Redacción El País
A mediados de junio, Victoria Rodríguez confesaba al aire —en el programa Punto de Encuentro, que conduce junto a Leo Sanguinetti y Juan Miguel Carzolio en Radio Universal— que estaba atravesando un proceso duro: dejar de fumar. "Sé que mi gran batalla es esta y la estoy dando para honrar mi sentido en la vida" aseguró en ese momento.
La abstinencia se le hacía cuesta arriba, con síntomas intensos como ansiedad, hambre constante y la necesidad de mantenerse ocupada a toda hora.
“Me está matando la ansiedad. Me paso comiendo, soy un Pac-Man”, dijo entre risas en aquella emisión de junio, cuando llevaba solo tres días sin nicotina. “Estoy haciendo ejercicio porque, si no, no me banco”, confesó.
Desde entonces, la también conductora de Esta boca es mía (Teledoce) ha compartido con su comunidad digital distintas formas de atravesar el proceso, así como algunos altibajos.
En un video, por ejemplo, le contó a sus más de 76 mil seguidores que se sentía "re ansiosa, fea y gorda", y que no se "bancaba mucho" ni a ella ni a nadie alrededor.
Días atrás, comentó que rellenaba sus minutos libres con ejercicio de todo tipo y aunque reconoció no ser muy afecta a la vida “healthy”, en este caso, la actividad física la ayudaba a rellenar huecos y calmar la ansiedad.
"Acá vamos, buscando una mejor versión, engañando a mi propia naturaleza y dejándolo todo en el proceso", se sinceró en el posteo que acompañó de un reel donde se la veía en clases de spinning.
La vuelta de Victoria Rodríguez al pincel
En los últimos días, a casi dos meses y medio del inicio de ese camino, la también actriz y artista plástica publicó algo distinto. Y se refirió a otro tipo de avance: el emocional.
“Anoche fui búho después de mucho tiempo”, escribió, junto a un carrusel de fotos donde se la ve con las manos manchadas de pintura, frente a un lienzo, y en otra imagen, acompañada por su gato negro.
“Confieso que me había costado bastante sentarme frente a un lienzo en blanco, tranquila, buscando conectar con mi interior… desde que dejé de fumar”, contó.
Aunque se río del resultado de su obra (“una reverendísima porquería”, describió con humor), el paso fue simbólicamente importante. "Se pintó hasta altas horas de la noche. Había que retomar el pincel”, dijo, celebrando su regreso a la pintura, una actividad que forma parte de su identidad y que la conecta con su interior.
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