Redacción El País
Recién llegado de unas vacaciones en Río de Janeiro, Rafa Cotelo compartió este miércoles en La mesa de los galanes (Del Sol FM) varias anécdotas de su viaje por Brasil. Contó que estuvo en la famosa Escalera de Selarón y que subió al Cerro Pan de Azúcar, que según declaró, le gusta más que el popular Corcovado, donde se encuentra el Cristo Redentor.
"No descubro nada diciendo que Río es un gran destino", dijo, aunque comentó no haber "ligado" con el clima. "Había ido solo una vez por placer y la rankeaba muy arriba. Esta vez la curtí distinto, más tranqui", acotó.
Entre los paseos y recomendaciones gastronómicas, el comunicador y gerente de Grupo Magnolio sorprendió la revelar un inesperado encuentro: mientras cenaba en un restaurante fino de Barra de Tijuca vio a Romario, campeón del mundo con Brasil en 1994, en la mesa de al lado.
“Fui a comer a un lugar muy coqueto en la calle Olegario que me recomendó mi amigo Gustavo Damblé”, empezó relatando Cotelo, que se alojaba en Barra de Tijuca para estar más tranquilo y cerca de Prainha, uno de sus lugares favoritos.
“El lugar se llama Pineapple. Me siento, miro para el costado y digo: ‘No puede ser. ¿Es Romario? ¿O Baixinho?'. Era Romario, en la mesa de al lado”.
El exfutbolista brasileño, figura clave en la consagración de su selección en el Mundial de Estados Unidos 1994 y ganador del Balón de Oro de ese torneo, estaba cenando con tres mujeres "jóvenes y frescas". "Estaba muy tranquilo. De hecho te diría que apagado, casi muerto en vida. Casi sin ganas de estar ahí”, describió con humor.
La foto que Rafa Cotelo no le pidió a Romario
Durante la charla, los demás integrantes del programa comentaron sobre la actualidad de Romario. Varios mensajes de oyentes señalaron que tiene una novia de 22 años —información que Cotelo no pudo confirmar— y que hoy es senador por el Partido Liberal.
“Qué lindo ver a Romario en Río”, comentó Mariano López durante la charla. “Veterano, ¿no? Canoso. Debe tener 60”, acotó Pablo Fabregat. Luego corroboraron que tiene 59 años.
A pesar de la emoción, Cotelo confesó que no se animó a pedirle una foto. “Me moría de vergüenza”, dijo entre risas. “Para mí re juega una foto con Romario, por más senador que sea. Me moría por tener una, pero más me moría de la vergüenza de pedirle y no le pedí”, se sinceró.
“Cuando se paró para ir al baño pensé: ‘Es ahora’. Pero uno le gritó ‘Baixinho’ y él se hizo el gil. Dije: ‘No, pobre, no da’”, cerró a las risas.