¿En qué momento comienza un espectáculo? ¿Inicia cuando en absoluto silencio el artista toca la primera nota, cuando saluda al público antes de iniciar el programa, cuando sale al escenario y es recibido con aplausos? En el caso de la pianista Yuja Wang, al público solo le alcanza que aparezca su nombre en el programa. Un gran carisma, un virtuosismo elogiado en el mundo, una actitud de rockstar y unas manos rápidas y precisas, la convirtieron en una sensación dentro la música clásica. Verla en acción es hipnótico.
Esta diva iconoclasta sale al escenario de pelo corto, vestido de diseñador ceñido y colorido, escotado y generalmente corto, y stilettos, vestuario poco habitual para una pianista clásica y lo que le ha generado críticas de algunos puristas, las que han sido acalladas apenas pone sus manos en el instrumento. Eso ya se pudo ver en Uruguay, en 2018, cuando llegó en el marco de una gira sudamericana donde interpretó piezas de Rachmaninoff, Chopin y Prokofiev.
Este domingo, Yuja Wang regresa a Uruguay, ahora al Auditorio Nacional Adela Reta y en el marco de la temporada 2025 del Centro Cultural de Música. Llega junto a la Mahler Chamber Orchestra que también dirigirá. El ensamble la ha acompañado en sus presentaciones por Brasil, Argentina, y después de Uruguay seguirá por Perú. El concierto, con entradas en Tickantel, estará compuesto por el Concierto Dumbarton Oaks de Stravinsky, el Concierto para piano y orquesta n° 4 de Kapustin, la Obertura Coriolano de Beethoven y el Concierto para piano y orquesta N° 1 de Tchaikovsky, pieza que la consagró, en 2007.
La niña prodigio y el reemplazo que la catapultó
Fueron las piezas del compositor ruso lo primero que escuchó Yuja Wang, siendo una bebé. Hija de un percusionista y una bailarina de Pekín, la melodía de “El lago de los cisnes” se escuchaba a diario en su casa. Nació en febrero de 1987 (tiene apenas 38 años) y su primer acercamiento al piano fue porque no quería estar todo el tiempo moviéndose como su madre. El piano parecía una buena opción.
“Quería algo donde tuviera que estar sentada”, comentó en una entrevista a la BBC. “Así que pretendía que me gustaba mucho el piano, lo que me terminó encantando”.
Le dijeron que no tenía manos de pianista, que sus dedos eran gruesos y que nunca lograría un camino en la música. Eso no la desmotivó, y empezó a practicar con el piano que había en su casa. Demostró ser una prodigio y con seis años comenzó sus estudios formales de piano. Meses después ya estudiaba en el Conservatorio Central de Música de Pekín, donde también se formó Lang Lang (también llegó a Uruguay por el Centro Cultural de Música). Hay grabaciones en Youtube de las presentaciones de Yuja Wang con apenas siete años, y a los 11 aprendió a tocar Chopin, a quien considera su primer amor. “Llegué a sentir que conocía a Chopin como persona, como si estuviera vivo”, dijo esta artista a la que no le gusta practicar, ya que lo considera un esfuerzo Sísifo.
A los 14 se mudó a Canadá para estudiar en el Conservatorio de la Universidad Mount Royal, y en 2003 llegó a Estados Uidos para hacer estudios avanzados en el prestigioso Curtis Institute of Music de Filadelfia, donde fue alumna de Gary Graffman. Mientras, comenzaba a hacerse un nombre como promesa de la música clásica con premios en competencias internacionales y viajes por el mundo en importantes escenarios.
El espaldarazo llegó en 2007, cuando Martha Argerich canceló una serie de conciertos con la Sinfónica de Boston. Yuja, todavía una estudiante, fue su reemplazo a último momento. Los conciertos fueron la consagración de su nombre como figura destacada de la música. Interpretó el Concierto para Piano Nº 1 de Tchaikovsky, parte del programa que realizará en Montevideo este domingo.
En 2009 firmó un contrato discográfico exclusivo con el prestigioso sello Deutsche Grammophon, bajo el que ha grabado un álbum por año, que conviven con más de 100 presentaciones anuales entre conciertos con orquesta, recitales de piano solo, y de música de cámara. También se ha presentado en escenarios no convencionales, o con proyecciones gigantes de obras de David Hockney como telón de fondo.
Ha comentado que tener el foco sobre ella en el escenario no le impide escuchar a los espectadores, lo que no siempre se transforma en una experiencia agradable. “La música surge del silencio, pero yo los escucho toser, abrir caramelos. Sé que esto puede sonar muy sensible, pero para mí es un insulto, porque si de verdad te atrapa algo, no tosés, no abrís un caramelo. Eso lo hacés cuando estás aburrido”, le dijo a The Telegraph el año pasado.
Allí también comentó que durante la pandemia no quiso tocar el piano. “Me prometí practicar solo cuando tuviera ganas, ¡y no tuve ganas por 15 meses!”, le dijo al diario británico.
“Me la pasé comiendo y viendo Netflix. Dejé que mi cerebro se hundiera en películas tontas. Amé la primera mitad de ese año, pero después de seis meses me cansé de cuidarme. Bañarme y alimentarme. Me volví muy consciente de ser humana y empecé a hacerme preguntas existenciales”, agregó Juya.
En 2024, Yuja Wang volvió a ser noticia gracias a la maratón Rachmaninoff. Durante tres horas y media, (con intervalos de 15 minutos, lo justo para cambiarse de vestuario) interpretó los cuatro conciertos del compositor ruso en el Carnegie Hall de Nueva York, generando 10.000 notas con sus manos.
“La gente me pregunta por qué toco tanto rato, por qué vuelvo tantas veces para los bises. Parte es para mis fans, pero parte es para mí, porque cuando estoy tocando así entro en un espacio donde olvido todo salvo la música. Me cuesta parar”, dijo.
Esa pasión, virtuosismo y carisma estará de regreso en Uruguay este domingo con un programa que domina a la perfección. Intente no estornudar, y no lleve caramelos.
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