hay que estar arraigado a la pasión"

El actor argentino protagoniza "Todas las veces que nos enamoramos", la serie española que es lo más visto de Netflix. De eso habló con El País.

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Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Foto: Carla Oset / Netflix

Nicolás Lauber
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La de Franco Masini es una cara conocida desde hace varios años. Dio sus primeros pasos en la serie Peter Punk del canal Disney XD, fue parte de la telenovela Esperanza mía junto a Lali Espósito y Mariano Martínez, y estuvo en la película El clan como Guillermo, el menor de la familia Puccio, y en grandes musicales del teatro argentino. Ni la pandemia pudo detener su crecimiento.

En 2020, el actor y cantante de 28 años nacido en Vicente López, en Buenos Aires, dio el salto internacional al ser parte de la serie Riviera. En 2021 integró el elenco de la remake de Rebelde Way, llamada Rebelde a secas; y ahora es el protagonista de Todas las veces que nos enamoramos, la nueva serie de Netflix que, desde su estreno el martes pasado, es lo más visto de la plataforma.

En esta comedia romántica creada por Carlos Montero, responsable de las exitosas Élite y El desorden que dejas, Masini interpreta a Julio, un chico que se enamora de Irene (Georgina Amorós, de Elite), aspirante a directora de cine. Se enamorarán una y otra vez en una historia que ha cautivado rápidamente a la audiencia, la uruguaya incluida.

“Uruguay es un país al que quiero mucho y me encanta poder mostrar mi trabajo ahí”, dice Masini, en charla con El País, semanas después de haber pasado por Punta del Este en una pausa laboral, entre el rodaje de una película en México y el estreno de la serie en Netflix.

Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Foto: Carla Oset / Netflix

Sobre esta comedia, la fama y la actuación va esta charla con Masini, que no para.

—¿Cómo llegás al papel de Julio, protagonista de Todas las veces que nos enamoramos?
—El año pasado rodé Rebelde en México, y cuando volví a Argentina me llamó el productor ejecutivo de la serie, Diego Bentancor, para hacerme una audición. No sabía para qué era, ni cuál era el papel, y fue muy loco porque hice la prueba un jueves y el viernes me llamaron para decirme que les había gustado la audición, pero que querían verme en Madrid el lunes. Viajé y conocí a Carlos Montero, creador de esta serie; también de Elite, Física y química y un montón de otras cosas. Ese día hicimos de nuevo la audición y al otro día, como Georgina (Amorós) ya estaba elegida, me probaron con ella. A Carlos le gustó mucho y estrenamos en San Valentín. Fue muy linda la experiencia, es un protagónico en España y estamos muy felices por cómo está funcionando.

—En Uruguay es lo más visto en Netflix. ¿A qué crees que se debe ese éxito?
—Sí, también es lo más visto en España y Argentina, y está en el top 10 de Brasil, México, Francia y Grecia. Siento que se están enganchando con esta historia entre Julio e Irene, que va y viene todo el tiempo y habla del amor, cuyo lado bueno sana y el malo duele. La serie va de eso, pero también toca temas como el éxito, el fracaso y la frustración. La gente empieza la serie y no la abandona, quieren saber cómo se desarrollan los personajes y la historia. Eso es genial.

Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Imagen de la serie "Todas las veces que nos enamoramos"
Foto: Carla Oset / Netflix

—¿Qué fue lo que te interesó del personaje?
—Me motivó el arco emocional que es interesante a medida que se desarrolla. Arranca cuando no sabe qué hacer con su vida, porque la serie también habla de esa gente que busca su lugar en el mundo. Irene lo tiene superclaro, pero Julio no tiene idea. Por algo de suerte, actuar se convierte en una profesión que nunca había pensado, pero al mismo tiempo comienza a surgir una oscuridad interna e inseguridades. A medida que pasan los capítulos, eso empieza a salir a la luz y él lo sufre por dentro. A esa imagen angelical y dulce con la que se presenta le va creciendo una inseguridad, y la serie va jugando con esas dos caras.

—A Julio la carrera le cae por sorpresa, pero en tu caso no fue así. Buscaste la profesión de actor desde chico.
—Sí, Julio no buscó la profesión. Igual, no es que yo un día dije: “Quiero ser actor”. Me di cuenta de que no había nada que se le iguale a lo que me generaba la actuación, y entendí que me quería dedicar a eso. Después se me fueron dando las cosas, algunas buscadas y otras no tanto. Todo eso, Julio no lo busca y tampoco sabe si es realmente lo que quiere hacer. Por eso se ve abrumado con ciertas inseguridades emocionales que lo hacen estar sufriendo demasiado sin encontrar la manera de ser feliz. En medio de eso está la relación con Irene, que hace que pasen por todos los estados, emociones y tipos de amor.

—Encontrar lo que le apasiona le da, a él, un éxito que no esperaba. ¿Cómo es tu relación con la fama?
—Creo que hay que ser consecuente con lo que a uno le genera pasión y constante con eso. Lo otro es una consecuencia de un trabajo, y habrá momentos donde la fama será mayor, y otras menor. Así es la vida de un actor. Hay momentos de mayor y menor exposición, pero siempre hay que estar arraigado a la pasión por actuar. La fama es la consecuencia de un determinado trabajo.

Franco Masini.
Franco Masini.
Foto: Difusión

—¿La música quedó de lado?
—No, siempre me llevo una guitarra y libretita para componer alguna canción. Es un espacio para sentirse creativo, explorar, y siempre está bueno, para mí que soy inquieto y necesito estar en movimiento, tener la mente creando.

—¿Cómo hacés para bajar la ansiedad?
—El año pasado, si bien al rodaje de Todas las veces que nos enamoramos lo disfruté mucho, fue muy intenso porque estaba en todas las escenas todos los días. Fue muy lindo tener el tiempo para crear los personajes junto a Georgina y Carlos Montero, quien nos indicó qué había pasado en esos años de transición entre ellos, y gracias a los ensayos entramos en confianza. Eso nos permitió generar cierta química a la hora del rodaje. Más allá del rodaje que es agotador, cuando uno hace lo que le gusta, no hay cansancio. Yo tenía mis rutinas. Me gusta salir a correr y si sabía que tenía 12 horas de rodaje me levantaba antes para correr media hora, o volvía y me iba a tomar un café y leer un libro. Siempre es necesario un espacio para tranquilizarse y bajar un poco la pelota.

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