MATÍAS CASTRO
En el futuro los hombres utilizan robots para que los sustituyan en sus relaciones sociales. Los controlan desde sus casas en un mundo aséptico y sin peligros. "Identidad sustituta", con Bruce Willis, plantea una intriga en este mundo ficticio.
"Se trata de una película de suspenso y acción, así que obviamente posee mucho vértigo. Y hay una suerte de misterio y de historia policíaca y me tienes a mí corriendo por la calle, intentando salvar el mundo. Creo que es la décima vez, ¿décima vez que salvo el mundo? ¡La décima o décima primera vez que salvo el mundo!", dijo el protagonista en un encuentro de prensa realizado al presentar el film en Estados Unidos.
Bruce ya ha sacado las castañas del fuego a gran escala en Armageddon y Duro de matar 4.0, entre otras. Ahora, con la dirección de Jonathan Mostow (realizador también de Terminator 3), interpreta al detective Tom Greer. Pero la gracia está en que lo tiene que encarnar de dos formas distintas. Por un lado hace del detective real, descuidado y bastante curtido, y por otro interpreta al robot sustituto que tiene, una versión elegante y aséptica del mismo personaje. Es que en esta ficción, la fábrica de los robots sustitutos ha impuesto la moda de que la gente use versiones idealizadas de sí mismos, para vivir sus vidas. Los vínculos de esta idea, que surge de una miniserie de historietas, con la realidad actual de los mundos virtuales, los juegos masivos en línea y las salas de chat, no es mera coincidencia.
En la misma conferencia de prensa, Willis se refirió a este concepto de forma curiosa. "Yo no lo comprendo. Es como… ¿tú llevas un teléfono celular contigo? Llevas uno. ¿Posees algo semejante a una Blackberry? ¿Y recuerdas cuando no tenías una Blackberry y no llevabas un teléfono celular contigo todo el tiempo y no estabas permanentemente conectado con el mundo? La cuestión es que ellos han extrapolado esta tecnología de la Blackberry, a tal punto que han logrado crear un doble de su persona insensible al peligro y que, de hecho, protege a la persona que controla esa Blackberry y le dice a su Blackberry qué hacer, qué pensar, cómo moverse".
El año en que se ambienta la película es el 2017, digamos que es un futuro alternativo, en el que casi toda la humanidad vive aislada, controlando desde sus casas sus robots sustitutos. De este modo, el mundo se ha librado del crimen y de los miedos más variados. Hasta que se produce el primer asesinato. El que muere es el hijo de quien inventó a los robots sustitutos, un joven que, además, usa diversos robots sustitutos al mismo tiempo para vivir distintas experiencias simultáneas. De este modo el agente Tom Greer termina vinculado a la investigación y, naturalmente, se ve forzado a enfrentarse de verdad con lo que va ocurriendo, ya que surgen unos cuantos problemas con su robot sustituto. Y al mismo tiempo que esto ocurre, también debe enfrentarse al hecho de que su esposa, con la que convive, casi no quiere tener contacto físico con él, si no es por medio de sus respectivos robots sustitutos.
Cualquier parecido con los cuentos de Isaac Asimov será mera coincidencia, aunque a esta altura es imposible negar su influencia en este tipo de historias.
"Mi personaje es un tanto malhumorado, irritable, es un policía bastante a disgusto con el estado actual de las cosas", contó Willis. "No se lleva bien con su esposa. La tecnología de las identidades sustitutas lo ha distanciado de ella y ahora quiere recuperarla. Y, justamente, una de las consecuencias de los sustitutos es que las personas tienden a esconderse detrás de esa máscara, lo cual bueno, no es algo malo. Apuesto a que hay muchas personas a quienes les gustaría poder ocultarse detrás de una máscara y, de hecho, probablemente lo hacen".
El director Jonathan Mostow ha dicho que, desde su punto de vista, hay unas cuantas coincidencias entre la ficción del film y la forma en que se vive actualmente a través de la comunicación virtual. Servicios de Internet como Twitter y Facebook son, para él, algunos ejemplos que se ven en la actualidad de cómo la gente puede tener comunicación virtual, sin la incomodidad o los riesgos de tener contacto físico.
Willis también habló sobre esto, aunque en un plan un poco más "veterano". "Yo no soy muy partidario de los sitios de redes sociales que existen o de la tecnología electrónica. Si en este momento se llegara a cortar la electricidad, todos deberíamos irnos a nuestros hogares de inmediato. Me alarma el interés en estas cuestiones de la tecnología. Pienso en ello y pienso en los peligros que puede traer. Es sólo un modo que permite a las personas intercambiar información mucho más rápidamente. Por ejemplo, la noticia de la muerte de Michael Jackson llegó a todo el mundo en 4 segundos, en muy corto tiempo realmente. Esto es algo que no hubiera ocurrido 10 años atrás, no hubiera ocurrido 20 años atrás. Cada vez se condensa más la información, se transmite cada vez más rápidamente".
No conforme con esto, Willis agregó en su encuentro con los periodistas que sus preocupaciones sobre el tema tienen que ver con que su hija, Rumer, también actriz, tiene 21 años y es parte de la generación que utiliza con avidez las redes sociales de Internet. Pero en cualquier caso, el atractivo que encontró el actor en el film es lo que comentó al comienzo: la acción y el carácter heroico de su personaje, en el marco de una ficción con presupuestos inteligentes. Cómo se resolverá esta idea se verá desde el próximo viernes.
Efectos sutiles, acción e historietas
De la combinación que da el director Jonathan Mostow (Terminator 3 y U-571) con Bruce Willis, a priori, solo cabe esperar un film con mucha acción. La historieta original, sin embargo, es más bien una historia policial de ciencia ficción, con bastante diálogo y narrada en tono de serie negra.
Mostow explicó un dato que no es menor sobre su film. Tiene un número elevado de tomas digitales, pero él aclara que si hicieron bien el trabajo, la mayoría del mismo será invisible. "Si asistías a una de nuestras reuniones de efectos digitales, podías creer que habías ingresado en una convención de dermatología, donde todos discutían sobre imperfecciones en los rostros de las personas; pero era algo esencial asegurarnos de que todos se vieran deslumbrantes. Porque el concepto es que la mayoría de las personas eligen poseer estas versiones idealizadas de sí mismos para sus identidades sustitutas".
La historieta original apuntaba a deslumbrar menos en lo visual. Y tiene detrás una historia interesante. Robert Venditti, el guionista, era un aficionado que se ofreció a colaborar honorariamente con una editorial casi en la quiebra. La editorial superó el trance y Venditti se integró al staff. Así propuso la serie Surrogates, que tuvo tan buen resultado que fue comprada de inmediato por Disney, y en tres años nada más, convertida en película. La inspiración de Venditti venía de las historias de gente que se divorciaba debido a su adicción a Internet. De ese punto real se dio el salto hasta el film de Willis y Mostow.
Actualidad y tecnología de ficción
Una de las claves de esta película, al menos teniendo en cuenta la premisa básica que maneja, es su cercanía con cosas que se ven en la actualidad. "La tecnología básica de las identidades sustitutas ya existe hoy en día", comentaba el director Jonathan Mostow. "De hecho, ya contamos con la capacidad de leer los impulsos del cerebro de las personas y transformar esos impulsos en movimiento. Existen casos de personas con parálisis total que pueden, por ejemplo, tipear porque podemos captar la letra en la que están pensando. Se han llevado a cabo experimentos con monos, a los que se les implantó un número de electrodos y estos sólo con el pensamiento lograron mover un brazo mecánico que les permite alimentarse a sí mismos. Por tanto, tomas estos avances y los combinas con la extraordinaria revolución que está teniendo lugar en el campo de la robótica, y parece casi inevitable que esto vaya a tener lugar. Quizás dentro de 15, 20 o 30 años, no lo sé. Yo no soy científico, pero… parecería que el mundo va en esa dirección. Si eso luego se impone, o no, es ya una cuestión de si existe un mercado para esta clase de tecnología; sólo el tiempo lo dirá". Antes la ciencia ficción literaria se anticipaba a su tiempo en muchas décadas. Ahora el cine de ciencia ficción ha cambiado la regla y prácticamente habla de lo que ocurre actualmente.