Perfil

Fernán Cisnero

Aunque la última etapa de su carrera había sido tan prolífica (en 2021 hizo siete películas) como poco valiosa (son todas películas policiales donde su mayor presencia es en el poster), uno termina lamentando el anuncio de que Bruce Willis se retira de la actuación. Y pone en perspectiva una carrera llena de grandes películas.  Y otras que no tanto.

Ayer, en la redes sociales, en un mensaje firmado por sus hijas, su esposa Emma Heming Willis y su exesposa Demi Moore, se anunció que Willis había sido diagnosticado con afasia, una enfermedad cerebral que afecta la comunicación.

“Como familia queríamos compartir que nuestro amado Bruce está sufriendo problemas de salud y ha sido recientemente diagnosticado con afasia, (enfermedad) que está impactando sus habilidades cognitivas”, dice el mensaje. “En consecuencia, y con mucha consideración Bruce está dejando la carrera que ha significado tanto para él”. El texto está dedicado a “los increíbles seguidores de Bruce”.

La afasiaes un desorden del lenguaje que trastorna la capacidad de comunicación de una persona.

Willis, que tiene 67 años, se hizo conocido por la serie Luz de luna, aquella con Cibyl Shepherd y de allí saltó al cine convirtiéndose en una de las grandes estrellas de la década de 1980, gracias al éxito de Duro de matar. Volvió a su personaje más icónico, John McClane, cuatro veces aunque con fortuna dispar y desafiando la credulidad de los espectadores que veían como en cada episodio le sucedía más o menos lo mismo.

Allí instaló su imagen como actor: un personaje recio, poco expresivo, lacónico que exigía un rango actoral que, para neófitos parecería acotado. Recurriría a él repetidamente en muchas de sus más de 130 actuaciones registradas. En sus últimas películas, de hecho, le pagaban para hacer variaciones de ese personaje.

A diferencia de otras estrellas de acción, la categoría que mejor resume su desarrollo profesional, Willis trabajó en grandes clásicos y con grandes directores. Allí demostró una moderada amplitud dramática aunque, como las grandes estrellas del cine, siempre fue más una presencia que un actor. Ese es el riesgo que corren las estrellas.

La lista incluye El sexto sentido de Shyamalan, Tiempos violentos de Tarantino, La muerte le sienta bien de Robert Zemeckis, Doce monos de Gilliam, El quinto elemento de Besson, Armageddon de Bay, Sin City de Miller, Moonrise Kingdom de Wes Anderson, probablemente su última gran película.

Fue, además, Paul, un novio de Rachel en Friends, un dato que a muchos les resulta relevante. Su último papel prestigioso fue en el teatro cuando estrenó en Broadway, una puesta en escena de Misery.

Sus películas recaudaron más de 5.000 millones de dólares, le dieron cinco nominaciones al Globo de Oro (ganó una por Luz de luna) y tres Emmy (por esa serie y dos por Friends).

A pesar de toda esa gloria, En el último tramo de su carrera, Willis pareció haberse dejado ganar por cierto desdén a su oficio trabajando en proyectos de clase B donde, ahí sí, era apenas una presencia rentable. La mayoría son producidas por Randall Emmett y en promedio Willis aparece unos 10 minutos por película, al comienzo, una aparición en el medio y otra al final, limitándose a un par de parlamentos y un par de caras.

La calidad del producto es tan pobre que, este año, los premios Razziecrearon la categoría “peor actuación de Bruce Willis en una película de 2021”; había ocho candidatas y ganó Cosmic Sin, una película de ciencia ficción que grita clase B por todos lados. En los últimos ocho años, hizo una treintena de esas, algunas con más pretensiones que otras como fue su llegada a la familia de Los indestructibles, la tumba de los cracks de los 80 y una innecesaria remake de El vengador anónimo.

Ante ese prontuario, en 2020, la revista Esquire se preguntaba “¿Por qué Bruce Willis hace películas que claramente odia?”. No daba muchas respuestas, más allá de que, por lo visto, al actor todo le importa muy poco, una actitud de renegado e inconformista que también es una seña de su carrera.

Y quizás por eso, por aquellos clásicos que hizo, por su desfachatez tristona y por darle lo que se merecía a tanto villano en este mundo, es que se lo va a extrañar a Willis. No importa lo que haya hecho, siempre lo vamos a perdonar. Es un amigo que esperamos salga de este mal momento. Sus fanáticos le estaremos haciendo el aguante con una matiné de sus películas que incluya aquellas que —¡por Dios!— qué necesidad tenía de hacerlas.